Tasas de interés e inflación en países desarrollados y economías emergentes

 Por Lucía Sánchez Barbieri - integrante del OCEPP


Entre 2021 y 2022, la gran mayoría de los países del mundo observaron al alza los precios del mercado interno. En la actualidad, con la finalización de la restricción a la circulación para evitar la propagación del COVID-19, las tensiones inflacionarias generadas a partir de la recuperación económica, se intensificaron con el conflicto entre Rusia y Ucrania. Las explicaciones son muchas: baja de tasas de interés para contener al mercado laboral y al consumo en países desarrollados, cuellos de botellas en las principales ramas productivas y cadenas de valor a nivel global, problemas persistentes en las cadenas de suministro, el freno al transporte de carga que ralentizó el comercio y distribución, el encarecimiento de las materias primas, la relajación de las políticas monetarias en casi todos los países, entre otras. A ello, se suma la concentración en la importación de gas (el 30% del gas europeo proviene de Rusia) y sobre el comercio mundial de trigo y maíz (Rusia y Ucrania comercian el 30% del trigo y maíz a nivel mundial).

Es importante reconocer que el contexto inflacionario no es únicamente argentino. La inflación perforó los límites históricos en países desarrollados y en vías de desarrollo:  llegado abril del 2022, Alemania registró la tasa de inflación anual más alta en casi 50 años (7,3% var i.a) y Estados Unidos, la más alta en 40 años (8,3% var i.a)-. En otra punta, el Índice Nacional de Precios al Consumidor Amplio de Brasil creció 12,3% varía para abril del 2022, el valor más alto desde 1993.

Tasas de interés e inflación en Estados Unidos

En el escenario inicial de la pandemia, la política de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) llevó a cabo medidas de emergencia para sostener a la economía. Las mismas consistieron en la reducción a cero de las tasas de interés, ayuda económica para desempleados, suspensión de  los desalojos y asistencia a las empresas, entre otras.

En relación a la tasa de interés, parece existir cierto consenso en la ortodoxia económica respecto al  papel central que tiene en la determinación del gasto de inversión y el ahorro. A grandes rasgos, la relación entre la tasa de interés y la inversión es negativa, es decir, si aumenta la tasa de interés, disminuye la inversión. La inversión tiene, a su vez, peso respecto a la generación de empleo que a su vez, determina el consumo. En este esquema simple de una realidad compleja es que interpretamos la decisión política y económica para bajar la tasa de interés en un contexto de ralentización económica.

En la actualidad, los indicadores productivos se consolidaron tras la caída entre el 2020 e inicios del 2021 y las estadísticas del mercado laboral estadounidense se mantienen estables. Sin embargo, como anticipamos, la dinámica inflacionaria de Estados Unidos continúa alarmando a las autoridades. Para atender ello, se dio una cuarta alza consecutiva de las tasas de interés de la FED: 25 puntos básicos en marzo, 50 puntos en mayo, y 75 puntos en junio.

El desafío en los próximos meses de las autoridades estadounidense deberá atender de cerca no solo la dinámica inflacionaria sino también el encarecimiento de vida que supone el aumento de las tasas de interés de la FED. Es importante mencionar que la progresiva distancia de una tasa de interés nula, produce un aumento de costos de los préstamos. En economías como Estados Unidos, con elevados niveles de endeudamiento -hipotecas, préstamos para autos, tarjetas de crédito-, la medida supondrá un esfuerzo extra para evitar el enfriamiento de la actividad económica.

¿y los países emergentes?

Luego de la pandemia, las economías de América Latina pudieron consolidar la recuperación económica. Sin embargo, las condiciones financieras a nivel mundial son cada vez más restrictivas. Si bien el alza en el precio de las materias primas producto del conflicto Rusia-Ucrania acompañó en cierta medida el viento de cola para países exportadores de este tipo de bienes -suavizando el impacto del encarecimiento de las importaciones energéticas-, la tendencia parece estar revirtiendo.

Por un lado, en regiones y países como el nuestro, un aumento en las tasas de interés de los bonos de la FED se traduce en la necesidad de ofrecer una tasa mayor para evitar la fuga de capitales extranjeros en los mercados emergentes, atraer a los inversores y captar financiamiento. Es decir, al aumentar la tasa de interés, los bonos de la FED son más atractivos -especialmente en momentos donde el mercado se vuelve más conservador- respecto a los bonos ofrecidos por las economías emergentes.

Por otra parte, la suba en la tasa de interés de la FED brinda mayor peso y fuerza al dolar. En este sentido, la moneda estadounidense resulta más atractiva frente a otras monedas (como el peso argentino) pero también frente a otros activos financieros, tales como las materias primas. En este escenario, existe un posible impacto a la baja en los precios de los commodities que Argentina comercializa . A la vez, el impacto que tendrá la suba de tasas de la FED sobre nuestros principales socios comerciales (especialmente Brasil), anticipa un escenario de deterioro en materia de restricción externa.

¿y Argentina?

Como veníamos analizando, la suba de las tasas de interés de la FED tendrá su impacto sobre el sector externo argentino, lo que aumentará las tensiones de la economía argentina actual. En este escenario local, debemos tener en cuenta que la política monetaria del Banco Central de la República Argentina no necesariamente estuvo relacionada con la FED, si bien los bancos centrales de otros países (incluidos el nuestro) sienten la presión a seguir la corriente.

Llegado fines de julio, el BCRA subió 800 puntos básicos la tasa de política monetaria, pasando de 52% a 60% anual en las Leliq a 28 días -siendo la séptima alza en lo que va del 2022-. De esta manera, se presenta un giro a favor del acuerdo ante el FMI (la búsqueda por ofertar una tasa de interés real positiva). La medida es acompañada por la suba en la tasa de interés de los plazos fijos de personas (61%). Lo que se busca es incentivar al ahorro en pesos por parte de los agentes privados y “su acción antinflacionaria entonces pasa en gran medida por contribuir a la estabilidad cambiaria y financiera, debiendo estar complementada con otros instrumentos de la política económica para reducir la inercia inflacionaria”           (http://www.bcra.gov.ar/Noticias/Aumento-tasa-junio-2022.asp )

Conclusión

A modo de resumen, por un lado, la suba de tasas de la FED encarece el nivel de vida y de endeudamiento estadounidense, disminuyendo el consumo e impactando negativamente en sus principales socios comerciales. Asimismo, la suba de tasas incentiva a los capitales internacionales a respaldarse en los bonos estadounidenses, lo que provoca la migración desde países emergentes como Argentina y presiones devaluatorias. Por otro lado, el dólar gana fuerza en relación a otras monedas locales (como el peso argentino o el euro) así como en el precio de las materias primas. La caída paulatina del precio de las commodities y un posible menor crecimiento de Brasil, profundizará la restricción externa al crecimiento económico argentino en un contexto de elevada inflación. Finalmente, la distribución del ingreso y otros indicadores socio-económicos, tendrá su impacto a la baja en la medida en que el crecimiento económico se ralentice.


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