(«[SIC]») Florencia Etcheves: “Me encanta escribir libros de playa”

Los libros según sus autores. Literatura, industria editorial y actualidad en un mano a mano con escritores y escritoras argentinos.

Cada novela que publica es un éxito asegurado. Desde que Florencia Etcheves irrumpió en la escena literaria argentina, no para de sumar seguidores.Todas sus novelas llegaron al ranking de los más vendidos y Cornelia, la última de la saga de los detectives Francisco Juánez y Manuela Pelari, fue llevada al cine con Luisana Lopilato, Rafael Spregelburd y Amaia Salamanca como protagonistas.

Su última novela, Errantes, que fue publicada por Editorial Planeta en octubre de 2018 y en la que inaugura —y, según nos contó, clausura— una serie de nuevos personajes entre los que se encuentran una exitosa periodista, un seductor fiscal y una ambiciosa oficial de policía, ya está entre los 5 libros más leídos de la Argentina.

En diálogo con («[SIC]»), confesó estar sorprendida por el éxito de la película en su incorporación a la plataforma de contenidos Netflix y contó cómo este hecho hizo que sus libros traspasen las fronteras y sean traducidos al italiano y al francés. Habló de la responsabilidad de comunicar en la era de las redes sociales, de la función de la literatura, de su nuevo proyecto de escritura, de su drástico cambio de vida, y hasta nos contó cómo es un día suyo desde que decidió dejar su trabajo en la televisión para dedicarse, de lleno, a la literatura.




¿Cuál fue tu primer vínculo con la literatura? 

Mi primer vínculo con la literatura fue leyendo. Yo soy hija única. En realidad, tengo una hermana, pero los primeros 12 años fui hija única y  en una época en la que no había internet, en la que no había redes sociales, en la que los chicos no iban solos a la casa de sus amigos. En una época en la que la tele era un ratito a la mañana y un ratito a la noche porque no había cable. Por lo que los niños y las niñas lo que podíamos hacer en ese momento era leer. Entonces, para mí, leer era un planazo.


¿Cuál fue el primer libro que leíste? ¿Te acordás?

No sé si fue el primer libro que leí, pero el primer libro que sí recuerdo haber leído es Mujercitas, creo que como muchas mujeres de mi generación.

 

Habías escrito – junto a otros colegas – libros de casos policiales emblemáticos. ¿Cuándo y por qué decidiste escribir ficción? 

Yo me lancé a escribir ficción en 2012. Yo ya escribía ficción, pero nunca había publicado ni tampoco me interesaba. Lo escribía porque me divertía.

Si había algo que yo veía en las coberturas que me llamaba la atención y me inspiraba, escribía un cuento o un relato, pero quedaban ahí, en la computadora. No me interesaba mostrarlo, lo hacía como un ejercicio para jugar un poco con las palabras y ya. A veces los terminaba, a veces no, me aburría en la mitad, no los corregía.


¿Y qué cambió en 2012?

En 2012 sentí que tenía ganas. De editorial Planeta me habían propuesto de escribir un policial —pero no de ficción, sino un periodístico— y la verdad es que en ese momento no había ningún caso que, para mí, ameritara un libro.

No había nada que me llamara la atención y la verdad es que no quería desperdiciar la oportunidad de que una editorial te busque. Así que, así, de la nada, les dije: “Bueno, pero puedo escribir una novela de ficción”. “Bueno, bárbaro”, me dijeron. Cuando salí de ahí fue: “¿Qué dije?”, y así me lancé.

Después me di cuenta de que tenía en la cabeza muchísimas historias y temas de los que quería hablar y quería contar. Creo que el ejercicio de haber leído y haber hecho los guiones de las notas que yo publicaba durante tantos años me ayudó mucho como backup. Me di cuenta en ese momento.


¿Cómo fue el proceso de escritura de Errantes

Errantes es un libro que sale de la saga de Francisco Juánez y de Manuela Pelari, que son quienes están en los tres primeros libros.

Me pasó que necesité cambiarlos porque después de que Cornelia pasó al cine, cuando yo pensaba en una historia para Manuela se me aparecía Luisana Lopilato y me condicionaba mucho. Yo tenía ganas de que a Manuela le pasaran cosas horribles e incluso a veces fantaseaba: “¿Y si la mato? ¿Y si mato a mi protagonista?”, y era el momento en que Luisana estaba embarazada, y yo la veía embarazada y se me mezclaba mucho. Muy poco profesional, pero bueno, me pasaba eso y me limitaba muchísimo en la libertad de hacer con mis personajes lo que se me cante. Entonces me dije: “Vamos por otro lado” y empecé a escribir Errantes.

 

¿Y cómo fue eso?

Fue como empezar de cero. Cuando tenés muy conocidos a tus personajes, como es el caso de Juánez y de Manuela, yo ya sé lo que van a hacer, sé lo que piensan.

La verdad es que me la pasé bomba. Me había olvidado eso de empezar de cero a delinear las personalidades de la gente que interactúa con las tramas que invento. Fue divertido hacer Errantes.




La protagonista de Errantes es una mujer fuerte y exitosa pero vulnerable en sus vínculos. ¿Por qué? 

Lo que me pasa cuando empiezo a escribir es que yo quiero hablar de un tema determinado. Entonces, en realidad, las tramas y los personajes son las excusas que yo invento para hablar de lo que yo quiero hablar.

En Errantes quería hablar del poder de los débiles, que era una cosa que me estaba dando vueltas en la cabeza. Tal vez tiene que ver con la revolución de las mujeres, con las marchas de mujeres. Esto de que los débiles, de repente, se juntan y empiezan a poner en jaque a los poderosos. El oprimido, que cuando se junta con otro oprimido, empieza a poner en jaque al opresor. Eso era lo que me resultaba interesante.

Entonces, para poder hablar de eso, necesitaba armar un grupo de opresores y un grupo de oprimidos. Y yo quería demostrar con Carmen (la protagonista) que una mujer, por más que se la vea fuerte, exitosa y que va para adelante, también tiene sus puntos flacos, también tiene sus vulnerabilidades, también puede ser oprimida.

Y en este caso, a Carmen, la relación con una madre —que es una suerte de mitómana o de persona de que se olvida de las cosas, que no tenemos claro si lo hace a propósito, si tiene una enfermedad  o no— a ella la vulnera tanto que sus relaciones afectivas prácticamente son imposibles. No sabe cómo llevarlas adelante. No sabe llevar las relaciones al plano de la realidad porque con su madre vive una relación prácticamente de fantasía donde, por momentos, ni se acuerda que es la madre.

Sonia (la madre) es vulnerable por estas cuestiones que tiene en su cerebro, Rosa (una amiga de la madre) es vulnerable porque es ciega y Carmen es vulnerable porque no sabe manejar sus vínculos afectivos ni el amor romántico.


¿Por qué elegiste incluir una secta? 

Porque tenía ganas de eso. Me parece que la debilidad no solamente está plantada en una cuestión física que te pone en vulnerabilidad frente a otro, sino también en una cuestión emocional. Creo que no hay personas más oprimidas que las personas que están en una secta. Son personas vulnerables que fueron cooptadas desde lo más profundo.

 

No es de lo más característico de Argentina.  

Acá hay muchas sectas, ojo. Y yo no me quiero meter con nadie en particular, pero cuando hay gente que para curarse el cáncer se mete debajo de un manto sagrado, ¿de qué estamos hablando? ¿Quién le hace creer a esa gente que su cáncer se va a curar tomando las gotitas de aceite de no sé dónde? Y, a lo mejor, no van al médico porque creen en eso. ¡Mirá el lugar de vulnerabilidad! Y esas recomendaciones suceden en los medios de comunicación.

Entonces, a veces, tenemos una idea de secta muy tradicional americana, muy Waco o muy Manson, y después prendés la tele y te encontrás con esto. Todos sabemos de quiénes estamos hablando.


Dijiste que no ibas a volver a escribir a la protagonista de Errantes. ¿Va a haber una segunda parte para la oficial Soledad Noriega? 

Soledad Noriega me gusta, pero lo que pasa es que ya tengo a Manuela. Tengo ganas de inventar nuevas historias. Probablemente, Juánez y Manuela vuelvan en otros soportes. Mucho no puedo decir, pero sí.

Y estoy empezando a estructurar una novela que me tiene como bastante fascinada. Así como en Errantes tenía ganas de hablar del poder de los débiles, ahora tengo ganas de hablar de la maldad.

Poner en cuestionamiento si podemos nacer malos, si hay gente que nace mala per se. No importa lo que le suceda, no importa si tuvo una infancia horrible. ¿Se puede ser malo? ¿Existen los bebés malos, los niños malos, los adolescentes malos porque sí?  Tengo ganas de jugar un poco con eso. Si la maldad se adquiere o si hay un gen de la maldad.


Leí que habías descartado 9 capítulos de tu última novela ¿Es así?  

Sí, escribí 9 capítulos de esa novela y en un momento me di cuenta de que la estructura no estaba funcionando.

Yo soy estructuralista, a mí lo que más me interesa es la estructura. Para mí si la estructura funciona, todo lo que vos le metas adentro funciona. Y cuando la estructura se cae, se cae; y se me caía.

En el capítulo 8 se me empezó a caer, la remé en el  9 y se caía y dije: “No se puede caer en el 9”. Así que borré y empecé a estructurar de nuevo, pero la historia va a ser la misma.

 

¿Te considerás una escritora de policiales? 

No me considero una escritora. Me considero alguien que escribe y que, hoy por hoy, tiene la suerte de poder vivir de escribir.

En este país, vivir de escribir solo libros es muy difícil, son muy pocos. Yo vivo de escribir no solamente libros, yo escribo guiones, escribo cine, escribo otros soportes.

Hoy puedo vivir de escribir. Entonces, si es lo que estoy haciendo, no me puedo dar el lujo de que en el capítulo 9 se me caiga una estructura, así que vamos de nuevo.


Dijiste que lo que te interesaba era “entretener”, que “la gente se pase de parada” leyendo tu libro. 

Sí, a mí me gusta entretener. A mí me gusta muchísimo cuando me dicen “me pasé de parada”, “se me quemó la comida” o “los chicos tienen hambre”. Hay como una suerte de cosa peyorativa cuando dicen “los libros de reposera” o “los libros de la playa” y para mí es un honor.

Para mí es un honor que una persona que trabajó todo el año y se ahorró unos pesos —primero para comprar un libro, con lo caros que están, y segundo para irse a de vacaciones— dedique un pedacito, unas horas de sus vacaciones a lo que yo hice, es un honor.

Para mí, el libro de playa es una maravilla y me encanta escribir libros de playa. No quiero ser Victoria Ocampo. No tengo el talento para serlo y ¡para qué una se va a estar frustrando por la vida! (risas).


Este año tomaste la decisión de renunciar a un éxito asegurado en la televisión para dedicarte de forma exclusiva a la escritura, ¿tuvo algo que ver tu acercamiento al feminismo?  

No, yo me autopercibo como feminista hace cosa de 3 años, pero esta decisión la hubiese tomado aunque no me hubiese encontrado con el feminismo.

Esto es muy personal y tiene que ver con la manera en que a mí me gusta vivir. Yo no sé no ser feliz, no me sale, no puedo, me frustro, me angustio, me convierto en un ser horrible que maltrata a todo el mundo que está a su alrededor. No puedo con eso, no soy resiliente, no me sale.

Y en un momento yo sentí que no estaba siendo feliz y que no tenía que ver ni con mi trabajo ni con mis compañeros, ni con el lugar en el que trabajaba, nada de eso había cambiado. Yo había sido muy feliz durante 24 años y en un momento sentí que eso no sucedía. Entonces, supe que tenía que tomar una decisión y finalmente la tomé.


¿Cómo fue ese cambio? 

Yo soy bastante ordenada, el haber trabajado tanto tiempo en televisión te ordena la cabeza. Yo fui criada laboralmente en una estructura muy grande y de mucha visibilidad —como es el Grupo Clarín, como es Canal 13 y Todo Noticias— y para que toda esa mega estructura funcione tiene que haber un orden. Tiene que haber horarios: horarios de producción, horarios de salir al aire, horarios de maquillaje. Entonces yo estoy muy seteada en el horario.

Mi último día fue el 28 de febrero, y yo al día siguiente estaba echada en el sillón mirando Netflix y dije: “Esto es genial”. Al otro día seguía echada en el sillón mirando Netflix y me fui a almorzar con una amiga y así. Hasta que en un momento dije: “Yo voy a tener que trabajar. Esto no son vacaciones”. Básicamente, tuve que entender que si ahora yo no trabajo, no facturo y si no facturo, no cobro.

Yo no soy una rica heredera, yo vivo de esto. Entonces dije: “Bueno, vamos a ordenar porque, si no, me van a comer los piojos”.

En ese momento, estaba terminando Errantes —que la empecé con media pata dentro del canal y la terminé el 18 de julio—, así que me puse con eso y, además, tenía otros proyectos que ya habían empezado.


Contanos un día tuyo. 

Yo me levanto muy temprano.  Soy como una señora grande. ¿Por qué me levanto a las 7 de la mañana sin necesidad, invierno, verano? No me lo preguntes. 7 de la mañana ya estoy arriba. Y no es que tengo el hábito de madrugar, yo trabajaba por la tarde. Me quedó del colegio, no sé.

Yo me despierto y me voy al gimnasio todos los días de mi vida. Me hace bien a la cabeza. Entreno una horita, vuelvo, me baño, y ahí ya me cambio, me siento y me pongo a escribir lo que esté escribiendo. Dos o tres veces por semana tengo reuniones con los equipos de guionistas con los que estoy trabajando en otros proyectos.


¿Escribís todos los días? ¿Tenés algún horario?

Mínimo tengo que tener 4 horas por día de escritura. Por ejemplo,  yo ahora tendría que estar escribiendo. Vine acá porque quería estar en esta nota acá con ustedes, pero este tiempo que estoy acá lo tengo que recuperar hoy. Así que, en lugar de terminar a las 4 de la tarde, terminaré a las 8 de la noche, pero lo voy a recuperar. Lo tengo que recuperar.

Yo tengo una mentalidad de inmigrante y siempre siento que nunca trabajo lo suficiente. Los que somos criados por inmigrantes siempre creemos que es poco. “Trabajé 14 horas por día. Podrías haber trabajado 16”. Me pasa un poco eso aunque, en realidad, agradezco la mentalidad de inmigrante que me heredó mi madre porque  eso hace que yo pueda producir y ser mi propia jefa.




Publicás año por medio ¿Hay alguna razón? 

No tenía tiempo, tenía un trabajo en la tele que me llevaba muchas horas. Así que publicaba en años pares, octubre de los años pares: octubre de 2012, 2014, 2016 y 2018.

La suerte que tengo es que escribo muy rápido. Cuando me siento a escribir yo ya sé lo que va a pasar, lo que voy a contar, cuándo va a pasar. Me hago las escenas en fichas. Estructuro antes.

Mi idea es sacar esta novela nueva en octubre de 2019 —octubre es un mes que me encanta—. Ahora tengo más tiempo para dedicarle a la escritura, es mi trabajo total.


Tenés mucha presencia en las redes, ¿sentís la responsabilidad de ser formadora de opinión?  

No, no siento esa responsabilidad. No creo que yo sea una formadora de opinión pero sí sé que hay muchísima gente que me sigue. Por eso, y por experiencias personales feas que me pasaron en las redes, trato de ser un poquito más responsable.

A veces uno cree que escribe y que no lo lee nadie ¡y te lee un montón de gente! Y a veces te sarpás y la gente te lo hace saber.

Entonces, hay determinados temas, sobre todo los temas que a mí me interesan mucho que son los que tienen que ver con el feminismo; el aborto legal, seguro y gratuito; la ley de educación sexual integral. En esos temas trato de ser corta, firme, contundente. Cuando tengo una duda, consulto con personas especialistas.

Quiero poner las cosas bien porque me parece que son temas importantes y en ese punto yo siento la responsabilidad de querer comunicar bien lo que a mí me pasa, lo que yo siento o lo que yo pienso.

Yo tengo Twitter hace un montón de tiempo y en una época Twitter era como un viaje de egresados. Vos podías poner cualquier cosa y estaba todo bien. Hoy ponés cualquier cosa y sale en los portales. Entonces, trato de ser, dentro de lo que puedo, cuidadosa.


Leí que para vos era una “obligación moral” hablar de los temas que tocás en tus novelas aunque “sin bajada de línea”. ¿Cómo lo manejás? 

A mí no me interesa que mis personajes tengan ningún tipo de moralina. Mis personajes hacen lo que tienen que hacer, lo que se me ocurre que hagan. Hay personajes que son absolutamente asquerosos y que hacen cosas reprochables, pero no soy yo como autora la que tiene que hacerles el reproche, lo tienen que hacer los lectores, si no, pierde el sentido la novela, la ficción.

En mis historias hay mujeres que mueren, mujeres que matan, hombres que mueren, hombres que matan. Y, de repente, en algunos momentos, hay personajes que, a lo mejor, los uso para plantar algún tipo de posición sobre alguna cosa en particular. Pero no, no me interesa bajar línea con los libros y menos con la ficción. 


Es un año difícil para la industria editorial. ¿Modificó en algo la salida de Errantes?  

El contrato de Errantes lo había cerrado el año pasado. Tuve la suerte de que la novela está funcionando. Estuvo entre los 5 libros más vendidos de Argentina, pero no sé con cuántos ejemplares. Antes vos entrabas a los 10 más vendidos con 5 mil ejemplares y tal vez ahora con 2 mil entrás.

La crisis la vamos a ver cuando nos llegue —que es cada 6 meses— el arqueo de las ventas. Ahí vas a ver con cuántos (ejemplares vendidos) estás entre los 5 y con cuántos estabas antes.

Los libros están caros, están casi 500 mangos. El último de Stephen King —que lo vale, no estoy diciendo que no lo valga— está 890 mangos.

Por suerte, está todo el mundo del libro digital, que son mucho más baratos y que, de a poco, la gente se está empezando a acostumbrar a leer digital. La verdad es que la diferencia es abismal. Vos te comprás el dispositivo, que es un gasto que hacés en el momento, pero que si sos muy lectora haces el cálculo y en 6 meses lo recuperaste.

Pero sí, hay muchas librerías que están cerrando. La vez pasada estaba leyendo notas y la verdad es que asusta.

Ahora cuando vengan las liquidaciones vamos a ver la crisis en la cantidad de ejemplares vendidos. Yo he tenido la suerte de llegar al puesto 5 de los más vendidos con una determinada cantidad de ejemplares, ahora tengo interés de saber, con Errantes, con cuantos llegás. Eso te da la pauta.

 

A Errantes le está yendo muy bien a pesar de la crisis.

Sí, Errantes sigue funcionando muy bien. Sigue estando en los rankings de los más vendidos pero sí, es un año difícil.

Y hubo algo que me dio mucha felicidad. Cuando salieron los 10 primeros libros más vendidos de Argentina, 8 eran escritos por mujeres. Eso es espectacular. Me dio una felicidad enorme porque los varones están empezando a leer mujeres.

Antes estaba la idea de los varones leen varones y las mujeres leen mujeres, y la verdad es que no es así. Yo tengo una amiga, Flor Canale, que escribe novela histórica romántica y este prejuicio de que los varones no leen novela romántica, ¿por qué no? ¿Por qué un tipo no puede leer una linda historia de amor? Claro que la puede leer. Que se rompan esos conceptos está bueno y, además, genera más lectores.


¿Crees que la llegada de Cornelia al cine te ayudó en tu visibilidad como escritora? 

Sobre todo, afuera. En realidad, fue la llegada de Cornelia a Netflix.

Ahora Cornelia se está publicando en España, en Perú, en Uruguay, en Chile. Se está traduciendo para Italia, está en tratativas Francia y están pidiendo las otras novelas porque funcionaron en Europa. Todo eso por Netflix.

Netflix te da mucho afuera. Yo no lo sabía. Cuando subieron Perdida, mi agente internacional me decía: “Che, la vieron acá, la vieron allá”. Yo nunca me hubiese imaginado eso. Es una pantalla de difusión a la que, por lo menos yo, nunca hubiera llegado.

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