Voces y vocalidades trans, una historia de militancia profesional

OPINIÓN. La semana pasada tuve una reunión, por una de las plataformas que usamos en esta pandemia, con Virginia Zangroniz, hoy voy a contar su historia y, a través de ella, la historia de varias otras personas.

Virginia es Licenciada en Fonoaudiología de la U.N.L.P. Trabajó varios años en Escuelas de Arte y Profesorados de áreas artísticas, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), y actualmente trabaja en las ciudades de La Plata y Berisso. Es docente en ámbitos públicos y privados a cargo de asignaturas vinculadas a la voz que, de acuerdo a la carrera, se denominan: Educación Vocal, Foniatría, Voz, o Trabajo Vocal. En paralelo, atiende en su consultorio privado a personas con demandas específicas en relación a su voz, tanto en educación o entrenamiento como en dificultades o patologías, mayormente consultantes con disfonías derivadas de cuestiones laborales, artísticas o docentes.

Un día del año 2012, unos meses después de que fuera sancionada la ley número 26.743 de identidad de género, llegó a su consultorio particular un chico trans que necesitaba trabajar con su voz. Ella describe la voz de este chico como una voz sana, no veía ninguna patología, era una voz de varón, bien colocada, que no necesitaba tratamiento. A medida de que transcurría la consulta, el chico le fue contando que lo que necesitaba era recuperar los agudos, que había perdido con el tratamiento hormonal, y esta necesidad le surgía porque era cantante. El tratamiento hormonal a base de testosterona, es utilizado para lograr las características físicas de un varón, y lo que  provoca en la voz es el agravamiento en casi una octava, esto equivale a decir que lo que se generó en la voz de esta persona fue una muda vocal similar a la que atraviesan los varones cuando pasan de la niñez a la adolescencia.

Virginia me cuenta que cuando este chico (que a partir de ahora llamaremos An, como lo llamó ella en un artículo que escribió para la publicación “”Vocalidades: la voz humana desde la interdisciplina” / Nicolás Alessandroni, Begoña Torres Gallardo y Camila Beltramone (Eds.) - 1a Ed. - La Plata: GITeV ed.), dejó su consultorio, ella se quedó con muchas más dudas que certezas, pero tenía muy claro que quería ayudarlo.

An tenía un recorrido de investigación sobre el tema, así que le facilitó a Virginia todo ese material, que a ella le sirvió mucho; pero todo ese material era el producto de una experiencia personal, de un camino transitado. Ella necesitaba ver la cuestión desde la ciencia.

Esta experiencia fue de mucha soledad, relata, de mucha lectura y de abrirse a la escucha.

Fue a partir de esta necesidad que Virginia recordó que en 2010, en ocasión de asistir a un Congreso en Chile, había escuchado con mucho interés la ponencia de una colega, Celina Malebrán, que abordaba cuestiones de la voz en mujeres trans, y decidió contactarse con ella. A pesar de que la experiencia de trabajo de esta colega era con mujeres trans, y Virginia debía investigar cómo tratar a este varón trans, la experiencia le servía para ir comprendiendo un poco, desde la ciencia, cómo poder abordar el desafío.

Empezó a investigar si en la ciudad de La Plata, donde ella vive y trabaja, había algún o alguna colega que trabajara sobre estos temas, y descubrió que nadie lo hacía.

Este camino de búsqueda la llevó al Hospital Gutierrez, hospital de referencia de las cirugías de reasignación genital en la ciudad, que funcionaba bajo la órbita del Servicio de Urología del hospital, dirigido por el Doctor César Fidalgo, quien fue el primer médico en Argentina en realizar este tipo de cirugía de reasignación genital en el año 1997. Después de la ley de identidad de género, el servicio pasó a llamarse Equipo de atención integral a personas trans, y hoy se llama Equipo de atención de la salud integral de la diversidad.  

Virginia se entrevistó con el Doctor Fidalgo para consultarlo sobre el procedimiento y con la necesidad de ponerse en contacto con el o la colega que trabajaba en el servicio con los temas de readecuación vocal. Para su sorpresa, se enteró de que no había nadie que realizara la labor, y la invitó a hacerse cargo del tema en este equipo. “De repente me vi haciendo la experiencia que había ido a buscar”. Así comienza su camino.

Virginia empezó a formar parte de este equipo, trabajando ad honorem los temas de la readecuación de la voz. Me cuenta que lo rico de la experiencia de este equipo radica en la interdisciplina: hay una psicóloga, una ginecóloga/ endocrinóloga, un urólogo cirujano, un cirujano plástico y ella, la fonoaudióloga.

Todo este proceso llevó a Virginia a plantearse y replantearse muchas cosas, entre ellas, el concepto de paciente. Fue así como llegó a la conclusión de que en realidad nos son pacientes, ya que no presentan ninguna patología, son usuarios de un sistema de salud, y así puede tratárselos, ya que están bajo el paraguas de la ley de identidad de género.

La antes mencionada ley, ordena incluir los tratamientos médicos específicos por medio del denominado Programa Médico Obligatorio, que garantiza en todo el país la cobertura en salud (tanto pública como privada). La Ley de Identidad de Género y el Programa Médico Obligatorio establecen tener en cuenta las sensaciones y las vivencias del cuerpo de las personas, y rechazan la patologización de quienes deciden instrumentar el cambio de género. El artículo 2° describe a la identidad como:

“…la vivencia interna e individual del género tal como cada persona lo siente, que puede o no corresponder con el sexo asignado al momento de nacer, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género como la vestimenta, el modo de hablar y los modales…” (Ley N° 26743/ 2012).

El artículo 11º de la ley establece el derecho de las personas trans al “goce de la salud integral”.

Desde el comienzo, no hubo ningún problema en realizar este tipo de tratamientos en el ámbito de la salud pública, pero sí los hubo en el ámbito privado, ya que las obras sociales y la medicina prepaga no lo reconocían, cuando en realidad estaban obligadas por lo ya expresado en párrafos anteriores. A partir de una “micro militancia fonoaudiológica” Virginia llevó a una asamblea del  Colegio de Fonoaudiólogos el pedido de que se incluya a la ley 26.743 dentro de las cuestiones de las que se ocupan lxs fonoaudiólogxs que se dedican a trabajar con la voz. Esto tuvo una buena acogida, y el Colegio les planteó a las obras sociales y prepagas la inclusión de este tipo de tratamientos. IOMA aprobó la inclusión de este tratamiento durante el año pasado. Otras obras sociales también lo incluyeron. En la actualidad basta con que el o la fonoaudiólogx indique el tratamiento bajo la ley 26.743 para que el mismo sea cubierto. ¡Esto es un gran avance! ¡Esto implica que las personas trans están dentro del sistema de salud formal, que están realmente incluidas!

Todo este camino le representó a Virginia un verdadero cambio de paradigma en lo que respecta a su quehacer profesional, me cuenta que ella estaba muy cómoda con su profesión. “Esto me introdujo en un mundo maravilloso, que agradezco, me sacó de mi lugar de comodidad. Hacía 20 años que trabajaba con personas cuya patología era la disfonía, y sabía muy bien lo que tenía que hacer para tratarlas, siempre teniendo en cuenta que cada persona es distinta y que cada tratamiento se aplica a cada individualidad. En cambio, acá era todo nuevo, y todo muy diferente. Hay personas trans, sobre todo las mujeres, que están peleadísimas con su voz, y no quieren ni escucharse. Han recorrido un largo camino en el proceso de cambio de género, han atravesado varias cirugías de adecuación, y este es un camino de mucha exclusión, sobre todo del sistema de salud. Cuando finalmente se encuentran como quieren, se miran en el espejo y ven la mujer que siempre quisieron ser, su voz, y sobre todo por teléfono, les recuerda quiénes eran, y quiénes decidieron dejar de ser. Tienen todo femenino menos la voz, recordándoles todo el tiempo aquello que ya no son más. Y no sólo es la voz, sino también la manera de decir, ciertos indicadores en el discurso. Por lo general, las mujeres trans llegan al consultorio con un camino muy intuitivo ya hecho, hablan más agudo, y generalmente de manera nasal, para acomodar su voz a una voz más femenina. Acá quiero reflexionar sobre otro tema interesante, hasta acá estamos hablando desde una perspectiva binaria de los géneros, o sea, varón/mujer. Pero también llegan personas a las que no les importa tener una apariencia de mujer y seguir hablando con una voz de varón, o al revés.  Por esta razón me ubico en un lugar de escucha empática y les pregunto cuál es su deseo con relación a su voz. Una vez llegó al consultorio una mujer que mantenía su nombre de varón en el documento, pero quería agudizar un poco la voz. Cada paciente es una singularidad, yo me acomodo a cada unx en función de su deseo. Por esta razón yo no puedo hablar en términos de colectivo, hablo en términos de diversidad”.

Otra reflexión muy interesante que hace Virginia es la de entender que siempre son las personas cisgénero (las personas que se identifican con la asignación sexo-genérica al momento de nacer) las que hablan de las personas trans, desde los ámbitos académicos, profesionales, etc., en lugar de convocarlxs a estas mesas, invitarlxs y escuchar su experiencia en primera persona. Por esta razón, en una oportunidad la convocaron a dar una charla en la carrera de licenciatura en fonoaudiología y decidió ir con An, aquel chico trans que la introdujo en este increíble universo. Ella contó su experiencia desde lo profesional, muy escuetamente, y dejó que él contase su historia desde su propia vivencia, desde su propia experiencia. Cuenta que el resultado del encuentro fue “alucinante”, para ella, para él y para las personas que asistieron a la charla. “Me interesa que esté la voz de la persona, en primera persona”, dijo. 


Esto me resulta especialmente interesante, ya que la voz implica la palabra, la posibilidad del no silencio histórico al que la comunidad trans ha sido sometida, y por otro lado, la voz como consecuencia de aquel trabajo realizado entre lxs dos, con su timbre, su color y su propia y única identidad. 


Virginia Zangroniz se ha convertido en una referente para la fonoaudiología sobre estos temas de trabajo de la voz con la comunidad trans, no sólo a nivel local, sino regional e internacional. Sin mucha cuestión teórica, más bien partiendo de una cuestión empírica, que surge del “hacer y deshacer” sostiene ella misma, su trabajo es referencia para lxs profesionales de la fonoaudiología que se sumergen en este interesantísimo mundo de la diversidad. “Poder colaborar y contribuir desde mi espacio, desde mi profesión para lograr una sociedad más justa, me hace feliz”.

La semana que pasó, el Presidente de nuestro país firmó un decreto a través del cual se obliga al estado nacional a contratar un cupo de personas trans del 1 % del total de su planta. En este marco, reflexiono sobre el rol de las militancias y entiendo que para que nuestra sociedad sea cada día más igualitaria, estas militancias adoptan distintas formas,  ésta es la forma que encontró Virginia Zangroniz, que sin dudas va en el camino correcto, tanto para encontrar su propia felicidad, como para ayudar a esta minoría tan maltratada y lastimada por nuestra sociedad durante tantos años a ser, también, un poquito más feliz.

Virginia ayuda con su trabajo a que estas personas trabajen con su voz, pero también las ayuda a poder alzarlas, a gritar fuerte y a exigir ser escuchadxos. La semana pasada, el Presidente nos mostró que escuchó estas voces, y Virginia debe estar un poco más feliz que la semana anterior, igual que yo mientras escribo esta columna.


Sobre la autora: Natalia Pretti es licenciada en Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Maestranda (tesis en curso) en Relaciones Internacionales y especialista en Cooperación Internacional. Docente universitaria y consultora política. Forma parte del colectivo VCG (Voces en clave de género).


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