La grieta de primavera

Por: Carlos Leyba



¿Cuántas grietas accidentan nuestro camino? Infinitas. ¿Cuántos puentes son necesarios? Infinitos.

La corrupción (los casos de cohecho) divide el campo. De un lado los ejecutores y beneficiarios; y del otro, los indignados de a pie que se sienten esquilmados. No hay duda acerca de las inmensas fortunas súbitas de los últimos años; no hay duda de que son inexplicables sin delito; y, al mismo tiempo, la multitud de argentinos que han sufrido la declinación de su nivel de vida. Primera grieta. Es grieta porque no son pocos los que militan del lado de los ejecutores y beneficiarios.

En el campo de los ejecutores y beneficiarios de fortunas súbitas e inexplicables, además, están – aunque en distintas proporciones y magnitudes – los que transitan las veredas políticas enfrentadas. “Robo para la corona”, “Patria Contratista”, “Capitalismo de amigos”.

Es verdad, en la precaria Justicia del país se tramitan hoy las increíbles fortunas, reveladas y las ocultas, del círculo presidencial K: la familia, los empleados, los funcionarios, los amigos. Todo a base de dinero público: observar al emblemático Lázaro Báez ¿qué más demostración de injustificable fortuna se puede aportar que su propia historia?Es inexplicable el silencio de quienes pertenecen a ese campo político.

Pero también son muchas las páginas de denuncias que se han escrito sobre los hombres de este gobierno y que, tal vez, un día lleguen a la Justicia. Es inexplicable el silencio en ese campo.

De ambos lados, una grieta, hay muchos ciudadanos que niegan los hechos porque priorizan al odio a la verdad. O el amor a la verdad. Y –por esta razón de amor u odio– la cuestión de la corrupción divide y forma una grieta emocional. Recordemos: “Sólo la verdad os hará libres”.

La negación de la verdad genera una militancia esclava: hay pocas cosas peores para una sociedad que la militancia esclava.  

Una nueva. Tenemos en estos días la puesta en blanco y negro de una grieta axiológica de la que son protagonistas los principales medios de comunicación.

Este sábado La Nación tituló “Tranquilizan al Gobierno la baja del dólar y del riesgo país, y la suba de las acciones”. Pero no hay ningún titulo de similar jerarquía que diga “Intranquiliza el desempleo abierto que casi llega a 2 millones de personas, el aumento imparable de la pobreza, la caída vertiginosa de la producción urbana, la inquietud social paliada con comedores y subsidios, el inevitable paro general, la tasa de inflación de más del 40%”. ¿Es posible, es útil, es sabio ese silencio cómplice e innecesario?

Esta de los títulos y los silencios no es una grieta ideológica, es una grieta axiológica, porque evidencia el sistema de valores que orienta el pensamiento y la acción de los que militan oficialismo. Son ellos los que hoy titulan.

Como también, en su tiempo, fue una evidencia del sistema de valores del kirchnerismo en el poder su negación de la multitud viviendo bajo condiciones de pobreza. Una verdadera infamia. Haberla generado, no haberla evitado y haberla negado. Tres destacados personajes en esa tarea Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Aníbal Fernández: cualquier cosa para permanecer en el poder.

En ambos momentos fue la Iglesia – la Pastoral, el Episcopado –la que llama y llamó, la atención por el desempleo, la pobreza, el costo de la vida digna. Porque, en su perspectiva, es a partir de esos temas, que reflejan valores de la dignidad de la persona humana, que ha de construirse el pensamiento y la acción política.

Pero hoy los grandes medios, los periodistas, los que tratan de formar opinión favorable al gobierno, abandonando la función crítica que es esencial al periodismo, celebran las cuestiones financieras en sí mismas sin tener en cuenta a qué fenómenos están asociadas. Otra vez la negación.

No hay nada que pueda “tranquilizar” a quién gobierna si el fracaso económico (desempleo) y social (pobreza) se estancan o se incrementan. ¿Qué los tranquiliza?

Estamos formando o constatando nuevas grietas que se suman a la fundada en las simpatías o alineamientos políticos. Son las grietas que se evidencian en esta primavera.

La grieta emocional que niega, de un lado o de otro, la corrupción; y la axiológica, que pone en evidencia el antagonismo de valores que dividen a la sociedad.

Si la Justicia condena a Cristina Fernández y se cumplen todas las instancias, pruebas, actos de defensa, no se trata de un golpe de estado ni una manipulación judicial. Es un acto de Justicia. Y si no la condenan, por las mismas razones, también es un acto de Justicia. Sin criterio más o menos unánime de Justicia no hay manera de resolver la grieta emocional. Y sin lograr ordenar las prioridades de la cosa pública no hay manera de resolver la grieta axiológica.Un dato.

El gobierno celebra en esta primavera nuevos brotes de pedal. Brotes de primavera financiera. Volvió la alegría financiera. Entran dólares alentados por la promesa del ancla cambiaria a no más de 40 y más cerca de 36 pesos por dólar.

Las bandas que parece habría de garantizar la intervención del BCRA cumplirán el papel de entrar al mismo precio del que se va a salir, mientras la tasa de interés garantiza – cualquiera sea la inflación – una renta en dólares extraordinaria: si la tasa de interés garantizada por el BCRA es 40 por ciento anual y el tipo de cambio no se mueve, cualquiera sea la tasa de inflación, la renta financiera será extraordinaria. Y esta noticia es el anuncio de primavera para los financistas. ¿No es inexplicable?

Grieta política, grieta emocional, grieta axiológica. Las grietas se superan con puentes. Muchos puentes que entrecrucen las realidades tan diversas.

Llegados a este punto y antes de entrar en lo inmediato de estos días, me parece, queda claro que construir esos puentes supone un acuerdo de valores, una reinvención de la Justicia que tenemos y reconstruir la política no sobre la base de los encantos del pasado sino sobre los escalones programáticos del futuro.

Nada de eso puede semillar sin la vocación de consenso que es una vocación de renuncias.La primavera deviene después de que el invierno a depurado y desnudado, renunciado, para que lo nuevo tenga lugar. La historia necesita de esas renuncias para dar lugar a lo nuevo.

La primavera es la estación del año en que comienza el verdor luego del período gris que describe el invierno.

El gobierno –y, por los recientes movimientos, también el mercado– creen que está llegando su primavera económica, tan prometida y esperada: los brotes verdes, los segundos semestres, el crecimiento que no se ve, no fueron la primavera. Finalmente, y después de la catarata de malas realidades, la gran promesa que aglutina al gobierno es “el rumbo”.

El timonel soportando las tormentas, las tempestades, firme mantiene el rumbo. Y esa es la gran promesa del y para, el oficialismo. No es mucho. Un dirigente PRO que actualmente funge como intendente de Lanús recitó el mantra posterior al “rumbo” y dijo (casi textual) “el agro, la energía y el turismo” son los motores del crecimiento. El hombre vive en Lanús ¿el agro, la energía, el turismo? Inexplicable.

Mantener el rumbo hacia el déficit fiscal primario cero. Esa es la ventaja y la novedad que ofrece Macri. Es cierto que ese déficit primario ignora la realidad del déficit financiero que siendo básicamente de “dólares a pagar” es el Rubicon más difícil de pasar. De eso no se habla.

Según Mauricio Macri, el navegante, ese rumbo “primario cero” es el único posible y el único necesario: salir “de la ruta equivocada de los últimos 70 años” en los que, según él, nos gobernó el déficit fiscal. Esaes la novedad y sería “el cambio”. Déficit primario “cero” pero con un déficit financiero máximo de la historia. ¿Sumamos?

Hace unos días que circula el video de una comida con Mirtha Legrand en la que el candidato Macri afirmaba que para él lo más sencillo sería terminar con la inflación. Un problema tremendo, dijo, que trababa el progreso, que nos hacia ser el 1 por ciento peor del planeta, y que él resolvería de un saque porque era absolutamente sencillo.

En ese momento ese era el rumbo. Su señora lo miraba sin ojos de admiración ni de entusiasmo. Pero el entusiasmo del candidato era notable, contagioso.

Asumió la presidencia, cierto en minoría parlamentaria y con una herencia horrible, pero lejos de reducir o controlar la inflación le pasó hasta ahora todo lo contrario. Y no porque la economía vuele a causa de una demanda generosa de inversiones, consumo o exportaciones. Ninguna de las tres fuentes globales de demanda se movió como para provocar escases generadora de inflación de demanda. No. Todo sobra y, sobre todo, la fuerza de trabajo. Escándalo.

Mauricio cambió los precios relativos de una manera imprudente. La liberación del mercado cambiario estuvo unida a la baja de las retenciones, con excepción de la soja. Pero el dólar de los bienes que consumimos creció, en los primeros días de gobierno, de una manera explosiva y se trasladó a la canasta familiar sumándole luego los discutidos ajustes tarifarios.

No hay precios a la baja en una economía que, por mil razones, está indexada; y sin tomar las previsiones correspondientes, todo cambio en los precios relativos es suba de precios.

Los días que corren han protagonizado la cotización cambiaria y su modesto pass throughque, otra vez, pone la tasa de inflación por encima del 40 por ciento anual. Claramente no fue fácil. La economía de Macri hasta aquí ha sido una economía inflacionaria.

El segundo objetivo de Mauricio  –como todos recordamos– fue que lo juzguemos en función de si había acrecentado o disminuido la pobreza. Este fue –en la segunda etapa de objetivos– el metro con el que quería ser medido. Y es obvio que estamos mal. La pobreza aumentó. Y seguramente aumentará.

Y no sólo por el efecto de la inflación sino por el efecto de la disminución de oportunidades de ingresos adicionales a los que, con mucho ahínco y fina sensibilidad, proveen las damas PRO: María Eugenia y Carolina Stanley.

La sensibilidad, las antenas, el tacto, la percepción son agentes de nutrición política y estas señoras tienen esos dones. Muy escasos, lamentablemente, entre los señores PRO.

Por eso haciendo política – de la buena – son elefantes en un bazar. Y no todo es culpa de J. Durán Barba y su patética frivolidad; hay mucho de ejecutivo ganador de bonos en esto. Como todos sabemos la práctica del ejecutivo financiero es cobrar el bono por el dinero colocado y no es un premio asociado al dinero recuperado o cobrado. Esa lógica – tan escandalosamente gravosa para todo el sistema financiero – es dominante en la cultura de los managers PRO: es decir, no importan las consecuencias sino el delivery. Nunca calculan las consecuencias. Pero llegan.

Y esto nos lleva a recordar, por otra vía distinta a la de los fiascos en materia de inflación y pobreza, a la locura del incentivo al pedal financiero con tasas de interés estratosféricas, en pesos, mientras el ingreso de dólares, ávidos de esa renta, planchaba el dólar; y en una doble Nelson, aumentaba las importaciones y desincentivaba las exportaciones.

Eso no fue una herencia. Había macha pobreza con CFK y un proceso inflacionario innegable. Pero el pedal fue la estrategia del BCRA a lo largo de dos años. Federico Sturzeneger dejó la bomba de las Lebac de las que esta semana, finalmente, y con altísimo costo su sucesor pareciera comenzar a desembarazarse.

A los problemas de inflación y pobreza, se le sumo –por mala praxis– el problema financiero que, cuando se cortó el festival de bonos (ya perdimos la cuenta de la numeración) hubo que acudir al FMI para que ponga los dólares de la confianza.

Justamente, el primer discurso de MM presidente fue el de “aquí viene la confianza y como si eso fuera poco el mejor equipo de gobierno de los últimos 50 años”.

La confianza no llegó nunca y la expectativa de confianza se evaporó y acudir el FMI fue y es, el método que evita la debacle que significaría un nuevo default.

El “mejor equipo” fue pulverizado por el método de los despidos: Alfonso Prat Gay –por su jerarquía inicial– y Carlos Melconian – por haber sido el consejero principal de Mauricio durante años-. A los dos los echó Marcos Peña de una manera jamás vista en situaciones anteriores.

Ambos, Alfonso y Melconian, protagonizaron un retorno, por ahora frustrado, que implicó el destrato, sino humillación pública, de Jorge Fauri y de Nicolás Dujovne. Nadie se merece ese destrato; y si ambos permanecen sin pegar un portazo es porque la reunión del G20 ya está lanzada y porque hay que firmar el nuevo Acuerdo con el FMI que se ha convertido en la única posibilidad de seguir hasta el final.

Un mohín de humildad se esbozó en las palabras del Presidente que reconoció que son un equipo imperfecto, pero con buenas intenciones. Bien. De campeón a canillita.

El déficit primario cero es la justificación que encontraron para cerrar un nuevo acuerdo con el FMI con más plata; y eso está muy bien y será un logro, más allá de las consecuencias sobre la economía real de la política que está llevando a cabo el gobierno.

Las consecuencias empiezan a ponerse fangosas. La tasa de desempleo está al borde de los dos dígitos y ese es el indicador más grave de la enfermedad de una economía. No hay gobierno que no tenga como objetivo de desarrollo social colectivo lograr reducir el desempleo heredado. El incremento del desempleo y el abrir el capítulo de los dos dígitos es una señal evidente que la economía está fuera de control.

Es cierto, como negarlo, que ha habido una reacción tranquilizadora en las finanzas basada en las expectativas del acuerdo y de los fondos por venir.

Pero la contradicción fundamental es que este jueves el diario oficialista Clarín tituló: “La economía cae 4,2%, pero los mercados se recuperan por las señales del FMI”. Es un oxímoron “las cosas están mal, pero están bien”.

Unos días antes un grupo de economistas mediáticos y consultores de la city, en el mismo diario, agobiados por la presencia dominante del escenario de estanflación, reconocieron de manera unánime lo que siempre combatieron: no hay salida para una economía en estanflación, que lleva una década de PBI por habitante constante o en disminución, sin inversiones, con mecanismos indexatorios incorporados, con niveles de pobreza extremos, con riesgos financieros evidentes por falta de dólares, con una elasticidad importadora al crecimiento insostenible, y con desempleo próximo a dos dígitos y con un gasto público que se lleva mas del 40 por ciento del PBI, no hay salida – insisto reconocieron – con la política macro de los manuales.

La concertación, el pacto social, el acuerdo – que por otra parte contabiliza experiencia exitosas en todo el mundo incluida la Argentina – es el planteo insoslayable en estas condiciones.

Pero para eso hacen falta varios elementos que hoy están ausentes o escasos.

Primero la capacidad de representar (y de liderar) en todos los sectores sociales, tanto en la clase trabajadora, los desempleados, la gigantesca masa de sectores sociales desamparados. La capacidad de ruptura de esos sectores, tomados de a uno, es muy importante. La clave está en una propuesta surgida de ese desorden que la ordene y que le de viabilidad y sustancia negociadora. Sin la propuesta de los movimientos sindicales no habrá pilares sólidos para la mesa de discusión. Es una deuda del movimiento obrero. Sin un programa común y para el conjunto no hay tal cosa como movimiento obrero sino sólo sindicatos, en el mejor de los casos, unidos.

En segundo lugar, la capacidad de representar a los sectores de la producción. Tampoco es un espacio unitario. Las voces y los intereses son absolutamente diferentes. También allí la articulación y el liderazgo deben provenir de una propuesta operativa, concreta, de compromisos. ¿Cuál es el orden de construcción del perfil productivo? ¿Cuándo se expresarán los que expresan el capital productivo? El silencio empresario apesta de intereses particulares.

Y finalmente el campo de la política, en el que, el oficialismo y las oposiciones tienen la necesidad de reconocerse que hoy sólo pueden ser mediadores. Por ahora no pueden ofrecer más ya que esta situación que vivimos es la consecuencia de 40 años de incapacidad de la política para liderar el proceso de desarrollo. La política sin el concurso de las fuerzas sociales no está en capacidad de sostener un programa: como lo demuestran los cuadernos está demasiado “condicionada” por la oligarquía de los concesionarios: empresas de energía subsidiadas, bancos cosechando de manera escandalosa, etc. Bajo esas condiciones y esas debilidades, no está en condiciones de formular un programa: lo prueban 40 años de decadencia sostenida y de fortunas monumentales de las familias de la energía, de los bancos y de los servicios ¿O no es así?  

En democracia, es inevitable, la responsabilidad de los fracasos es de la política que legisla y gobierna. La debilidad de la política cercada por los “concesionarios” sólo puede superarse con la concertación y el programa de los sectores sociales y de la producción.

En los últimos conflictos sociales los hombres de la Iglesia, atacada sistemáticamente por el macrismo, todo Cambiemos, tratando de desprestigiarla y acallarla, han sido la clave del entendimiento y del acuerdo, ejerciendo un liderazgo moral que – en los sectores mas postergados – deriva de la presencia de los curas villeros y la doctrina del Encuentro. Esa cultura debe presidir el consenso.

Volvamos al presente absoluto. Pudieron controlar el dólar en este último super martes de las Lebac. Jugó a favor el trascendido del súper acuerdo FMI II.

Pero el verdor económico tan esperado, si las cosas no se reencaminan y no hay consenso que la única vía es el acuerdo, tampoco llegará en este año calendario y difícilmente el año para el que los legisladores debatirán y votarán el Presupuesto.

La razón es que la economía y la sociedad argentina transitan en el camino de la incertidumbre en un plano inclinado de pendiente negativa. El acuerdo esla única vía para disipar la incertidumbre.

La primavera llega con temperatura ascendente y sin helada tardía. El acuerdo es evitar la helada y de paso amojonar los puentes de las grietas que nos desencaminan.Los “milagros” transitorios, bajó el dólar, pero no hay una tendencia sostenida al aumento de las exportaciones, son “trucos”, trampas, ilusionismo económico. ¿Primavera de ilusiones?

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