Marchas del 9 de julio

Por: Ricardo Rouvier

Este 9 de julio fue diferente de los anteriores que uno recuerda. El trazo de la jornada tuvo la marca de la pandemia y la cuarentena. Cada vez más cuarentena que pandemia para el humor colectivo, es decir, cada vez más presente las consecuencias que la causa. Pero también ocurrieron otras cosas, hubo movilizaciones en distintos puntos del país, inclusive manifestaciones contrapuestas respecto a Vicentin en la provincia de Santa Fe, donde unos marchaban a favor de la intervención y expropiación y otros en contra. Hoy la empresa exportadora de granos está concursada y un juez está a cargo. La intentona del gobierno nacional de imponer su intervención para avanzar sobre la expropiación quedó trunca o en espera y a esta altura, se puede decir que el efecto político de la acción oficial, si se buscaba alguno, falló.

También se registraron manifestaciones y banderazos en la ciudad de Buenos Aires, en algunos lugares del GBA y en algunas plazas del interior, con un matiz claramente opositor al gobierno y constituido principalmente por clase media. Se pudieron observar muchos vehículos de alta gama embanderados, que atravesaron el centro de la capital. Esta marcha tuvo ingredientes varios, pero sobresalió el reclamo por la libertad, la constitución, el agotamiento de la cuarentena y algunas expresiones contra la política en general. Se destacan algunos carteles que se quejaban por la domiciliaria de Lázaro Báez que, sin duda, y sin entrar en el proceso judicial, desde el punto de vista político, fue cuanto menos inoportuna. Hace poco, en el mes de mayo, hubo otro problema con el traslado de cientos de presos a arresto domiciliario a raíz de la pandemia, lo que generó cierta conmoción y rechazo en la opinión pública. Es importante comprender que cuando eso ocurre en la percepción colectiva, la responsabilidad del Poder Judicial, muy desprestigiado, se desplaza hacia el Ejecutivo. Está claro que si se reclama la libertad como valor, es en contraposición con el aislamiento, pero sería un grave error de parte de la sociedad creer que nuestro país no vive una plena democracia y libertad.

Si bien no había carteles identificatorios de Partidos o agrupaciones, fue claramente una marcha opositora que registró cerca del Obelisco un atentado a la libertad de prensa al atacarse un móvil del canal de TV C5N. Esperamos que la justicia de CABA actúe con premura y eficacia. En el mismo día, la alocución Presidente desde Olivos envío muchas señales rodeándose de la CGT, la UIA, la Sociedad Rural y, a través de la comunicación virtual, de los gobernadores. Fue un gesto de unidad en contraposición a la grieta que se ha profundizado en las últimas semanas. Parecía que el Presidente contestaba, en simultáneo, a los que se congregaban, inclusive, frente a la Casa Rosada.

Hay varios factores concurrentes que se articulan y encienden la mecha del reclamo que ganó la calle. Por un lado, el hartazgo por la prolongación de la cuarentena crece día a día y por otro, la recesión también trepa a diario sobre la economía familiar. Y el Gobierno debe responder a los diversos frentes que se instalan.

No podemos hacer ninguna proyección respecto a la evolución de las protestas, pero la ocurrencia de los hechos obliga a reforzar la prudencia, sin abandonar la iniciativa que el Gobierno debe recuperar.

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