Un poco de amor francés

El certificado sanitario implementado por Emmanuel Macron y su contundente discurso puso en tela de juicio el "derecho a la libertad" que reclaman quienes se oponen a las medidas de cuidado. Un ejemplo a seguir.

"Está vez se quedan en casa, nosotros no", sentenció el Emmanuel Macron. El mandatario francés arremetió contra los ciudadanos que se niegan a recibir la vacuna contra el coronavirus en su país y reivindicó la implementación del certificado sanitario. Pese al descontento que generó la medida en el viejo continente, fue tomada por las autoridades de estas latitudes como referencia. Cuando la situación sanitaria empieza a dar un horizonte de alivio, la intervención del Estado en el cuidado de la salud y del bien común aparece como la única solución viable.

“Estoy a favor de la línea francesa ahora mismo. Ya no tengo ninguna intención de sacrificar mi vida, mi tiempo, mi libertad y la de mis hijas, por quienes se niegan a vacunarse. Esta vez se queda usted en casa , no nosotros", señaló Macron en cadena nacional. El lunes 12 de julio, el mandatario francés anunció un conjunto de medidas para alentar la inmunización. Entre ellas, la generalización del certificado sanitario para poder ir a restaurantes o cines y la vacunación obligatoria para el personal de salud.

Esta decisión no le resultó gratis al gobierno de Macron. Las manifestaciones, minoritarias pero intensas, se desplegaron por distintos lugares del país galo y tuvieron su esperable réplica en los medios de comunicación nacionales e internacionales. “MACRON, TU PASE AL SANITARIO”, fue uno de los slogan que utilizaron los ciudadanos franceses para manifestar su descontento. No obstante, la medida generó el efecto deseado por el Gobierno, por más que esto no tenga la repercusión deseada en las pantallas. Al día siguiente del discurso de Macron, 1.300.000 personas pidieron turno para vacunarse, cifra que superó los dos millones esa semana. El porcentaje de incidencia del virus pasó de 32,2 casos por cada 100 mil habitantes el 9 de julio, a 63,5 casos el 15.



Aquí, quien dio el puntapié para adoptar una política similar fue el Gobierno de Axel Kicillof. El sistema de "pase sanitario" se comenzará a implementar en territorio bonaerense para que los locales comerciales puedan recibir una mayor cantidad de persona. “Será un reconocimiento a quienes se vacunaron, incluso mientras hubo una campaña anti vacunas. Acá hay un reconocimiento en lo individual y en lo colectivo”, enfatizó el mandatario bonaerense. Su ministro de Salud y uno de sus principales laderos durante la pandemia fue más allá. "La vacuna debería ser obligatoria", sostuvo Daniel Gollan.

"En el mundo los pasaportes sanitarios se utilizan mucho por dos motivos, primero para garantizar la seguridad de las personas que hacen actividades sociales y el segundo muy importante es dar un estímulo para aquellos que están dudando si vacunarse o no", opinó el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. El funcionario cercano a Horacio Rodríguez Larreta aportó su cuota de racionalidad al tema y no dudó en manifestarse a favor de la medida. Parece algo menor, pero lograr un mínimo de consenso en el escenario político social argentino no es algo frecuente.


Ilustración @camigonzalezadel


El certificado sanitario ordenado por Macron en Francia y la firmeza de su discurso contra quienes optaron por no inmunizarse en medio de una emergencia sanitaria global puso el foco nuevamente otra vez el rol del Estado y la disputa de sentido que se da a través de las decisiones políticas. Desde el plano discursivo y desde el plano de la acción, el presidente de Francia le marcó los límites a quienes alzan la bandera de la libertad pero dejan en segundo plan el bienestar colectivo de la sociedad. ¿Existe ese tipo de libertad?. 

En Argentina, Juntos por el Cambio rechazó casi todas las medidas que el Gobierno nacional tomó para paliar los efectos del virus. Tal es así que resulta inverosímil a esta altura que Alberto Fernández llame a una cadena nacional, tal como lo hizo Macron, y comunique una medida de ese estilo o la obligatoriedad de la vacuna sin recibir el rechazo de la sociedad y de los referentes de los principales referentes opositores, lo que resulta aún más grave. A quienes se oponen a todo, un poco de amor francés no les viene nada mal...


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