La librería: “La creación de Eva”, de Federico Jeanmaire

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La creación de Eva, la última novela de Federico Jeanmaire, llegó a mis manos por casualidad y no me aguanté las ganas de leerla.



La trama es la siguiente: Maruja, una mujer trans de 35 años, va a confesarse con el cura del pueblo y a pedirle “ayuda” tras la repentina muerte de su pareja, el doctor Milbergen. Parece una historia simple pero no lo es. La creación de Eva, editada en septiembre por Tusquets, narra el encuentro de dos mundos opuestos —más que encuentro deberíamos decirle enfrentamiento—. El mundo de Jorge, el cura, cargado de mandatos y “leyes” escritas hace más de dos mil años, no consigue —aunque en un momento parezca que sí— aceptar al otro, el de Maruja, que intenta —a pesar de todo— conciliar a los dos, de una manera muy particular, por cierto.

Maruja conoció al doctor Milbergen, un hombre bastante más grande que ella, cuando era varón (aunque siempre se supo mujer), tenía apenas 16 años. Este señor, perseguido por una culpa cristiana adquirida luego de abjurar del marxismo, la convence de que se opere para convertirse físicamente en mujer. Además, le enseña a leer y a escribir y hasta a "hablar como una mujer". Lo cierto es que, en palabras de Maruja, la idea de género le era tan ajena que le resultaba muy difícil convertirse en mujer con un lenguaje que todo lo enuncia en masculino. “Los hombres terminan sus palabras con la o y las mujeres con la a”, dice en la confesión, y es por eso que ella prefiere poner la “a” en todas las palabras que pueda porque “mejor que sobre y no que falte”. Lo que hace que su discurso sea un poco confuso pero, a su vez, le da un dinamismo muy especial al texto.

La novela está dividida en tres partes: “La confesión”; “El arrepentimiento” y “La penitencia”, cada una narrada desde la perspectiva de uno de los personajes y en las que se discute y cuestiona no solo la concepción tradicional de la religión, sino también la sexualidad, la mentira, el deseo, la moral y hasta el uso de la lengua. “La confesión” toma la voz de Maruja y ese personalísimo ejercicio de lenguaje inclusivo. “El arrepentimiento” es un diálogo tradicional en el que el cura y Maruja exponen sus cosmovisiones opuestas en una especie de danza discursiva cargada de ironía y humor. “La penitencia”, el último paso del sacramento de la confesión, prioriza la voz del “padre” (así prefiere el personaje que se lo llame) que pone en escena los axiomas más ortodoxos y hasta ridículos de la Iglesia.

Aunque la novela instala un postulado bastante provocador, que es la idea de que Eva es, en realidad, una mujer trans (según la lectura de la Biblia que hace el doctor Milbergen, Dios no le saca a Adán una costilla para crear a Eva sino que le hace un cambio de sexo), por momentos roza con el didactismo. El texto mantiene un tono liviano y humorístico —que es un valor pero también vuelve un poco infantiles los discursos de Maruja y del cura— para hablar de un tema polémico y muy actual que es la puesta en cuestión de los mandatos que la sociedad heteropatriarcal impuso desde hace siglos.

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