Yo sé que vendrán buenos tiempos

En el medio de la turbulenta y abrumadora segunda ola, no todas son tan malas. Por medio del plan estratégico de vacunación nacional contra el COVID-19 el gobierno argentino lleva aplicadas casi diez millones de dosis, mientras se espera la llegada de cuatro millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca este mes y se calcula que en junio habría dos millones de dosis de la Sputnik V producidas en el país por el laboratorio Richmond.

En un contexto extremadamente complicado, con la ocupación de camas de terapia intensiva por encima del 90% en las ciudades más grandes del país (Rosario en un 97%, por ejemplo), con la saturación de producción de tubos de oxígeno medicinal, con la tan controversial -e insólita- grieta sobre la educación con presencialidad o no presencialidad, y con una segunda ola que azota con alrededor de 25.000 infectados por día, las vacunas parecen ser la única luz al final del túnel. Aunque haya ciertos medios de comunicación de nuestro país a los que parezca no gustarles dar estas noticias y disfrutar que al gobierno (y, por ende, al país) le vaya mal, es difícil tapar el sol con un dedo -o con varios, claro.

Mientras las Sputnik V provenientes de Rusia siguen llegando (el pasado jueves arribaron a la Argentina 500 mil nuevas dosis), el gobierno argentino apuesta a dos actores claves para la provisión de vacunas en los próximos meses. Por un lado, China, país que ya cumplió con las cuatro millones de dosis estipuladas en el contrato firmado con la Argentina y que anunció que suspendería la exportación de vacunas para concentrarse en la inmunización de su población. Sin embargo, pese a no haber un contrato firmado, hay gestiones avanzadas para poder contar con una o dos millones de dosis de la Sinopharm china el próximo mes.

En este sentido, otro actor fundamental para el aprovisionamiento de vacunas de la Argentina será el Laboratorio Richmond, que ya produjo en nuestro país un lote de 21.000 dosis de la Sputnik V el mes pasado para que se realice el control de calidad correspondiente en el Instituto Gamaleya de Rusia. Con la aprobación del lote enviado a Rusia, el Laboratorio quedó en condiciones de empezar a producir un millón de dosis al mes en su planta actual, escalable hasta cinco millones. Es por esto que se esperan para junio cerca de dos millones de vacunas producidas en el país, que en julio podrían ser aún más.

Por otra parte, un actor con el cual el gobierno ya había firmado contrato hace unos meses es AstraZeneca. El contrato con el laboratorio anglo-sueco estipula más de veintidós millones de dosis, de las cuales el 60% ya fueron abonadas, pero ninguna fue enviada al país hasta el momento. Lograr destrabar la negociación con AstraZeneca para que comiencen a enviar las primeras dosis también es sumar un actor importante dada la situación crítica actual. Se espera que para finales de este mes la Argentina reciba casi cuatro millones de dosis de esas veintidós estipuladas por contrato, y otras 861.600 de la misma dosis a través del Fondo Covax. En tanto, el gobierno espera que a partir de junio el laboratorio AstraZeneca comience a enviar cerca de cuatro millones de dosis mensuales hasta cumplir con lo acordado.

En este contexto donde la segunda ola parece no tener final y algunos sectores de la oposición y sus lacayos de los medios de comunicación hegemónicos intentan hacer uso de la situación crítica producida por la pandemia con una clara intencionalidad política para desestabilizar y acomodarse de cara a las elecciones de septiembre (PASO) y de noviembre (generales), sumar a China nuevamente como proveedor de vacunas, destrabar el envío de vacunas con AstraZeneca y poder contar con la producción local en escala del Laboratorio Richmond no solamente parece ser una de las salidas, sino la única salida de la Argentina para poder superar esta situación y afrontar la llegada del invierno con un alto porcentaje de la población inmunizada.

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