"La inflación no es mala en sí misma"

EPD dialogó con el economista Agustín Mario, docente e investigador de la Universidad de Moreno, sobre la situación económica de la Argentina en tiempos de pandemia.

El próximo 31 de mayo, la RIETI (Red Iberoamericana para el Estudio de Transferencias de Ingresos) va a llevar adelante un conversatorio virtual, "Transferencias universales de ingreso en Argentina. Alternativas de financiamiento", que tendrá como expositores a Claudio Lozano (BNA/IPyPP), a Itaí Hagman (OCEPP-Diputado nacional por el FdT) y a Agustín Mario (docente e investigador de la Universidad de Moreno). 

Aprovechamos la ocasión para hablar con el economista Mario, sobre el tema del conversatorio en particular y, más en general, sobre la macha de la economía argentina en tiempos de pandemia. 



EPD: Arranquemos con el tema del conversatorio. ¿Cuáles serían, en tu opinión, las alternativas de financiamiento en materia de transferencias universales de ingreso en nuestro país?

AM: Creo que las alternativas se refieren, en realidad, a opciones de política. Lo que hay que discutir es qué es lo que debe universalizarse. Respecto de la discusión sobre el financiamiento, hay que empezar por comprender que la recaudación es posterior al gasto y, por lo tanto, los impuestos no lo financian. De lo contrario, vamos a seguir esperando a Robin Hood.


EPD: Me das pie para ir directo a la actualidad argentina. ¿Coincidís con los que creen que el presupuesto armado por Guzmán "ya fue" y que, en estos momentos, lo importante es que el gobierno dé respuestas económico-sociales a los sectores más afectados?

AM: Solo por accidente podría cualquier presupuesto armado el año anterior ser el indicado para resolver los problemas del presente. Por eso, es necesario que el resultado fiscal deje de ser un objetivo de política, permitiendo al gobierno actuar contra cíclicamente.


EPD: La economía venía mostrando signos de recuperación en 2021, pero llegó la segunda ola. ¿En qué momento económico estamos?

AM: La actividad económica va a bailar al ritmo de la pandemia, necesariamente. Más allá de las medidas estrictamente sanitarias, de lo que se trata es de robustecer la red de protección, garantizando un piso de ingresos (lo que, a su vez, debería suavizar la caída de la actividad).


EPD: Y en ese sentido, ¿cómo evaluás la respuesta hasta ahora que dio el Gobierno en materia de protección social, desde el inicio de la pandemia?

AM: En nuestro país, prácticamente todos los adultos mayores, los niños y adolescentes y las personas con discapacidad tienen un ingreso independientemente de su relación -actual a través de su familia y/o pasada- con el mundo del trabajo. Es decir, que los que no deben y/o no pueden trabajar, están virtualmente cubiertos (más allá de la magnitud de esos ingresos, que no es un tema menor). Ese es un punto de partida relativamente alto (al menos en términos regionales). A esta red, construida básicamente entre 2003 y 2015, el gobierno le sumó el año pasado dos programas importantes: el IFE y el ATP, que lamentablemente se discontinuaron.


EPD: ¿En qué medida el acuerdo con el FMI puede restringir esa respuesta? 

AM: En gran medida. La deuda pública en moneda extranjera genera incentivos muy fuertes para intentar controlar el tipo de cambio y eso, a su vez, pone un límite al gasto necesario para que la economía aproveche toda su capacidad (y ocupe plenamente a toda su fuerza laboral).


EPD: "El desempleo es evidencia de que el déficit público es demasiado chico". ¿Podés explicar esta idea para el momento actual?

AM: Al cuarto trimestre de 2020 (último dato disponible), había 5,4 millones de personas que trabajaban menos tiempo del que deseaban (y esto sin contar a quienes están fuera de la fuerza laboral y podrían participar si se les ofreciera un empleo). Eso evidencia que el déficit público es demasiado chico: podría incrementarse hasta que todo el que quiera ofrecer su tiempo pueda hacerlo.


EPD: Surgieron discusiones dentro del oficialismo sobre tarifas, ¿cuál es tu posición?

AM: Creo que no se pueden discutir las tarifas aisladas del resto de la política económica. Concretamente, lo que definitivamente no se debe hacer es plantear un aumento de tarifas sin ofrecer una alternativa a los millones que quieren trabajar y no pueden hacerlo (una política de palo sin zanahoria, digamos).


EPD: ¿Creés que la proyección del gasto que hizo el Gobierno en el presupuesto 2021 contempló el problema de la inflación?

AM: Supongo que sí. Lo que no creo es que modificar el gasto sea efectivo para afectar el nivel de precios.


EPD: ¿Por qué creés que sigue siendo tan alta la inflación? 

AM: La pregunta sería alta en relación a qué. El peso es un monopolio público y, por lo tanto, su valor es necesariamente una función de los precios que paga el Estado cuando gasta. Lo que usualmente denominamos inflación suele comenzar con un cambio de precios relativos (consecuencia de algún fenómeno de costos), que se traslada a prácticamente todo lo demás en la medida en que el gobierno paga precios más altos por lo que compra, incluyendo la indexación de los salarios al IPC -que es lo usamos para medir la inflación-. 

Esta institucionalización/generalización de la inflación puede ser preferible a un empeoramiento de la distribución en contra de los trabajadores (salario real) y/o el país como un todo (términos de intercambio reales). Contrariamente a lo que suele afirmarse, la inflación puede funcionar como un mecanismo de defensa para los que menos tienen -como muestra, por ejemplo, la experiencia 2003-2015 en Argentina-. El punto central es comprender que la inflación no es mala en sí misma.


EPD: ¿Qué opinás de la medida del Gobierno de cerrar exportación de carnes?

AM: No creo que sea efectiva. Sería mejor aumentar los salarios y, para eso, el primer paso es una política de pleno empleo.

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