¿Por qué Israel y Hamas libran una guerra total y asimétrica?

OPINIÓN. Una vez más, la víctima de esta guerra total es la sociedad civil expuesta de ambos lados. Al igual que en ataques de anteriores violencias, en ambos contendientes prima el objetivo estratégico militar y no la preocupación de evitar muertes civiles ni la destrucción de hogares enteros.

Jerusalén, 16 de mayo de 2021.


Tras una semana de violencia letal ambos contendientes ya no muestran ninguna contención, pese a los muertos en Gaza: 140 civiles –incluidos 31 niños y 21 mujeres (todos atrapados sin refugios antiaéreos) y destrucción masiva de edificios e infraestructura; en Israel 10 muertos y centenares de heridos en ciudades y poblados bombardeados desde Gaza con andanadas superiores a 2000 cohetes.

Una vez más, la víctima de esta guerra total es la sociedad civil expuesta de ambos lados. Al igual que en ataques de anteriores violencias, en ambos contendientes prima el objetivo estratégico militar y no la preocupación de evitar muertes civiles ni la destrucción de hogares enteros.

La mayoría silenciosa israelí es indiferente al hecho comprobado de que las represalias de Tzahal contra la Franja de Gaza (récord mundial de densidad poblacional, 4.167 hab./km2) atacan inevitablemente a la población civil en el estrechísimo territorio donde conviven hacinados 2 millones de personas; y pese a que los brazos armados del Jihad y Hamas se parapetan con frecuencia tras escudos humanos, edificios públicos y casas familiares, se desentienden de la inmoralidad de bombardear objetivos civiles israelíes al costo de arriesgar la vida de mujeres y niños gazatíes inocentes por inmediatas represalias de Tzahal. Tan inocentes unos como inocentes son también mujeres, ancianos, y niños israelíes expuestos a ser víctimas del indiscriminado bombardeo coheteril desde Gaza contra la población civil hebrea. 

Inocencia judía no reconocida por la mayoría de los movimientos de derechos humanos pro palestinos cuando, simétrica, pero inversamente, legitiman sin chistar los ataques a civiles israelíes por las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam y el Jihad Islámico, invocando el derecho a la violencia “justa“ del oprimido contra el ocupante opresor. Seguramente las protestas que hoy se organizan contra Israel en la mayoría de las ciudades europeas no aceptarían la condena de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien acusó ayer de cometer crimen de guerra “a grupos palestinos armados que disparan andanadas de raquetas contra Israel, incluso en áreas densamente pobladas”.


La profanación religiosa de la guerra

Hay un giro religioso en la actual quinta guerra Gaza vs. Israel, cuya significación simbólica aún no ha sido suficientemente advertida.

Este conflicto violento no es una guerra de religión entre judíos y musulmanes, pero a ambos contendientes pareciera no importarles profanar dos fiestas sagradas: el Ramadán musulmán y el Shavuot judío. Si el largo ayuno musulmán ayuda al fiel a tener paciencia y humildad ayudando al necesitado y a los desafortunados, en la noche en vigilia del Tiqun Leil Shavuot los judíos estudian cómo reparar los errores de sus antepasados y respetar la Torá recibida por Moisés en esa legendaria fecha.

Pero ninguno de los dos enemigos toma en cuenta no profanar ambas festividades. Peor aún: Egipto lanzó la guerra de Iom Kipur, también decidió por cálculos estratégicos  sorprender a Israel en octubre de 1973 y profanar el Día del Perdón del calendario hebreo. Similarmente, en la actual guerra contra Hamas, uno de sus peores días se produjo en Eid Al Fitr, el fin del largo ayuno del Ramadan, librándose cruentos ataques a civiles en Gaza y en Israel.

Dada la coincidencia de acciones bélicas en Gaza y Afganistán, me pregunto: ¿por qué los islamistas del Hamas –a diferencia de los Talibanes- no subrayaron el carácter religioso de la tregua de tres días solicitada a partir del Shanwai, la jornada inaugural de Eid Al Fitrl que pone fin a la festividad religiosa del ayuno en Ramadán?

¿Por qué el comportamiento de Hamas fue distinto al de los Talibanes que sí solicitaron al presidente afgano Ashraf Ghani una tregua de tres días de paréntesis religioso en su guerra también total?

El anuncio de la tregua se produce después de que la guerrilla lanzara una ofensiva simultánea en varias provincias afganas, a partir de que el 1 de mayo las tropas de Estados Unidos y de la OTAN iniciaran su retirada de Afganistán. La tregua fue acordada pese a que la violencia no se limitara solo a las operaciones militares. Los civiles son víctimas diarias de ataques indiscriminados de los talibanes, perpetrados en días previos durante el Ramadan.

Por el contrario, el gabinete de seguridad nacional israelí rechazaba el miércoles el pedido de tregua, que fue evaluada como tregua militar (Hudna) de Hamas y no religiosa para marcar el comienzo de Eid Al Fitr; más aún, ese mismo miércoles Netanyahu anunció un plan para intensificar los ataques militares contra Hamás y la Yihad Islámica en la Franja de Gaza, movilizada únicamente por la estrategia militar, ¿acaso Israel por su rechazo a la tregua habría perdido una oportunidad única de quitarle a Hamás el pretexto de que su intransigencia hacia el estado judío es de carácter religioso? Pero resulta baladí conjeturar tal hipótesis: hubiese sido como pedirle peras al olmo; porque cuando el Movimiento de Resistencia Islámica bautizó su debut de Operación Jerusalén antes de la guerra total, Hamas procuró desplazar a la Autoridad Palestina y al rey de Jordania; el líder Ismael Haniya quiso demostrar al mundo árabe sunita y chiita que el movimiento fundamentalista es capaz de amenazar a las fuerzas de seguridad israelíes porque no impiden los desalojos en el barrio palestino Sheij Yarrah de Jerusalén Oriental; y, sobretodo, la Organización de Resistencia Islámica logró simbólicamente ungirse desde Gaza como La Espada de Jerusalén, defensor de los lugares sagrados del Islam al desagraviar la Explanada de las Mezquitas después que la policía israelí, en pleno Ramadán, reprimió a más de setecientos manifestantes y provocadores palestinos.

 

Gaza, un no-lugar

Gaza ha sido siempre un no-lugar fantasmagórico en el imaginario israelí, pero para los gazanitas, el único lugar sagrado es Jerusalén, futura capital del imaginado Estado Islámico en la Palestina dentro de las fronteras de 1967, según un documento de principios de 2017.

El escritor israelí Itzjak Laor recordaba, cuando estalló la guerra anterior, que para los israelíes Gaza ha sido desde los años 50 sinónimo de “barbarie”, ya que Tzahal intentaba “despoblar” la franja incriminando a sus refugiados de “fadayun” (terroristas). Pero, además, Gaza también es para los israelíes una metonimia de la Naqba, la catástrofe palestina de la guerra de 1948, que acaba de recordarse en Gaza el 15 de mayo, precisamente en medio del fragor bélico contra Israel; miles de nietos de aquellos refugiados expulsados en 1948, hoy son los jóvenes que disparan globos explosivos y cohetes, jurando volver a las aldeas suprimidas de sus abuelos. Aterradora pesadilla que, según Tzvi Barel, Israel intenta infructuosamente borrar de su memoria colectiva, violentamente reprimida en 2019 durante las Marchas del Regreso de jóvenes palestinos de Gaza.

Pero los refugiados de Gaza, a diferencia de los refugiados en Cisjordania y Jerusalén Oriental, viven fantasmagóricamente también en un no lugar del imaginario de países árabes como Egipto y Jordania, además de otros lugares de la diáspora palestina. Incluso para agencias internacionales esos refugiados son distintos a los otros refugiados palestinos. Refugiado, desplazado, apátrida: tal rotulación marcó la identidad del palestino de Gaza desde la administración egipcia hasta la asistencia ofrecida por UNRWA. Porque los gazaítas fueron discriminados desde el comienzo mismo del surgimiento de la así llamada “cuestión de los refugiados”. Tal es el trasfondo histórico a tener en cuenta para saber por qué las Marchas del Retorno de 2019 fueron protagonizadas por descendientes de refugiados de Gaza y no de Cisjordania, asimismo es necesario para comprender la violencia de Hamas a fin de terminar el bloqueo y exclusión a Gaza impuestos por Israel desde 2007.

Los medios desinforman, hablan de Gaza sin conocer datos básicos de la geografía e historia de ese no-lugar, en tanto espacio intercambiable donde el ser humano permanece anónimo, conforme a la definición de Marc Augé.

La franja de Gaza, estrechísima superficie de 360 kms. cuadrados, comprende 11 kms. de frontera con Egipto en la ciudad de Rafah, 51 kms. de frontera con Israel y 40 kms. de costa en el Mediterráneo. En este territorio hoy poblado por más de 1,9 millones de árabes palestinos –récord mundial de densidad poblacional–, se hacinan más de 1,3 millones de refugiados. En efecto, en 2013 UNRWA registraba 1.241.794 refugiados apiñados en 8 campamentos, más de dos tercios de toda la población de la franja. No todos los refugiados viven en los campos; numerosos se han trasladado a varias ciudades. La inmensa mayoría son descendientes de refugiados de la guerra de 1948-49, oriundos de Jaffa, al-Majdal Asqalan, Lod, Ramble y aldeas de la Galilea. Al-Majdal Asqalan fue conquistada en la guerra de 1948 y la mayoría de sus habitantes palestinos huyeron a Gaza. En 1950 el remanente palestino de la israelizada ciudad de Asquelón fue deportado a Gaza. Uno de sus refugiados, Ahmad Yassin, futuro líder religioso local, célebre a pesar de haber quedado tetrapléjico en un accidente, se convertirá en erudito de la legislación islámica y jeque admirado entre los Hermanos Musulmanes, mentor espiritual de la resistencia del Hamás y finalmente abatido por Tzahal.

Recordemos que entre los refugiados fugitivos a Gaza en la guerra de 1948, unos 6.000 provenían de la aldea palestina Nadj, desde 1951 llamada Sderot, cuando Israel emplazó el nuevo campo de tránsito para asentar olim iraníes, kurdos y marroquíes. En la actual guerra, Sderot es blanco preferido de los cohetes de Hamas y la Jihad islámica.

Asimismo, recordemos que luego de la ocupación israelí de la Franja de Gaza en 1967, decenas de miles de palestinos fueron desplazados por segunda vez, entonces a Jordania, a los cuales se sumaron por primera vez miles de residentes no refugiados gazaítas y cisjordanos, a quienes la UNRWA no asistió. Esos refugiados desplazados fueron concentrados en los campamentos jordanos en Jerash y Hitteen. Sin embargo, a diferencia de los refugiados gazaítas de la primera oleada de 1948 que fueron desplazados a Jordania y recibieron derechos de ciudadanía (sin haber sido obligados a renunciar al derecho de retornar a Palestina), los gazaítas en 1967 fueron privados de esa prerrogativa por la monarquía Hashemita.

El bloqueo contra Gaza entrará en su quinceavo año en junio de 2021. Las Naciones Unidas han destacado en repetidas ocasiones su ilegalidad, ya que continúa obstaculizando la libertad de circulación de personas y bienes, como una forma de castigo colectivo, y exige su levantamiento completo. El bloqueo ha llevado a la economía de Gaza al colapso. Las urgencias de asistencia se hicieron impostergables desde que comenzó el boicot israelí seguido por el egipcio. En la actualidad, más del 30% de los palestinos en Gaza vive por debajo del umbral de la pobreza y el 80% recibe ayuda humanitaria.

Habida cuenta de semejante legado de despojo y no lugar, ¿resulta sorprendente que entre todos los palestinos sean precisamente los gazaítas, descendientes de los refugiados de 1948 y 1967, quienes adhieran al fundamentalista Movimiento de Resistencia Islámica-Hamas?  ¿Por qué asombrarse de que los palestinos musulmanes de Gaza hayan sido quienes protagonizaron las Marchas del Retorno desde la Franja a la frontera israelí en 2019, manifestando su expreso ethos irredentista? Finalmente, ¿sería demasiado inaudito conjeturar que Hamás haya logrado convencer a sus bases sociales en Gaza de su estrategia defensiva a través de lo que Siboni caracteriza como “doctrina de la víctima”, basada en principios de la muqawama, ilusionándolas de no haber sido derrotadas por Israel sino inmoladas por la tierra dar-al-Islam palestina?

 

El boomerang de la violencia judeo-árabe: ¿réplica de la violencia Israel-Hamas?

Mientras asesores militares y la presión de la población civil victima de los cohetes desde Gaza exigen al gobierno que la contra-ofensiva israelí debe producir una victoria rotunda, incluido el desmantelamiento de la capacidad de combate de Hamas, otro sangriento enfrentamiento inesperado sacude a la sociedad civil hebrea.

Desde el inicio de la actual guerra apabulla a los israelíes la alteración profunda de una larga y pacífica convivencia bi-nacional entre judío y musulmanes en ciudades mixtas; empezando por Jerusalén, siguiendo en Haifa, Jaffa, Lod, Ramble, Acco, Bat Yam, Tiberíades. Durante los últimos días de la guerra, imprevista e inexplicable para todos, jóvenes árabes y judíos  perpetran recíprocos violentos pogromos: unos, para solidarizarse con las víctimas de Gaza y de Jerusalén; otros, para vengar a judíos heridos, o a punto de ser linchados y muertos, tanto por misiles como por la violencia barrial. Los primeros atacan gritando Alláhu Akbar, los segundos enarbolan la bandera israelí cantando Am Israel Jai.

De súbito, la cohesión de lazos interétnicos de la sociedad civil israelí estalla y amaga resquebrajarse detrás de varios escenarios solapados de confrontación: quinta guerra Israel-Gaza; desalojos de musulmanes en sus casas de Jerusalén Oriental; disputa religiosa por el acceso al Monte del Templo. Tamaño shock ocurre después de un bienvenido proceso en el cual universitarios, profesionales y académicos árabes israelíes logran integrarse en la economía, los servicios públicos, entre otros, en el servicio sanitario nacionalLa crisis del coronavirus había reforzado notablemente los lazos ya existentes entre médicos judíos y árabes.  

Sin embargo, vuelve al acecho en ciudades mixtas el subrepticio fantasma de la venganza tribal e irredentista de jóvenes fundamentalistas de ambos pueblos semitas de Israel. El efecto acumulativo en la esfera pública ha sido el secuestro inmediato por la venganza de la política de ciudadanía, única capaz de dirimir el histórico conflicto nacional (no religioso) entre ambos pueblos. La periodista Ravit Hecht de Haaretz, conmocionada por el pogromo en la noche del miércoles 12 de mayo, pregunta a la indiferente mayoría silenciosa israelí “qué le ha pasado a la soberanía judía transfigurada cuando un judío golpea a un ciudadano árabe israelí indefenso mientras la gente alrededor grita Am Israel Jai´”.

Afortunadamente, ante la irresponsabilidad, complicidad o impotencia de factores de poder, grupos judíos y árabes de la sociedad civil israelí salen a la calle para abortar el embrión de una guerra civil. El movimiento "Permaneciendo juntos" organiza eventos en todo el país bajo el lema "Toma de posición judía-árabe contra la violencia y la escalada". Alon-Lee Green, codirector de asuntos nacionales, dijo a Haaretz: "Ante el fuego, el odio, la violencia, la guerra y frente a un gobierno que usufructúa de la situación, debemos unirnos y demostrar que hay otro camino y un futuro posible”.

Surgen espontáneamente iniciativas en hospitales, colegios secundarios, universidades que expresan distintos niveles de conciencia política. Únicamente los une el deseo compartido de parar la violencia y recuperar la esperanza en la convivencia de judíos y árabes en las ciudades mixtas.

En el Hospital Rambam, los equipos médicos y de enfermería unen fuerzas para una campaña grabada en video con lemas de paz, en hebreo (Shalom) y árabe (Salam), a fin de apurar la reconciliación. Lo mismo ocurre en el Valley Medical Center de Afula y en el Centro de Salud Mental Sha'ar Menashe. En la ciudad de Lod, escenario de amagos de linchamientos y pogromos, numerosos educadores judíos y árabes celebraron un mitín.

Maestros de la Escuela Integral David Tuviahu en Be'er Sheva iniciaron la difusión de un video de judíos y árabes con la leyenda "Y ama a tu prójimo como a ti mismo”. Ambos comunicaron a la prensa que se sentían conmocionados, avergonzados, decepcionados: “Lo que vemos en las redes sociales es la voz del odio de una minoría. Es nuestro deber moral presentar los vínculos humanos judeo-árabes que hemos construido; como educadores no podemos quedarnos al margen ante la violencia que azota las calles del país”.

La iniciativa "Apaciguar la situación en Galilea" fue iniciada por la asociación "Achrei" y se propone como objetivo convertir las redes sociales de problema en solución, conectando a las personas en círculos de discusión y diálogo.

Ahora bien: esta saludable reacción de la sociedad civil por la violencia entre judíos y árabes ciudadanos de Israel, aún no se extiende a un movimiento de vigorosa oposición y protesta para terminar con la guerra Israel - Gaza.

Aún esperamos que el mensaje optimista de Issawi Frej, diputado árabe de Meretz, domiciliado en la aldea Kafr Qassem, que condensa significativamente la búsqueda del reencuentro judeo-árabe en Israel también consiga la reconciliación israelo-palestina: “Cuando me sentaba por la noche con mi familia en la planta baja de nuestra casa en Kfar Qassem, y oíamos las alarmas, el sentimiento más fuerte de todos era una comunidad de destino. Comunidad de destino de todos nosotros, ciudadanos del Estado de Israel, frente a los misiles de Hamas, que no distinguen entre judíos y árabes. Pero esta comunidad de destino no es un destino fatal, es ante todo un derecho, que nos obliga a todos a preservar el entramado de nuestra mutua relación. Tarde o temprano, terminará el round de lucha con Hamas. Entonces nosotros, árabes y judíos, tendremos que mirarnos unos a otros y saber qué hemos hecho todo lo posible para evitar que nuestra casa se queme por dentro”.

¡Ojalá!


 

Sobre el autor: Leonardo Senkman es historiador, investigador en el H. Truman Institute, Universidad Hebrea de Jerusalén.

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