La manta corta del Rey

Por: Tomás Aguerre

Luego del resultado de las PASO el rey no quedó desnudo. Pero quedó, sí, con una manta más corta que la que tenía el día anterior a las elecciones. Cada vez que la manta se corre destapa una de las dos necesidades que tiene el gobierno de Mauricio Macri: por un lado, terminar su mandato de la mejor manera posible. Por el otro, mantener la esperanza de su base electoral de que es posible revertir el resultado en octubre.

En el primero de los polos se encuentra la necesidad del gobierno de encarrilar su administración, especialmente tras la devaluación que se produjo el lunes 12 de agosto. Los resultados de las PASO no produjeron la devaluación. Pero sí agregaron un nuevo actor que no estaba tenido en cuenta para el proceso de toma de decisiones: la oposición. Una oposición con chances concretas de ser gobierno a partir de diciembre significa un actor más con capacidad de veto. Ese es el nuevo escenario que comenzó a configurarse a partir del resultado de las primarias. El hecho de que ahora la oposición sea un actor con un reconocimiento y un lugar distinto, legitimado por los votos, obliga al oficialismo a tomarlo en cuenta.

Cada vez que el gobierno tira de esa punta de la manta, es decir, cada vez que incorpora a la oposición como un actor racional más de la contienda, un actor al que consultar para el proceso de toma de decisiones, destapa la otra punta de la cama que supo construir en estos cuatro años: su base electoral y su campaña. El gobierno de Mauricio Macri llegó a estas elecciones sabiendo que la economía no iba a poder ser el eje de su campaña por razones evidentes. Desde entonces, buscó reemplazar esa falta con el eje en los peligros de que ganara la oposición: el regreso al pasado, el fantasma de Venezuela o la distinción democracia-autoritarismo son apenas algunos de los ejemplos.

En el medio ocurrieron las PASO que legitimaron el rol de la oposición como una posible alternativa de gobierno. Esto ubicó al gobierno de Macri en una encrucijada de difícil resolución aún hoy. Para llegar a diciembre con algún tipo de tranquilidad, el gobierno necesita que los actores económicos e internacionales no crean en el relato que el propio gobierno construyó sobre la oposición. Para llegar a octubre con chances, sin embargo, necesitan decirlo más que nunca para ampliar su base electoral con la única herramienta a mano. ¿Entonces?

La semana posterior a la elección vimos cómo esas dos necesidades chocaron todos los días produciendo un mensaje cada vez más confuso. La conferencia de prensa de Mauricio Macri del lunes parecía ser una opción por octubre: responsabilizó a los votantes por la devaluación que se estaba produciendo y, en consecuencia, a la oposición. Dos días más tarde, el Presidente se comunicó con el candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández, para calmar el tembladeral económico: la opción por diciembre. Al día siguiente, sin embargo, un encuentro para analizar los resultados y planificar la campaña electoral que se llevó a cabo en el Centro Cultural Kirchner volvió a enviar mensajes confusos. El discurso de la diputada Elisa Carrió fue tan aplaudido como elocuente: “nos van a sacar muertos de Olivos”, sostuvo.

Del 10 al 12 de agosto cambiaron algunas cosas en la Argentina y la principal es el escenario político. Es el escenario más complejo que ha tenido que enfrentar en toda su historia el macrismo ya no como gobierno sino como fuerza política. Se enfrenta a un problema de manta corta en el cual cuanto más insista en que “sí, se puede” más puede perjudicar sus chances de que, efectivamente, sí pueda.



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