Mansplaining o la costumbre de explicarle cosas a las mujeres

El término refiere a la tendencia masculina, casi siempre negada, de explicarles cosas a las mujeres, sepan o no del tema, usando —por lo general— un tono paternalista y condescendiente.

En su artículo “Men explain things to me” (“Los hombres me explican cosas”), la escritora estadounidense Rebecca Solnit sistematizó una tendencia que casi todas las mujeres conocen: la costumbre –casi siempre negada—de los varones a explicarles cosas a las mujeres, sepan o no del tema.

La periodista contó una anécdota personal que ayuda, y mucho, a entender este “fenómeno”. Una noche de verano, ella y su amiga fueron a una fiesta en una casa de Aspen. Solnit no quería quedarse, así que decidieron irse. Cuando estaban saliendo, el anfitrión las frenó y dijo: “Me contaron que escribiste algunos libros”. “Muchos, en realidad”, le contestó ella.  El hombre le pidió que le contara sobre lo último que había escrito y no bien la joven se puso a explicar, la interrumpió y comenzó a hablarle sobre “el muy importante libro” que había salido ese año sobre ese mismo tema. Al principio, ella se sorprendió porque desconocía que otra investigación sobre el mismo tópico hubiera sido publicada y comenzó a reprocharse que se le hubiera pasado por alto, cuando se dio cuenta de que el dueño de casa estaba hablando de su libro. De hecho, su amiga –que lo había advertido antes que ella—se lo mencionó en reiteradas oportunidades a su interlocutor sin que este lo registrara. Cuando se dio cuenta de que era ella la autora del “muy importante libro”, su interlocutor tuvo que reconocer que no lo había leído completo, sino que los datos que manejaba eran los que estaban en la reseña del New York Times.

La idea, ya arraigada, de que los varones son los únicos que dominan el espacio público y las mujeres son destinadas al privado es una de las causantes de este tipo de actitudes machistas que hoy comienzan a desactivarse y desarmarse.

Pongamos de ejemplo el llamativo panel que convocó un canal de televisión para tratar el proyecto de despenalización del aborto hace poco menos de un mes. No había mujeres. Pensemos en las jefaturas de cátedra en las universidades, los cargos públicos, los cargos jerárquicos en el sector privado, los intelectuales. O las infaltables interrupciones cuando es una mujer la que habla en público —sobre todo en la televisión— para explicar la misma idea con palabras aparentemente “más autorizadas”. De hecho, son varones, en su gran mayoría, a quienes se los presenta como expertos, aun cuando se trate de una problemática esencialmente femenina y aun cuando sobran mujeres capacitadas en los mismos asuntos. 

Hablar de mansplaining no es una agresión al género masculino, como muchos creen, al contrario. Es hacer consciente una práctica cultural aceptada y alimentada durante siglos de inequidad de género, tanto por mujeres como por varones, y es algo a lo que estamos acostumbrados/as, y por eso es probable que ni siquiera seamos del todo conscientes de que eso pasa.

En su ya célebre ensayo “Un cuarto propio”, la escritora Virginia Woolf lo advierte al analizar las críticas que los expertos —todos varones, por supuesto, estamos hablando de comienzos del siglo XX— hacen de los textos escritos por mujeres –la mayoría, de manera despiadada—simplemente por ser “hombres sin más calificación aparente que la de no ser mujeres”. ¿Sigue sucediendo esto hoy? Esa es la pregunta.

Diarios Argentinos