Una Columna para la Moda: feminizar el entretejido de la Economía

Visibilizar las problemáticas de género va más allá de que haya presencia en espacios políticos o en equipos de toma de decisión. En el campo de la moda vemos mucho más claro cuál es el rol que necesitamos redefinir, para que ocupar un espacio sea posicionarnos desde él.

Durante los últimos años, y gracias a los movimientos sociales que demandan la reivindicación de derechos de quienes no hemos sido contemplades en los sistemas económicos, productivos, comerciales, institucionales y jurídicos, hemos podido darnos cuenta de todos aquellos territorios que nos fueron impedidos a mujeres y diversidades durante siglos.

Las herramientas opresivas que utiliza el sistema capitalista para reservar el espacio público a varones hetero cis parecen calzarle a la perfección al Sistema de Moda, como si hubieran sido confeccionadas a medida de la reproducción de estereotipos, patrones de consumo, explotación y tipologías de cuerpos, además de manuales de estilo. Ceremonial y protocolo, a la orden de los días.

Por si esto fuera poco, la analogía continúa en las instituciones. Podríamos decir que primero las universidades y luego las marcas emulan el comportamiento de instituciones patriarcales como la iglesia católica, las escuelas, las cárceles, los tribunales o el parlamento. Estas tienen en común que fueron (y en la actualidad son) mayoritariamente espacios ocupados por varones. Las mujeres y las identidades diversas tenemos aún que luchar por la reivindicación de nuestros lugares allí. ¿Cómo sería el mundo si cotidianamente ocupáramos lugares de poder?

La moda como sistema se ocupó de reforzar y remendar nuestro papel como adornos sociales, como cuerpos inertes: somos lindas, calladas, ubicadas… Inteligentes, pero sutiles. Si no reunimos estas cualidades o demostramos ser lo contrario, no merecemos aparecer en público porque somos molestas. Las mujeres cis somos las muñecas que nos dijeron que podíamos ser. Y las diversidades no existen. Aún cuando logramos salir del estado de sometimiento cultural y de sumisión colectiva, nos comportamos reproduciendo los patrones de aquello que vimos que se hace en público. Sí. Nos comportamos de forma patriarcal. Es decir, tenemos una porción de lo que llamo “Feminismo patriarcal”.



Hablar de política en Diseño no sólo es necesario, sino que es además una herramienta que nos habilita a decidir de forma colectiva, dejando de estar ensimismades y superando nuestras expectativas puramente estéticas. Comprender que el sistema dentro del cual funcionamos es económico, social y político, y que cada decisión que tomamos nos lleva a un lugar inherentemente responsable con otres, es una toma de conciencia. No se trata sólo de un cambio de paradigma. Es algo que sucede aunque no lo veamos. Por eso, se vuelve necesario hablar de moda en relación a la economía y al sistema tributario.

Se nos pide ser más transparentes, pero… ¿Acompaña el sistema tributario a pequeñes productores locales? ¿Cómo podemos las emprendedoras lograr posicionarnos en un lugar que favorezca nuestro desarrollo, además de incluir el disfrute y el ocio, cuando lo único que conocemos es el sacrificio? Es necesario que, además de esforzarnos de forma individual, encontremos formas propias de organizarnos colectivamente, desde la grupalidad.

Teniendo en cuenta que históricamente las feminidades somos relegadas al terreno del consumo, pese a que en la mayoría de los casos cobramos menos que los varones, además de hacernos cargo de todas las tareas de cuidado: ¿Cómo podríamos pensar un sistema de producción en el que estén contempladas las horas de cuidados y el tiempo que necesitamos para el ocio? Según Juliana Jimenez, profesional de Ciencias Económicas, el tiempo de ocio es el que nos permite recrearnos, regenerarnos e inspirarnos, para crear y tener también un mejor rendimiento laboral.

Con respecto a la inequidad del sistema tributario, y en virtud de arrojar luz sobre algunos puntos claves, conversamos con Agustina O’Donnell[1]abogada especializada en derecho tributario con perspectiva de género. Según su mirada, "la desigualdad estructural de las mujeres, como la llama Roberto Saba, no es por su menor capacidad o educación, sino por el rol que en todas las sociedades se les asigna desde los orígenes mismos de la humanidad. En el plano laboral y económico, este tipo de desigualdad se traduce en un número: 257, que son los años que se necesitan para que hombres y mujeres sean iguales. De ahí la importancia de mecanismos legales y políticas públicas y privadas que aceleren el camino a la igualdad real. Es recién en ese momento que se va a poder decir que la renta va a ser neutral al género porque se van a eliminar las diferencias. La principal es la maternidad que para muches es considerada incluso en este análisis una penalidad porque deja a la mujer en carrera al costado viendo pasar a sus colegas competidores".

 

 

A partir de esto surge una inmediata pregunta: ¿Por qué aún estamos relegadas a estos roles de cuidados? Si nuestro género es inherente a los cuidados, sea de hijes o de personas mayores, resulta aún más acotado el espacio de desarrollo que tenemos disponible. Esto se ve reflejado en una forma individualista de organizarnos. Quienes contamos con algunos privilegios logramos ser profesionales. Sin embargo, tradicionalmente las mujeres cis hemos quedado oprimidas en un territorio estrecho: el hogar, en silencio y sumisión, con el objetivo principal de procrear.

Acerca de esto, un estudio realizado en 2005 por Carla Arévalo y Jorge Paz[2] trae a escena el panorama ocupacional de la mujer. El análisis parte de un concepto amplio de actividad, el cual incluye actividades remuneradas (también llamadas "generadoras de valor", orientadas al mercado) y no remuneradas (orientadas al hogar: trabajo doméstico no pagado para uso del propio hogar y el cuidado de niñas/os y/o adultas/os). En este último grupo es donde hay mayor desempeño de las mujeres cis.

Sin embargo, actividades como la educación, el cuidado personal y el tiempo libre (ocio) - entre otras- quedan por fuera de los parámetros tenidos en cuenta al momento de reflexionar sobre la utilización del tiempo. A la vez, el sistema del entretenimiento y la moda han sido principales promotores de reforzar este rol. En consecuencia, hoy lidiamos con varios mandatos. Está establecido que, si estamos en un lugar público, somos propiedad de alguien. Aún no somos consideradas autónomas. Y esto se traduce en los números. Frente a este comtexto, sostenernos a nosotras mismas es, cuando menos, una odisea.

Según O’Donnell, "un sistema tributario amigable al género es aquel en el que los impuestos tengan en cuentas estas diferencias. Por ejemplo, hay beneficios que las mujeres no usamos porque en general, por estar menos empleadas y peor remuneradas, acumulamos menos ahorros y generamos menos patrimonio; otros que benefician a sectores en el que estamos subrepresentadas, como el sector financiero y bursátil. No se trata de eliminar esos beneficios, que son una decisión de política tributaria en razones justificadas por el Congreso, sino de incorporar otros que hoy no están, con dos claros objetivos: por un lado, aliviar la carga tributaria de la mujer más vulnerable, a la que el IVA sobre pañales, leches y demás productos de primera infancia, por ejemplo, le pesa más que el resto y son productos que aunque quiera no puede prescindir (...)".

Cuestionar privilegios no se trata de una lucha empedernida por parte de poblaciones oprimidas. Se trata de reconocer y reformular cuestiones que nos atañen a cada une de quienes conformamos esta sociedad. Es necesario revisar costumbres, comportamientos, expresiones, usos de los objetos, así como la distribución y el empleo que hacemos de nuestro tiempo y de nuestro dinero. O’Donnell continúa profundizando en la temática y remarca: "La misma situación se da con los productos de higiene menstrual que las mujeres usamos casi toda la vida y sin los cuales no se puede llevar una vida social, laboral, educativa, etc., y con los productos para la prevención del embarazo de uso de la mujer, en un país con niveles récord de embarazo adolescente y con una demorada ley de interrupción voluntaria del embarazo como tienen la mayoría de los países del resto del planeta".

 


Evidentemente, por cómo se encuentra configurada la sociedad, las mujeres cis requerimos de muchos más recursos para desenvolvernos dignamente en nuestra vida. Dejando a un lado los productos estéticos, nuestro tiempo para la higiene, tanto como la educación y los materiales para llevarla a cabo, requieren de un uso del tiempo diferente, lo cual justifica que nuestra remuneración sea mayor. Algo similar sucede en el caso de las identidades trans, en lo que respecta al tratamiento hormonal y a los artículos o demás intervenciones para realizar su transición. Por otra parte, el tiempo que tenemos habilitado para el ocio lo destinamos a actividades que nos obligan a continuar cubriendo mandatos. De alguna forma, se nos hace cómplices de nuestro propio exilio. ¿Cómo valoramos entonces nuestro tiempo al momento de producir un bien o servicio?

En palabras de O’Donnell, "el otro gran objetivo de un sistema tributario amigable al género es pensar qué tipo de beneficios o deducciones necesita la mujer para ingresar al mercado laboral y mantenerse en el mismo a pesar de la maternidad, la deseada y la no deseada. Estos beneficios también pueden ser para sus empleadores para que las contraten".

 

Cabe destacar la relevancia de iniciativas como la creación de Ministerios de Géneros y Diversidades a nivel nacional y en cada provincia, o la apertura de una Dirección de Economía, Igualdad y Género, que impulsan -entre otros- proyectos como el Cupo laboral travesti trans, por el cual el colectivo LGBTTQIA+ viene luchando desde hace varios años. Estos proyectos reivindicativos ponen de manifiesto la urgencia y la necesidad que venimos acumulando a nivel social.

 

En referencia a este punto, podemos citar otra voz autorizada. Mercedes D’Alessandro, Directora de Economía y Género, recientemente declaró[3]: "En la Argentina existen brechas de desigualdad estructurales, ya que las mujeres ganan menos que los varones; una brecha que se incrementa en el mercado informal, así como también una gran asimetría en la distribución de las tareas de cuidado no remuneradas. Todas cuestiones que inciden en la inserción laboral de mujeres".

"La perspectiva de género que trae el gobierno de Alberto Fernández y el ministro Guzmán es una herramienta para abordar los problemas de pobreza, desocupación y precarización laboral, donde las mujeres son mayoría. Para dar cierre a esos problemas tenemos que tener perspectiva de género".

Los roles que estamos empezando a desempeñar las mujeres y diversidades en relación a la producción y el trabajo aún están supeditados a estructuras anacrónicas. Es responsabilidad de quienes están más cerca de sectores de poder y de toma de decisiones responder a las demandas, escuchar el contexto y la historia que nos atraviesa. Incorporar los activismos e integrar problemáticas se transforma en una inminente demanda a la política de Estado.

Para alcanzar la equidad entre géneros en la industria de la moda, los desafíos que quedan desde una mirada económica también son enormes: necesitamos crear de forma transversal una red de apoyo que nos permita dejar de competir, para comenzar realmente a colaborar entre nosotres. Sabiendo que mujeres cis y diversidades conformamos la mayor parte de la cadena productiva, es nuestro momento de aunar sectores, logrando una voz firme para decir y llevar adelante los cambios que necesitamos.

Continuar pensando de forma individual o segmentada, es continuar dando vueltas sobre las mismas problemáticas, mirando la urgencia, sin encontrar soluciones a mediano y largo plazo. Si queremos feminizar la economía, en la unidad encontraremos la potencia. Ya no necesitamos pedir permiso.



REFERENCIAS

[1]  Abogada. Profesora de Derecho Financiero y Género en la UBA.

[2] Carla Arévalo (IELDE-UNSa) y Jorge Paz (CONICET-IELDE-UNSa) en CONICET Digital 12313 Desigualdad entre géneros en el uso del tiempo total de trabajo (remunerado y no remunerado). Una exploración para la Ciudad de Buenos Aires

[3]https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-ministerio-de-economia-puso-en-marcha-la-mesa-federal-de-politicas-economicas-con



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