La increíble historia del primer matrimonio gay

Marcela y Elisa se casaron en la Iglesia de San Jorge de La Coruña, España, el 8 de junio de 1901. Elisa se hizo llamar Mario y aseguró ser hijo de padres protestantes para conseguir ser bautizada.

El primer casamiento gay se realizó en la Iglesia de San Jorge en La Coruña, España, el 8 de junio de 1901. Dos mujeres, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, lograron lo impensado aún hoy, que la Iglesia Católica las acepte como pareja. Sin embargo, esto no fue del todo así. Para conseguir que el cura las case, Elisa se transformó en Mario y se vistió de hombre.

El engaño fue descubierto y comenzó una odisea por tres países diferentes —España, Portugal y Argentina— acosadas por la Justicia y los principales diarios de la época. El rastro de estas mujeres que se atrevieron a desafiar a la Iglesia Católica se pierde en la Ciudad de Buenos Aires pero su osadía sigue siendo reivindicada y celebrada. Según publica BBCMundo, el gobierno de La Coruña nombrará una calle en honor a las protagonistas del casamiento. El acta de matrimonio nunca fue anulada.


La historia de amor

El autor del libro Marcela y Elisa, más allá de los hombres, Narciso de Gabriel, dialogó con BBCMundo y contó los entretelones de la historia de amor de las españolas: “Se conocieron hacia mediados de la década de 1880. Marcela estaba estudiando en la escuela de Magisterio de la ciudad de La Coruña y Elisa, que había estudiado previamente la misma carrera, estaba trabajando allí”.

A partir de esa fecha ya no se separaron. Convivieron en distintas localidades de La Coruña y en 1901 decidieron casarse. Esa decisión les cambiaría la vida en más de un sentido.

Elisa, travestida en Mario, le dijo al cura que no estaba bautizado porque era hijo de padres protestantes pero su devoción por Marcela lo llevó a convertirse al catolicismo. El cura se convenció con el relato y le dio el primer sacramento, condición para poder casarse.

La ceremonia se celebró sin mayores sobresaltos, nadie objetó ni cuestionó a Mario. Cuando salieron, dieron su primer paseo como marido y mujer y hasta se sacaron una fotografía, ya célebre, con José Sellier, uno de los más importantes del lugar.



Ya de regreso a su casa, una de las acompañantes de la diligencia reconoció a Elisa en Mario, explicó Narciso de Gabriel, también decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de La Coruña.

El engaño había terminado. Imaginen la reacción de la Iglesia Católica ante tamaño escándalo. Una vez que arribaron al pueblo, todos sabían de las mujeres casadas. Los diarios se ensañaron con ellas. “Asunto ruidoso. Un matrimonio sin hombre”, fue el titular elegido por La Voz de Galicia.



Las autoridades iniciaron una persecución con pedido de captura. Tal es así que las jóvenes decidieron  huir a Portugal, más específicamente a la ciudad de Oporto. Ingenuamente pensaron que en otro país estarían a salvo, que la noticia de su osadía no traspasaría fronteras. Se equivocaron y fueron arrestadas al poco tiempo de llegar.

Mario seguía insistiendo en su masculinidad. Fue examinado por profesionales y todos estuvieron de acuerdo en que era mujer. La teoría del hermafroditismo se cayó.

“Se produce en Portugal un movimiento de solidaridad con las dos españolas matrimoniadas, como dicen los titulares de la prensa. La prensa toma partido a favor de la causa de Marcela y Elisa así como una parte de la sociedad portuguesa más algunos españoles residentes en Oporto”, contó de Gabriel.

Sin embargo, la presión del gobierno español obligó a Portugal a la pareja, no sin antes juzgarlas y absolverlas de los cargos por los que habían sido encarceladas. Antes de ser entregadas a las autoridades de España, las muchachas deciden fugarse una vez más. ¿El destino? Argentina, lugar al que miles de españoles emigraban en busca de una vida mejor. Quizás pensaban que en un país alejado y joven nadie repararía en dos simples mujeres.


La vida en Argentina

Una vez acá, Marcela se hizo llamar Carmen y Elisa, María. Ya es 1903, pasaron dos años desde el matrimonio. Las mujeres llegan a Buenos Aires pero no lo hacen solas: traen a su hija con ellas. ¿Quién era esa niña que nació en Oporto en enero de 1902? ¿Fue la razón del casamiento?

De Gabriel realizó una exhaustiva investigación durante 15 años para escribir su libro pero hubo cosas a las que no pudo acceder. La identidad de la hija de la pareja es uno de ellas. La relación de Marcela y Elisa “está llena de sombras”, aseguró el escritor.



El autor cree que la niña es fruto de un embarazo premeditado. “Elisa y Marcela no se conformaban con convertirse en marido y mujer sino que querían tener descendencia”, es la creencia del catedrático. Sin embargo, reconoce que no tiene ninguna fuente que valide su hipótesis. Una de las involucradas, Elisa, dio una entrevista a un diario portugués en la que aseguró que la niña es fruto de la relación de Marcelo con un joven del pueblo y que ella se travistió para cubrir a su amiga. De Gabriel tampoco cree que esta haya sido la verdadera razón.

Pocos meses después de llegar a Buenos Aires, Elisa/María contrajo matrimonio con un hombre de origen danés. Le llevaba más de 20 años. “El matrimonio no es feliz y acaba mal, entre otras cosas, porque Elisa se niega a tener relaciones sexuales con el marido”, explicó de Gabriel.

El hecho es que el hombre se pone a investigar y descubre que su esposa, María, es una de las mujeres del casamiento “sin hombre” del que tanto se había hablado en los diarios. Según contó el autor de Marcela y Elisa, más allá de los hombres, esto lo llevó a exigir la anulación del matrimonio y a Elisa a pasar, otra vez, por un examen médico que verifique su sexualidad. Tres profesionales la revisan y concuerdan es que se trata de una mujer. El dictamen es que el matrimonio es totalmente válido. Lo que pasó después nadie lo sabe. La información a la que pudo acceder el investigador acaba ahí.

Sin embargo, más de un siglo después la historia de estas mujeres sigue siendo fuente de novelas, artículos, películas y exposiciones. Los avatares de sus vidas, muy adelantadas a su tiempo, las convirtieron en un símbolo del feminismo y de la lucha contra la discriminación sexual y los derechos del colectivo LGBT.





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