Una columna para la moda: Educar, aprender y diseñar para mejorar la realidad

Hablamos con Moriana Abraham, Directora de la Carrera de Posgrado en Diseño Textil y de Indumentaria sobre los desafíos de docentes y profesionales en el ámbito del diseño, así como los cambios que atraviesan las instituciones en los tiempos que corren.


Por Natsue Kiyama y Victoria Zaccari


A lo largo de nuestros artículos, fuimos hablando (en parte) acerca de los aspectos que privilegian o limitan el desarrollo de las capacidades productivas tanto de las costureras como de cada uno de los oficios que componen la industria de la moda.

El acceso a la educación es fundamental para el desarrollo de las posibilidades. Nosotras no hubiéramos podido acceder a una educación formal en diseño de no haber contado con el capital social, económico e intelectual con el cual contamos.

A fin de revisar en profundidad lo que comprende la educación en Diseño y cuál es su alcance, hablamos con Moriana Abraham1, Directora de la Carrera de Posgrado en Diseño Textil y de Indumentaria (FAUD-UNC), quien lleva 30 años de experiencia en el campo de la Educación y del Diseño.



N y V: En una línea del tiempo, ¿cuáles fueron los cambios más radicales que atravesó a nivel académico el diseño?

M: Uno de los cambios más significativos que veo es la profesionalización del diseño. Aún hay prejuicios en torno a las tareas y el rol del diseñador que dificultan su profesionalización, sobre todo en diseño gráfico y de indumentaria. En cuanto al diseño industrial, el prejuicio es menor porque se relaciona a la industria y a la empresa.

Otro cambio importante respecto de tiempos anteriores es la revalorización del trabajo del diseñador y el proceso creativo. El diseñador no sOlo es un creativo, sino que también tiene que conocer el contexto social, cultural, político y económico, para comprender los problemas que está queriendo resolver y mejorar la calidad de vida de las personas.

Además de esto, un cambio radical se dio también con la incorporación de las nuevas tecnologías: informática y computación en los 90, y en la última década las redes sociales. Internet atravesó los sistemas educativos, el acceso a la información, la posibilidad de investigación, y permite conocer lo que sucede en otros lugares del mundo.

La academia intenta acompasar muchas cuestiones hegemónicas: el paso de lo artesanal a lo industrial, a las altas tecnologías; tratar de responder de manera globalizada problemas locales y globales; producción masiva para responder a un consumo masivo. Esto se adoptó rápidamente en las universidades.

La globalización en un primer momento abrió muchos caminos en la enseñanza y los procesos de esta. Sin embargo, actualmente cerró posibilidades, aunque haya muchas ofertas diferentes.

Hasta hace un tiempo se estaba enseñando la concepción hegemónica del diseño (relacionado a la concepción tradicional de producción), ligada a un desarrollo capitalista y globalizado en el que supuestamente “todos tenemos posibilidades e interés de acceder a lo mismo”, lo cual no creo que sea así. Hay muchas necesidades y realidades locales, regionales, territoriales, en Argentina y Latinoamérica. Los países atraviesan distintos procesos, momentos de desarrollo, situaciones políticas, y el diseño se vincula directamente con eso. El diseño nace y existe gracias al desarrollo productivo en el siglo XX, y se vincula directamente al desarrollo que puede tener o no un país, región o sociedad.

Otro de los conceptos que se adoptó de forma solapada es la obsolescencia programada, promoviendo la idea de que “hay que cambiar”. Desde hace 15/20 años se incorpora el concepto de moda en el diseño.


La obsolescencia programada es un mecanismo que se introdujo en la industria a mediados del Siglo XX para promover el consumo y consecuentemente la producción, con el objetivo final de generar más ventas de productos que duraran menos e incrementar los ingresos de las corporaciones. A los materiales que originalmente eran más duraderos se les aplicaron procesos para acortar su vida útil2.


N y V: ¿Cuáles creés que son los factores que permitieron que actualmente tengan espacio propuestas como el Posgrado en Diseño Textil y de Indumentaria, además de otros eventos en esta transición entre paradigmas?

M: Los cambios de paradigmas se van construyendo con el transcurso del tiempo. En los últimos 10-15 años empezó a notarse la existencia de una mirada diferente que, entiendo, conforma el paradigma actual, y que lentamente llega al diseño y a las academias.

El diseño y producción sustentables, los cambios en el consumo y la finitud de los recursos vinculada al cambio climático, surgen como respuesta al consumo masivo, el fast fashion y el capitalismo. Los programas educativos se actualizan en la práctica, pero demoran un poco más en hacerlo oficialmente. Los profesores (en su mayoría diseñadores) detectan cambios a los que generalmente adhieren y los aplican en sus enseñanzas y experiencias, pero la transformación de las currículas lleva un tiempo más largo. Esto se relaciona con aplicar estos conceptos de manera integral a lo largo de la carrera. Los cambios los vamos generando siempre las personas que tenemos otra mirada.

El paradigma que acompaña el consumo desmedido ha llegado a un límite de crecimiento y necesita entrar en un proceso de decrecimiento, programado y sustentable, y que esta sustentabilidad se aplique en el desarrollo de la sociedad, no concibiendo el desarrollo como producir más. Se comprendió desde hace un tiempo y desde la academia que un paradigma no reemplaza al otro, sino que existen en paralelo. Hay muchas personas, “consumidores”, que están buscando nuevas formas de vivir, eligen habitar de una manera diferente, pero siempre supeditado a las clases sociales.


Si sumamos las economías alternativas, regionales, más pequeñas, veremos que representan una parte importante del desarrollo económico de cada país; y que esas economías, sobre todo en Latinoamérica, son las que mueven un montón de regiones. Por esto, necesitamos aprender otra manera de potenciarlas. 


Es ahí donde entra el concepto de sustentabilidad en todos sus aspectos: desarrollo productivo, economías regionales, producciones circulares, relación entre los actores y sus procesos, adaptado a la realidad de cada sector (no al revés). El futuro es colaborativo, sobre todo en países como el nuestro.


N y V: ¿Creés que pueden modificarse la educación y el diseño?

M: Sí creo que pueden modificarse la educación y el diseño. Creo que sí, aunque lleve un tiempo largo. Lo vengo experimentando, pero tampoco es tan largo. Creo que es una cuestión de voluntades. Hay que pelear batallas dentro de las instituciones educativas, e ir sumando granito por granito de arena para que esto suceda. Creo que hay que trabajar en redes.

¿Qué es lo que hacemos desde el posgrado, desde la carrera de especialización?

Creo que tenemos que mostrar otros espacios, miradas, conceptos, pensamientos, autores, realidades. Porque sí creo que pueden convivir distintas formas de educar o distintas prácticas educativas. No solo pueden, sino que deben. Porque en Argentina tenemos ese trabajo en universidades públicas. Estas universidades dependen del Estado, y el Estado debe proponer y debe proveer de estas distintas miradas dentro de sus instituciones, cuyo objetivo o su razón de ser se relaciona con la construcción del conocimiento crítico y del pensamiento crítico principalmente, con una mirada siempre abierta, siempre diversa y mucho más abarcativa.

O sea, no puede quedarse en un solo paradigma, sino que siempre tiene que estar buscando qué es lo que necesita la sociedad, qué es lo que necesita el país, cuáles son las políticas que podemos implementar en relación a todas estas cuestiones.


N y V: ¿Cómo ves el diálogo entre diseñadores? ¿Cómo estás viendo la evolución del vínculo entre el diseño y otras disciplinas?

M: El diseño al fin se está vinculando fuertemente con otras disciplinas. Esta última década se nota fuertemente desde la Academia. Mucho, mucho más de lo que era a fines del siglo XX, y desde la práctica muchísimo más. El trabajo interdisciplinario se empieza a desarrollar con fuerza en esta última década.

El siglo XXI vino a mostrarnos eso, que cuando hablamos de colaboración, hablamos de equipos y hablamos del diseño. Jamás el diseñador pudo trabajar solo. Eso está arraigado con el diseñador. El tema es que en algunas disciplinas, como en el diseño de indumentaria, por ejemplo, se fomenta fuertemente el diseñador estrella, el diseñador como un creativo inspirado que desarrollaba su profesión y luego producía para que alguien lleve adelante sus locas ideas.

En el diseño industrial también a veces se piensa en eso, pero no es así. Siempre hay un proceso, donde participan ingenieros, diseñadores gráficos y expertos en oficios. Los oficios siempre fueron muy importantes en relación al diseño. No sé qué haríamos los diseñadores si no existieran carpinteros, bordadores, muchísimas personas que conocen el oficio y que manejan el proceso. Participan en el proceso creativo en otros aspectos, y son creativos a la vez, porque aportan desde su mirada cosas que los diseñadores necesitamos aprender.


Yo entiendo en este momento que la evolución del vínculo entre el diseño y otras disciplinas, y el diálogo entre diseñadores, se tienen que dar de esa manera. El diseñador no es un director de orquesta. 


A veces sí, pero en general el diseñador participa de la orquesta. Hay un equipo que tiene que funcionar de manera colaborativa, participativa. Hay un intercambio de saberes permanente, pero alguien también lo dirige. A veces el diseñador, a veces son todos, a veces hay un director de equipo, Project Manager le llaman. No me gustan las palabras en inglés, pero es importante que se entienda que estos equipos y este trabajo interdisciplinario muchas veces tienen que estar equilibrados, tienen que dar espacio a cada uno de los que intervienen para que puedan desarrollar sus habilidades y transmitir sus conocimientos en el tiempo y el espacio que corresponden. 

 

N y V: Si pudieras mirar en prospectiva, ¿cómo te imaginás el rol de las y los diseñadores dentro de 5-10 años? 

Trabajando en equipo, interdisciplinariamente, y desarrollando políticas, sistemas, estrategias, metodologías y prácticas de diseño sustentables, de desarrollo sustentable. Y hablo de sostenibilidad en todos los aspectos. Que la sostenibilidad esté pensada desde que llega al diseñador es el problema. Y cuando hablo de problema no hablo solamente de que el diseñador sea un solucionador de problemas, sino de que, ya sea contratado, independiente, emprendedor, dueño de su propio emprendimiento, empresario, docente, activista o periodista, el diseñador (desde el lugar que le corresponda o donde ha decidido desarrollar sus prácticas de diseño) proponga desde una mirada que contemple la realidad social, económica y política de su entorno o de su región, de su lugar o de su país, o de su región macro.


Ser sustentable en todos los aspectos (económicos, políticos, sociales, culturales, ambientales) no se contradice con el desarrollo, con un buen desarrollo económico y social. 


En algunos casos puede haber necesidad de inversión. En otros casos sólo hay necesidad de transformar las prácticas. Y en otros, hay necesidad de relacionarse de manera diferente con los actores intervinientes, con todos los que participan en esa cadena de diseño.

Es un trabajo arduo a veces, porque cuando uno empieza a mirar realmente cuál es la problemática que lo rodea... Y cuando uno está dentro de una empresa como empleado, necesita muchas veces discutir estas cuestiones y muchas veces no va a encontrar eco fácilmente. Pero es importante. Conozco varios casos donde ser sustentable ha permitido economizar dinero dentro de empresas, donde ser sustentable ha permitido llevar adelante desarrollo de propuestas muy creativas e innovadoras, donde el concepto de sustentabilidad o sostenibilidad ha permitido el desarrollo de grupos vulnerables.

Obviamente estos ejemplos que estoy dando no son masivos en este momento. Son pequeños, se desarrollan en determinados lugares, algunas empresas. Pero es importante hacer conocer estos contenidos, estos conceptos, estos ejemplos de acciones, para que la sociedad entienda, y en general las academias y los diseñadores en su práctica empiecen a ver. Lo vamos haciendo y lo vamos viendo, lo que lleva a decir que surte efecto. Digamos que llega a buen puerto, que es posible.

Quizás en nuestro país, por la situación económica, general y social, no es posible ser sustentable ciento por ciento ya, pero se puede trabajar en pos de una política para pensar que de acá a cinco, diez, quince, veinte años lleguemos a determinados objetivos. La sustentabilidad en el diseño no es una opción, no es una característica que se pueda decir "bueno, quiero, tal vez tengo ganas de ser sustentable". Es inherente al diseño. El diseño ha llevado a un desarrollo de 150 años aproximadamente. En este momento está en una situación fuertemente de riesgo, donde pone en riesgo los recursos naturales, el trabajo de las personas, la calidad de ese trabajo, la calidad de vida de las personas; donde pone en riesgo muchas cosas. Para mí va a ser una disciplina poco valorizada si no actuamos de esta manera. Estamos subestimándonos y subestimando lo que hacemos si no entendemos la influencia del diseño y cómo afecta el diseño al desarrollo productivo de un país.


N y V: ¿Creés que les diseñadores podemos/debemos ocupar otros territorios para colaborar en la resolución de nuestras problemáticas (sociales, políticas, económicas, etc.)?

Los diseñadores podemos y debemos ocupar otros territorios para colaborar en la resolución de nuestras problemáticas sociales, políticas y económicas. Totalmente. Debemos y podemos. Es más, debemos.

También debemos pensar en cuáles son las problemáticas. Primero, entender que lo social es todo. Cuando hablamos de sociedad, entonces debemos pensar en los grupos más vulnerables. Y también debemos pensar en los otros grupos. Las clases medias-altas o altas son las que adquieren nuevas maneras de consumir. Las que pueden fomentar o pueden invertir. Las empresas que tienen mayor desarrollo y mayor capacidad económica son las que pueden invertir en investigaciones en un montón de cuestiones relacionadas al desarrollo.

Entonces, desde la academia (la universidad), desde nuestras prácticas educativas, tenemos el compromiso de desarrollar vínculos estratégicos con las empresas. Relacionarnos con las empresas que nosotros necesitamos que conozcan estas nuevas prácticas. Proponerlas y llevarlas adelante. Desarrollar, inmiscuirnos, meternos en los ámbitos donde creemos que es necesario estar.


Es necesario como personas, como colectivo, como grupo, como equipo o como diseñadores entender que hay problemáticas donde debemos participar de otras maneras, quizás no llevando adelante el diseño de un producto, sino estrategias, servicios, políticas, acciones participativas, colaborativas que fomenten y desarrollen estas nuevas prácticas y este intercambio de saberes.


Las áreas predeterminadas para ciertas profesiones comienzan a encontrarse con otros espacios de la sociedad, y esto habilita búsquedas interdisciplinarias y colaborativas. Así, se generan debates, soluciones y construcciones más integrales, a la altura de los desafíos que tenemos como sociedad.

Como diseñadores tenemos la responsabilidad de redefinir y reforzar nuestro rol en la sociedad. Para ello es necesario que la academia, como espacio de formación, brinde herramientas acordes con nuestra historia y nuestro contexto. Desde la teoría y sobre todo desde la práctica, en la que la polarización entre contenido y realidad empieza a desaparecer, lo cual da lugar a la visibilización de demandas, desafíos y necesidades reales y urgentes.

Este cambio puede realizarse en conjunto. Es sumamente peligroso continuar interactuando bajo los reglamentos aún vigentes. La academia debe escuchar las demandas de sus estudiantes, así como trabajar en conjunto con el Estado para lograr los cambios necesarios en el ámbito educativo. De esta manera, ampliaremos el espectro para que haya profesionales capaces de transformar el espacio que habitamos.


Sobre las autoras: Victoria Zaccari es escritora y activista. Especializada en Moda y Sostenibilidad. Da capacitaciones y conferencias sobre moda, política, géneros y sociedad desde una mirada no binaria y equitativa. Forma parte de la organización feminista No Tan Distintas y del Centro de Formación y Pensamiento Génera. Voluntaria en Fashion Revolution Argentina. Coordinadora de Una Columna para la Moda.

Natsue Kiyama es diseñadora de indumentaria y emprendedora en Turmalina, pantuflas artesanales. Miembro de Global Shapers Córdoba, Cromosoma diseño social y Colectivo en Construcción. Investigadora en Diseño Con.Texto -diseño local e influencias contextuales- y +Acceso -investigación en torno al diseño, la indumentaria y las personas con discapacidad-. Autora en Una Columna para la Moda.


REFERENCIAS

1. Diseñadora industrial y gráfica. Docente e investigadora en Morfología en la Carrera de Diseño Industrial de la UNC, en la Licenciatura en Diseño Industrial en UNL y en la Carrera Diseño Gráfico de la Universidad Blas Pascal.

Desde el año 2007 es coordinadora y docente en el sector Diseño de Indumentaria.

Desde 2014 coordina en la Escuela de Graduados de FAUD, UNC el Cursos de Posgrado: Nuevos Paradigmas en el Diseño de Indumentaria” y “Diseño de Indumentaria, FAUD/INTI" cuyo eje es la sustentabilidad en el diseño.

Desde 2020 dirige la Carrera Especialización en Diseño Textil y de Indumentaria en FAUD/UNC. Socia fundadora del estudio Que! Diseño.

Se desempeñó como curadora, coordinadora, jurado, mentora y capacitadora en distintos eventos y convocatorias públicos y privados sobre Diseño industrial y de Indumentaria en Córdoba y en Santa Fe desde 2013 hasta la fecha.

2. Ver Documental “Comprar, tirar, comprar. La historia secreta de la obsolescencia programada” Cosima Dannoritzer.

 



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