La fiebre importadora llegó a las golosinas y golpea a la industria

El dueño de la fábrica Marengo, ubicada en Rafaela, afirmó que la entrada indiscriminada de artículos desde Mexico y Brasil repercute con fuerza en el sector. La importación de caramelos este año fue, según el producto, entre 184% y 280% más alta que en igual período de 2015.

La ola importadora desatada tras la decisión a nivel nacional de abrir las fronteras a los productos extranjeros está arrastrando poco a poco a muchas empresas santafesinas hacia la ruina. Las cifras del Observatorio de Importaciones que montó el Ministerio de la Producción provincial junto a la Federación de Industriales de Santa Fe muestran que a la entrada indiscriminada de electrodomésticos, artículos industriales y piezas para la fabricación de bienes se le sumaron productos de consumo como jeans, cuadernos, y hasta golosinas, en especial caramelos.

Según el monitoreo que realiza el organismo mes a mes, las nuevas mercancías que llegaron desde el exterior en el primer semestre de 2017 no sólo muestran en algunos casos una significativa diferencia en las cantidades con el mismo período del año 2015 –antes de la apertura de los mercados propiciada por la gestión de Cambiemos- sino que comenzaron además a diversificar rubros.

Continuidades y novedades

Sector por sector, el reporte del Observatorio muestra aumentos sin freno en las importaciones, aunque existen algunas variables a destacar. La línea blanca y de artículos electrónicos para el hogar tiene varios asociados entre los productos que más entran a la provincia. Es el caso de lavarropas, ventiladores de techo, heladeras y toda la línea de refrigeración. Por ejemplo, mientras en el primer semestre de 2015 ingresaron 14.923 heladeras, en el que corresponde a este año ingresaron 50.151 (la mayoría de origen turco), es decir un 236% más. En tanto, también se registró una mayor cantidad de productos industriales importados, siendo las esponjas de cobre las que invadieron las góndolas con 135.031 unidades contra 432 del 2015.

Pero más allá de los productos que habitualmente se importan, se evidenciaron algunas novedades que comenzaron a llegar con ímpetu desde el exterior, como los jeans: entre enero y junio del 2015 entraron 125.013 pantalones, y en el mismo período de 2017 fueron 391.041, lo que representa una suba del 212%. También hubo una invasión de productos extranjeros en el sector calzado que puso en alerta a las más de 50 pymes de la región, ya que en el primer semestre 2015 entraron 9.021.621 pares y en igual período de 2017 el número creció exponencialmente a 15.868.505 (un 80% más).Otro caso particular es el de los cuadernos escolares provenientes de China y Chile, que creció un 3311% en la comparación entre el primer semestre del 2015 contra el de este año: 41.088 contra 1.401.874 unidades, respectivamente.

Los alimentos también mostraron algunas variaciones considerables. La provincia pasó de importar 386.600 kilos de queso en 2015 a 1.226.778 dos años después. En detalle, fue el queso azul el que registró el aumento más grande, de un 6299%. En tanto, Santa Fe incorporó en lo que va del año 164.980 kilos de cebolla, un 69.219% más que en 2015. Y a este rubro se le agrega el de las golosinas: hubo 730.435 unidades de caramelos duros importadas en el primer semestre de 2015 contra 2.078.579 de igual período de 2017, casi el 280%. En caramelos blandos, en tanto, hubo una suba del 184% en los últimos dos años.Ambos provienen especialmente de Brasil y Mexico.

Caramelos ácidos

Las cifras relevadas por el estudio muestran un crecimiento acelerado en la cantidad de dulces que entraron desde el exterior, y que impactan de lleno en las dos fábricas más grandes del rubro asentadas en territorio santafesino: Lheritier de San Carlos Centro, y la ubicada en Rafaela, Marengo.

El País Digital dialogó con el titular de la firma rafaelina, que hace poco cumplió 73 años desde que la fundaron inmigrantes italianos.Marengo viene bancando la tormenta importadora a los tumbos, y tuvo que reducir la planta de empleados para capear la crisis:hace un año tenía 100 trabajadores, y hoy quedan 90.

Gabriel Rivarossa reconoció que los despidos son una consecuencia de intentar adaptar su estructura a la realidad del mercado interno, aunque explicó que se esfuerzan para que esto no se traduzca en reducción de mano de obra. “Estamos tratando de no despedir, pero se hace difícil porque nos tenemos que poner a tono con el actual nivel de consumo. La posibilidad está siempre latente y a veces por el bien de la empresa uno tiene que hacer lo que sea necesario” dijo.

Respecto a las importaciones sin control y el impacto en el rubro, para el empresario “hay una tendencia de aumento que ya veníamos viendo en los caramelos blandos, con 450 mil kilos que entran cada mes de manera constante”. Rivarossa lo grafica claramente: “Si nosotros con 90 empleados hacemos 200 mil kilos al mes, eso representa que entran dos fábricas y media como la nuestra cada 30 días”, lo que en su opinión significa un daño económico no sólo para Marengo sino para otras empresas nacionales, como Arcor, o santafesinas como la antes mencionada Lerithier.

Curva en picada

Marengo fabrica caramelos masticables con sabor a fruta, y los tradicionales de leche. En caramelos duros producen diferentes formatos y gramajes, con y sin relleno. También chupetines planos y redondos, así como una línea de confitados y barras de cereales. Según el director ejecutivo de la firma, se están dando variables que conforman “un cóctel explosivo”, ya que al tema de las importaciones sin control “se suma que el mercado nacional no está fuerte, y además no somos competitivos como sector para estar exportando”.

Sobre el consumo, describió que la curva de ventas de la empresa comenzó dura este año: “En enero es nula. Los mayoristas comienzan a proveerse en febrero para arrancar con las ventas a cantinas escolares en marzo”. Pero los paros docentes a comienzos del ciclo lectivo 2017 afectaron ese proceso que se da año a año. “Marzo fue malo, fue un mes que se movió muy poco por las huelgas de maestros”, detalló Rivarossa. “Ahora tendríamos que estar en el mejor momento, junio y julio son meses altos para nosotros, y en realidad es apenas normal, no hay rentabilidad”, describió.

A la vez, aclaró que algunos de sus habituales clientes comenzaron a comprar los productos foráneos: "A veces las marcas no son fundamentales para un caramelo que te dan como vuelto en reemplazo de una moneda, entonces se busca un menor precio", dijo sobre esa decisión de los compradores. En ese sentido, relató que tienen un “un 40% de capacidad ociosa” en comparación al mismo período del año pasado. Con la merma en el consumo y la ralentización de la actividad, el empresario adelantó que “si tuviera que hacer una proyección de ventas de los próximos meses, no podría decir nada cierto”.

Rivarossa señaló que son los costos locales los que engrosan los precios, que luego resultan irrisorios al lado de los productos manufacturados fuera del país. “La carga impositiva de Argentina es incomparable con la de países como Brasil”, indicó para argumentar la falta de competitividad de las pymes.En ese sentido, un funcionario de segunda línea del Ministerio de la Producción comentó en off a este cronista que en este tipo de productos terminados donde el mercado global hoy tiene una sobreoferta, como papelería, mueblería, calzado o golosinas,“los mayores beneficiarios son los grandes compradores de las grandes cadenas”.“Ellos tienen precios internacionales muy convenientes para estos artículos, y los ponen en góndola al mismo precio que estaban antes los productos nacionales.Así, hacen un margen de ganancia enorme”, explicó la fuente.

Panorama negro

El futuro asoma difícil si el gobierno nacional no modifica algunas variables macroeconómicas. Las importaciones que no pasan ningún filtro, el enfriamiento de la actividad por la caída del mercado interno y la falta de competitividad de la industria local conforman una tríada explosiva que está poniendo en jaque a muchos sectores de la provincia. Desde la carteraproductiva santafesina deslizan que si no fuera por algunas decisiones tomadas a nivel provincial, la crisis se hubiese llevado puesta a las pymes más débiles, que hoy viven una lenta agonía.

“Estamos preocupados. A nivel gobierno puede ser que estén tratando de hacer bien los deberes, pero evidentemente los tiempos parecen lentos. Cuando los que nos perjudican son productos que vienen del Mercosur a veces se complican las cosas. Veo predisposición para escuchar algunas medidas de comercio exterior que pedimos para que nos ayuden un poco, pero hay que acelerar la aplicación porque las pymes no pueden esperar tanto”, pronostica el titular de Marengo.

Sin embargo, desde el Observatorio de Importaciones consideran que la tendencia es que cada vez hay más apertura, y no parece que vaya a mermar en lo próximo. "Estamos en comunicación permanente con las cámaras de los diferentes sectores en alerta para ayudarlos a soportar los efectos de estas políticas, mediante créditos blandos y el Plan Industrial. Pero el gobierno nacional debería estar tomando la decisión de aplicar aranceles para proteger nuestra industria", dijo en comunicación con este portal el director del organismo, Sergio Buchara. “Le hemos advertido a la Secretaría de Comercio Exterior, pero hasta ahora no hemos sido escuchados”, lamentó el funcionario. Lo cierto es que si la situación se prolonga y no hay un cambio de rumbo, el panorama es oscuro para las pequeñas y medianas empresas santafesinas.

Diarios Argentinos