¡Nos cataliza la tecnología!

Ya me he referido en otras ocasiones a la importancia que los docentes nos sumerjamos (sin ahogarnos) en el mundo de la tecnología y en particular de la informática, tal vez y de principio en lo básico: el uso de correos electrónicos y la navegación a través de internet) ¿Por qué se preguntará? Simplemente nuestros educandos nos ponen en desventajas ¿justificación? No tienen aun la responsabilidad de dirigir un hogar (consensuado con la esposa o dirigido por ella, ¿por qué no?), la sostenibilidad del trabajo mismo, el tratar de superarnos cada día más; mientras que ellos tienen todo el tiempo del mundo para: estudiar. (Nota: Estoy claro que muchos jóvenes, inclusive niños y niñas de nuestro país por una razón u otra trabajan y “mágicamente”, si asisten a la escuela, poco tiempo tienen para estudiar y menos para acceder a la tecnología)

Pero hablo de una justificación injustificable ¿por qué?, para muestra dos botones: Impartiendo una clase de Ciencias (Naturales) hacia referencia al estudio de la Tabla Periódica y en particular el cobre, indicando que una  de las minas mas grande de este metal preciado se encontraba en el país de Chile, una estudiante con una computadora personal u ordenador, (por cierto excelente, “chispa” e inteligente) haciendo uso de la conexión inalámbrica (WI-FI) se conectó, a través de   algún motor de búsqueda y solicitando permiso, me preguntó: “… Profesor ¿esta es la mina?”  Todos los jóvenes automáticamente enfilaron sus ojos, ante la solicitud de la joven y sorprendidos, visualizábamos en cuestión de segundos la verificación de lo dicho. Supongo que lo visto, difícilmente se les olvide, que no es lo mismo que se los cuenten, ¿cierto?

¿Qué sucedería si usted hace argumento al descubrimiento de un elemento químico, indicando que es el ultimo recién identificado, y ahí no más (no Pepito el de los cuentos) le argumenta que: ¡profe: “… acabo de leer ahorita, que en Alemania un Doctor e investigador, acaba de descubrir un nuevo elemento y no es el que usted señala! Pensará el joven estudiante dos posibles variantes: El profe, no está actualizado o en el menor de los casos, no sabe de computación. El profesor, por su parte pensará: ¡Ya empezó Pepito!

El otro botón o segunda experiencia fue que impartiendo una clase de postgrado, donde resultaba mucho más significativo el número de estudiantes (trabajadores) con computadoras, y a la hora de aplicar una evaluación escrita, presentada en una diapositiva, donde no había necesidad de escribir las preguntas, sino solo las respuestas, varios me pidieron el correo electrónico para hacerme llegar las respuestas. Increíble, pensé: ¡acabo de identificar el modo en que gastaremos menos papel y por ende más perdurables los bosques!

Pero siempre ante el beneficio de la tecnología, se contraponía el beneficio de la duda: ¿No estarán respondiéndome, buscando la respuesta en internet (sobretodo en la búsqueda de conceptos o definiciones o procesos claramente definidos)?, duda, que pude corroborar, cuando al calificar las personas que habían utilizado el correo para proporcionarme la respuesta, sacaron el máximo de puntaje (aclaro, para que cuando ellos lean este artículo, no los estoy acusando de fraudulentos), siendo la experiencia fue muy valiosa. En fin, se me acaba el espacio, sirva esta experiencia a los que usan la tecnología (a los cuales ya les ha sucedido y tienen más experiencia), pero sobre todo a los que no la tienen, ni la dominan.


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