Politizar la Moda

Es muy peligroso no hablar de política en moda y no hablar de moda en política. Cuando estudiaba diseño, y luego en mis ámbitos laborales, hablar de política estaba mal visto. Hay un acuerdo tácito que excluye ambos temas. En mi opinión, un silencio aterrador, sostiene Victoria Zaccari.


Es muy peligroso no hablar de política en moda y no hablar de moda en política. Cuando estudiaba diseño, y luego en mis ámbitos laborales, hablar de política estaba mal visto. Hay un acuerdo tácito que excluye ambos temas. En mi opinión, un silencio aterrador.

La industria textil en Argentina es una de las más desreguladas, y sus actores siguen responsabilizándose entre sí, lejos de tomar un camino concreto. Si logramos llevar la moda a la discusión política, no sólo veremos que es más que colores y tendencias por vender a mujeres hetero cis de la clase media y alta a través de la explotación de trabajadores (en su mayoría también mujeres) de clases más bajas, sino que además podrán lograrse mejoras en las estructuras que componen el sistema.

Dentro del panorama actual, coexisten varias falencias de base:

En el sector académico está mal visto hablar sobre política, o tomar alguna postura. Sin embargo, todas las personas tenemos una postura. No expresarla o mostrarla es regirse por códigos sociales establecidos en la edad media, a través de los cuales mostramos una cara en un lugar y otra cara en otro. Si pedimos transparencia, tenemos que ser transparentes.

En el sector de diseño, parece haber sólo dos opciones: intentamos salvar el mundo o vamos resolviendo cada problema a medida que surge. Esto nos lleva a dar vueltas en círculos viciosos, en los que siempre participan las mismas personas.

A la vez, el sector es uno de los más inmóviles. Hay jerarquías: las/os diseñadores consagrados se presentan como dioses venerables, y el resto quiere ser como ellos.

En consecuencia, tenemos una industria textil muy desigual, donde se sobreestima el rol del diseñador (superestrella, superficial, hedonista), y abundan año tras año inscripciones y graduaciones en las facultades de diseño en todo el país.

Por el contrario, el rol de los trabajadores de la costura es menospreciado y poco valorado tanto económica como socialmente. Sobran referencias despectivas, pero… ¿Qué sería de la industria sin la confección?

La falta de material que aborde el diseño más allá de lo estético (por ejemplo, desde lo histórico-cultural) nos lleva a mirar constantemente a Europa como referente (aún cuando hablamos de temas controversiales como la producción en el sudeste asiático). Esto explica que no hayamos logrado aún organizarnos en nuestro país.

Otro problema, más del terreno político, es que cada partido construye para su campito. La industria de la moda parece no interesarle a nadie. Y hay un montón de situaciones que se entretejen por detrás: cultivo agrícola de algodón en el litoral -con el consecuente incremento de la pobreza y del estrés acuático-, trabajo infantil, trata de personas, trabajo informal, condiciones de producción, salarios por debajo del mínimo, trabajo domiciliario, evasión de impuestos… Etc.

Como vemos, es un tema muy espeso, que nada tiene que ver con el brillo y el glamour de una vidriera en las avenidas, galerías o shoppings de la ciudad. Tampoco lo mencionan las cuentas de influencers o de las marcas.

Estas problemáticas nos conciernen a todas(os), porque vestirnos y tener acceso es derecho de todas las personas. Politizar la moda no es hacerla partidaria ni ser políticamente correctas/os. Es empezar a tratar los temas con la seriedad que merecen, para que las voces protagonistas puedan ser oídas.

Sobre la autora  

Victoria Zaccari es Investigadora y escritora. Activista en No Tan Distintas y en Génera. Desde 2019, voluntaria en Fashion Revolution Argentina.

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