Muerte al macho y otras yerbas mundialistas

Por: Tatiana Raicevic

La llegada del Mundial ha despertado una nueva forma de ataque y descalificación a las luchas feministas que copan la agenda desde hace meses. Como casi todas las agresiones, los comentarios y posteos que pueblan los muros de muchos usuarios y usuarias utilizan argumentos polémicos que desconocen lo irreversible de las conquistas de la marea verde. Que las mujeres cosificamos a los jugadores de fútbol, que con la aparición de la selección de Islandia ya no queremos terminar con el machismo, que no entendemos lo que es sentir una copa del mundo y varias cosas más, todas amparadas bajo la capa protectora de las redes sociales.

Uno de los posteos que vi en facebook decía: “Desde que descubrieron a la selección de Islandia ya no hay ‘muerte al macho’. Resulta que no éramos tan malos, solo éramos feos”. Lo curioso, o no tanto, es que lo había compartido una mujer. Cuando se habla de “muerte al macho” no se habla de matar a personas de carne y hueso, el “macho” es una construcción cultural que nos afecta a todos y a todas —el hecho de que haya sido una mujer la que publicó la “broma” nos lo deja bastante claro—.

Si efectivamente matamos al macho, los varones se permitirían llorar sin que su masculinidad sea puesta en duda, no creerían que las tareas de cuidado son responsabilidad de la mujer, podrían elegir quedarse en la casa a criar a los hijos sin ser cuestionados, podrían tener una licencia por paternidad que democratice la crianza, no tendrían vergüenza de mostrar sus sentimientos, no sentirían disminuida su masculinidad porque su pareja gana más, no verían como un mandato ser el proveedor del hogar, se permitirían jugar más con sus hijos e hijas, estarían más atentos a su formación, etcétera, etcétera, etcétera.

A su vez, la idea de que si una mujer habla sobre los atributos físicos de un jugador de una selección cualquiera está cosificando a los varones también tiene poco sustento y es un clásico comentario machista. ¿Por qué? Porque la cultura patriarcal ha hecho que se tenga como norma que el amor romántico es una cuestión femenina. Las mujeres no deseamos, las mujeres nos enamoramos, las mujeres no nos fijamos solo en el aspecto físico, las mujeres somos encantadas por la inteligencia, el poder y la virilidad, entre otras cosas. El hecho de que una mujer mire como miran los varones provoca escozor en muchos más de los que pensamos.  

Además, nosotras no matamos a un varón cada 30 horas por el solo hecho de ser varón, nosotras no pensamos que si un varón está en una posición de poder es porque supo con quién acostarse, nosotras no creemos que el varón es el sexo débil, nosotras no decimos que solo están “para lavar los platos” o cuidar los hijos, nosotras no sentimos que nunca tienen nada interesante para aportar y que solo son un accesorio.

Es por todo esto que debemos “matar al macho”. No solo para vivir en una sociedad más igualitaria sino también para que ya no tengamos que leer argumentaciones infantiles que atrasan.   

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