La visión del héroe en la trilogía del caballero oscuro apoyándonos en “the dark knight rises”


Uno de los aspectos más destacados en el cine de Christopher Nolan es la puesta en escena, en la que los espacios de representación, dígase decorados o escenarios naturales, así como el tiempo narrativo y la identidad de los personajes se van presentando al espectador como las piezas de un puzle que debe desentrañarse. Su trilogía “Batman: The Dark Knight”, no está exenta de este simbolismo; que no busca, en muchos casos, ofrecer respuestas concretas, sino reformular las preguntas para las grandes cuestiones, en especial lo que se entiende como heroísmo en el mundo contemporáneo.

En “Sobre los héroes: El culto al héroe y lo heroico en la historia”, Carlyle afirmaba que “La historia del mundo es la biografía de los grandes hombres”. El filósofo escocés llama “héroes” a esos individuos que, ya sea con sus acciones o palabras sirven de ejemplo a los demás. En The Dark Knight Rises, Nolan establece un paralelismo con las obras de Dickens, a partir de la representación de sus héroes como figuras huérfanas y sobrevivientes que aúnan fuerzas. Estos casos se ven claramente en John Blake (Joseph Gordon-Levitt) el joven aspirante a Detective y Bruce Wayne_Batman (Christian Bale). Incluso Selina Kyle (Anne Hathaway) resulta un personaje ambiguo desde el punto de vista del heroísmo en sí mismo y puede emparentarse con el reconocido Oliver Twist, representantes ambos del “lado romántico de la criminalidad” y la marginación en sociedad.   

En el otro lado de la balanza tenemos la notable actuación de Tom Hardy como el villano Bane, que en un principio obtiene su sana dosis de ambigüedad al presentarse como un revolucionario que ha llegado para liberar Gotham de los corruptos en el poder y arrebatarles a los ricos sus privilegios, ofreciéndolos al pueblo. Hace las veces de antagonista, anarquista y salvador de los desposeídos.

Nolan nos muestra a ambos principales (Batman_Bane) como la imagen de un Yin-Yang, los guerreros formados por un mismo mentor, que en determinado momento, aunque equidistantes en el tiempo, residen en la misma prisión e incluso poseen cicatrices de guerra que cargan en sus espaldas.

Podemos detectar instantáneamente la predilección del director por la enormidad del reto que simboliza Bane, no solo en la intensidad física de Hardy – que luce del todo amenazante en cada una de sus escenas – sino desde la profunda interpretación que regala al espectador, tan solo con sus ojos y la entonación de su voz, distorsionada debido a una máscara que semeja un bozal para un animal peligroso y salvaje, que incluso al final, apaleado y herido, logra conmover por lo intenso de su devoción.

Christopher Nolan establece su trilogía del Caballero Oscuro de Gotham como un esquema circular para el protagonista y héroe. Podemos definir el viaje de crecimiento de Bruce Wayne a partir de dos escenas primordiales: cuando, siendo un niño, cae en el hoyo de los jardines en la Mansión Wayne (Batman Begins) y su salida del pozo-cárcel en el que le deja Bane (The Dark Knight Rises). La frase que mejor resume el significado de estas imágenes nos la trae Alfred, magistralmente interpretado por Michael Cane, cuando pregunta: “¿Por qué nos caemos, amo Bruce? Para aprender a levantarnos.”

 De todo esto podemos concluir que los héroes son símbolos de una identidad y memoria que se busca perpetuar a través de disímiles medios, en este caso, los comics y sus posteriores adaptaciones cinematográficas. The Dark Knight Rises es la prueba fehaciente de que Nolan y su elenco nos han ofrecido todo su esfuerzo para presentar el choque entre las proverbiales fuerzas del bien y el mal, en paralelismo establecido, sobre todo en esa última escena de la película, con Gangs of New York, de Martin Scorsese. La visión de Nolan como director se mantiene latente más allá de los créditos finales y esta trilogía no es solo una inolvidable adaptación del contenido, sino excelente cine en general.

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