La cultura en crisis: la pandemia y más allá

Los días pasan, el virus se multiplica y no aparece cercano en el horizonte el final del aislamiento y del distanciasmiento social. En ese contexto, los artistas buscan la forma de readaptarse y sobrevivir, impulsando nuevas maneras de producción, gestión y consumos culturales.

En la Argentina, el parate económico provocado por el coronavirus y las subsiguientes medidas de confinamiento están haciendo estragos en el mundo de la cultura.

Los días pasan, el virus se multiplica y no aparece cercano en el horizonte el final del aislamiento y del distanciasmiento social. En ese contexto, los artistas buscan la forma de readaptarse y sobrevivir, impulsando nuevas maneras de producción, gestión y consumos culturales, y potenciando la creatividad a partir de lo que ofrece la modalidad virtual.

El País Digital dialogó con Lorena Matzen, diputada nacional y autora del proyecto por la Ley de Emergencia Cultural y con Cristian Palacios, actor y dramaturgo de la provincia de Buenos Aires.

Crisis pre-pandemia

La crisis de la industria cultural nacional es anterior a la pandemia. La aparición del coronavirus lo que hizo, en todo caso, fue profundizar su deterioro. Algunos datos así lo demuestran. Por ejemplo, la Cámara Argentina del Libro (CAL), durante 2018, tuvo una merma de 18 millones de publicaciones con respecto al año 2016. algo similar puede decirse sobre el cine, donde el INCAA, durante 2019, registró una baja abrupta de espectadores.

La crisis económica que se desató durante la presidencia de Macri sirvió de marco general para asestar un duro golpe a la industria cultural. A ello se agregó, cabe recordar, las políticas de ajuste que incluyeron, como punto cúlmine, la reconversión del Ministerio de Cultura a rango de Secretaría, y el despido de cientos de empleados estatales en esa área. Organismos vinculados con la cultura, entre otros, Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET); Asociación Argentina de Teatro Independiente (Artei); Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza (AATDa), denunciaron el desfinanciamiento y quita de apoyo estatal sufridos en ese período.

El nuevo gobierno encabezado por Alberto Fernández trajo nuevas esperanzas, que se vieron alimentadas cuando Cultura volvió a tener jerarquía ministerial. Sin embargo, lo dicho: apareció la pandemia y la situación, que ya venía mal, empeoró notablemente.

Cristian Palacios, escritor, dramaturgo y actor, señala a EPD: “A los artistas independientes la pandemia nos afectó, paradójicamente, de diferentes formas; los artistas que, por ejemplo, tenemos trabajo en otros lugares no estamos afectados en lo económico tanto como el que solo trabajaba de actuar, escribir, cantar, dar clases. También hay una diferencia entre los que son más conocidos, que quizá tienen más capacidad de ahorrar, y aquellos que no son tan conocidos, que son la gran mayoría, el 90% de los artistas.” Por su parte, la Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica Argentina (APDEA), muestra datos alarmantes recabados a partir del censo “Obras teatrales en emergencia”, correspondiente al mes de junio 2020: de 809 obras censadas, hay 5420 artistas afectados por el cese de actividades; 409 funciones, 342 estrenos y 59 giras fueron suspendidas en lo que va de la pandemia.

Palacios enfatiza la necesidad de que se vicibilice la precariedad que vive el sector pues, agrega, “no es la precariedad de un sector que no aporta nada a la sociedad, no solo aporta en términos de construcción de sentido, productos artísticos, que fueron los que en este momento nos ayudaron a pasar la cuarentena, sino que también aporta en términos económicos; una escritora escribiendo, un cineasta filmando hacen una movida de dinero económica que pone a circular, digamos, ese dinero desde abajo”.

Emergencia Cultural En este contexto tan crítico, desde el Ministerio de Cultura de la Nación se impulsaron programas e incentivos para el sector mientras dure el aislamiento social preventivo y obligatorio. En coordinación con referentes del ámbito cultural, las iniciativas abarcaron gran parte de la demanda. El Instituto Nacional de la Música (INAMU) creó el Fondo Solidario para músicos que busca abarcar a la gran mayoría de artistas de la industria musical; también se fortalecieron las campañas en medios de comunicación para que se difunda más música argentina en sus programaciones. En la Argentina hay más de 60.000 grupos y solistas, según el Registro de Músicos del mismo organismo.

En tanto el ente ministerial de la Nación, ante la emergencia cultural, promovió programas como: Fondo Desarrollar, para contribuir a sostenibilidad de los espacios culturales; Programa Puntos de Cultura, apoyo económico y técnico para proyectos culturales comunitarios. Desde el Instituto Nacional del Teatro, se impulsó el Plan Podestá que incluía subsidios para preservación de salas, de elencos y teatristas argentinos.

Asimismo, muchos artistas, en calidad de autónomos o monotributistas, fueron beneficiados con la recepción del Ingreso Federal de Emergencia (IFE ), aunque, por múltiples razones, no abarcó a todos: “Muchos de los que no accedieron al IFE fue porque tienen cargos docentes, por ejemplo, y a pesar de ser muy poquitas horas y de ser ingresos mínimos, no se les permitió acceder”, señala Cristian Palacios.

En función de estas y otras limitaciones, la diputada nacional UCR-Juntos por el Cambio, Lorena Matzen, presentó un proyecto de ley con el objeto de declarar la emergencia cultural en el territorio argentino para los trabajadores culturales sin dependencia a organismos estatales.

“El fundamento del proyecto busca morigerar el impacto de la emergencia sanitaria que ha caído sobre la cultura y que ha sido devastador para los trabajadores, que sin dudas han sufrido consecuencias sobre sus ingresos. En ninguna de las medidas de asistencias que ha implementado el gobierno nacional fueron atendidas específicamente las necesidades del sector”.

La idea del proyecto es que mientras dure la emergencia, se otorgue una Renta Mínima Cultural, equivalente a un Salario Mínimo, Vital y Móvil. Sería un pago mensual, y lo recibirían artistas independientes, técnicos, y docentes vinculados con el ámbito de lo independiente de cualquier disciplina artística. También se incluiría una renta para el sostenimiento de espacios culturales; excepciones impositivas y planes de regularización de obligaciones tributarias.

Matzen sostiene que su propuesta cuenta con el aval no solo de los diputados y diputadas de su propio bloque sino también con el apoyo de trabajadores del quehacer cultural independiente y con legisladores de diferentes fuerzas políticas.

En esa misma línea, la diputada manifiesta: “Asumo que la preocupación por el sector cultural atraviesa a todos los partidos políticos y las barreras ideológicas. Entonces analizamos los proyectos de cada provincia, en especial el de Río Negro, que fue presentado por el Frente de Todos. Nosotros, en nuestro proyecto, aportamos una mirada que entendemos posible y que implica una ley nacional que abarque a todo el país”.

La cuestión del financiamiento

Son tiempos difíciles. Con el parate económcio a partir de la pandemia, el Estado pasó a ser el principal sostén de los ingresos de las familias argentinas. En conjunto, las medidas implementadas por el gobierno nacional para paliar la crisis significan un 2,6% del PBI, y la gran cuestión es cómo sostener un nivel tan alto de gasto público cuando los ingresos estatales están en franca caída.

Para un sector político, referenciado en el Frente de Todos, asume vital importancia la discusión por la redistribución de la riqueza. Resaltan, en ese sentido, el proyecto legislativo que busca gravar las grandes fortunas.

Matzen, sin embargo, no cree en medidas de esa naturaleza para solventar su iniciativa de ayuda al mundo cultural: “Más cargas patronales, más impuestos, no serían una solución, con un sistema de tanta presión impositiva como el que tenemos nosotros, porque promueve la informalidad”. Y concluyó: En el tiempo que estamos viviendo, deberíamos trabajar mejor sobre lo que se recauda, el gasto público, repensar nuestro sistema tributario y el rol del Estado. En el congreso aún estamos a la espera de discutir el presupuesto 2020”.

Adentro y afuera de casa

La respuesta por la “nueva normalidad” que tanto se ansia entre trabajadores culturales y otros sectores en la Argentina, amplia la mirada sobre las posibilidades al retorno de las actividades: “En principio si se puede abrir un shopping, un negocio, una iglesia, se debería poder abrir un teatro, una sala de cine, porque las salas que son más chiquitas, no implican una movilización de miles de personas, y además se respetaría la distancia y usarían barbijos”, sostiene Palacios.

Y agrega con preocupación: “El panorama a futuro es complejo no solamente por la pandemia en sí, sino por la crisis económica que se viene, o que todo el mundo está anunciando que ya se ve venir, es probable que en el camino desaparezcan muchas salas o muchos artistas decidan dedicarse a otra cosa”.

Una mirada optimista y una recomendación 

Aunque el coronavirus no reconoce fronteras, y sus efectos negativos en términos económicos, sociales y sanitarios se producen a escala mundial, los argentinos y las argentinas podemos decir que tenemos una peculiaridad: somos expertos en crisis.

En los peores momentos, aflora nuestro espíritu luchador y creativo que Palacios parece identificar claramente, al recordar la crisis de 2001 y sus efectos posteriores. Así, un dejo optimista, entre tanta pesadumbre, asoma en el artista: “Recuerdo la gran eclosión de lo teatral, sobre todo de las salas independientes y de los grupos de base producto de la crisis del 2001, que significó en los años posteriores un gran movimiento para la recuperación de lo perdido.”

Una manera de contribuir con el mundo cultural en crisis, sobre todo en tiempos de pandemia, es ahondar en la información del Ministerio de Cultura y conocer así la amplia y variada cantidad de artistas, trabajadores culturales y espacios que los alojan y que habitan en el territorio argentino. Resignificar el sentido del arte, es comprender que todas las expresiones artísticas y sus hacedores, crean, en definitiva, la identidad de nuestra sociedad.

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