Jueces y "modales de la mesa" en la era macrista

OPINIÓN. Sobre el libro “Justicia a la carta, el poder judicial en la era macrista”.

Michel de Certeau (1925/1986) fue un apasionado historiador interesado en la investigación de lo cotidiano que trabajó sobre los rituales de la mesa y la cocina (La Invención de lo Cotidiano 2, habitar, cocinar). Para él, cocinar y servir la mesa, se ubica en el espacio privado de la familia y sus múltiples relaciones para dar cuenta del arte de manipular y gozar los alimentos. Todo un estilo el de los comensales que van delineando el espacio privado de sus cubiertos, servilletas, cartas, manteles, etc.; y que tarde o temprano, ese modal, tiene otra escala o forma social de hacer lo público.

Siguiendo esta metáfora de “las maneras de la mesa”, pienso los modales de “la mesa de la justicia argentina” como una práctica de poder privada para un juego de manipulación y cooptación pública de jueces. Los jueces no están invitados a la mesa, son solo parte de su servicio. Los únicos comensales invitados entre bambalinas son: los poderes políticos de turno y sus poderes fácticos. 

Así en estos “modales de la mesa” fue la justicia comprada de los 90 en la famosa servilleta del exministro Carlos (Vladimiro) Corach. Doblada y escrita con birome de tinta azul, la lista de jueces adictos al menemato en la servilleta del comensal, tal como los describió el periodista Horacio Verbitsky en sus clásicos Hacer la Corte (1993) y Robo para la corona (1991). La metáfora de la justicia comprada entre 2015 y 2019 sigue aquellos viejos modales. Hay una “mesa judicial” que define, y hay una carta. “Me pide un juez… entonces ¡voilà! ¡Marche un juez!”. Cuestiones de fami-glia sentadas a la mesa.

Serviles por carta o servilleta, el fin parece el mismo: persecución a los opositores, que la justicia deje hacer, otorgue impunidad para imponer recetas neoliberales. Como consecuencia, a la vista el grado de deterioro moral y decadencia institucional en el que se encuentra sumida gran parte de nuestra judicatura.

Este nivel de desprestigio se suma a la percepción negativa que tiene la gente de a pie sobre el funcionamiento del poder judicial en general; pese a que muchos jueces realizan con esfuerzo su trabajo, algunos son valientes, otros más o menos comprometidos, otros meramente grises, indiferentes o meramente negadores. Lo cierto es que, si bien no corresponde hacer uso de la generalización “toda la justicia argentina es…”, en los modales de la mesa, son “todos los jueces” los que terminan pagando los platos rotos, en función de aquellos que figuraban en servilleta o venían en la bandeja.

Así es como llegamos a “Justicia a la carta, el poder judicial en la era macrista”, libro colectivo que acaba de publicar la editorial de la UNLP (EDULP) y CLACSO, siguiendo la genealogía de estos viejos modales de la mesa, a partir de diciembre 2015. Con tapa de bandeja servida, ya nos dice el tipo de justicia que ofrecía y cocinaba el Macrismo.

Coordinado por el abogado y docente Emanuel Desojo, y escrito por Bruno Bagnarelli, Luciana Burgos, Augusto Catoggio, Daniela Cipolla, Emanuel Lovelli, Mariano Lovelli y Santiago Pavón Jaureguiberry. Y con un magnífico prólogo de Eugenio Zaffaroni, que esboza con claridad prístina los cambios y continuidad que ha tenido la judicatura para los deseos de un presidente.

Se trata de la primera vez –en democracia– que  “el titular del Ejecutivo se sincera de tal forma que expresa públicamente su deseo de tener jueces propios. Y para eso no se detiene ante nada, incluso ante trasladar jueces por decreto presidencial –lo que no tiene precedentes– para conformar las instancias de revisión de modo conveniente para sus dictados…”, dice una vez más Zaffaroni, quien hace tiempo pregona por un cambio sustancial del sistema constitucional y una reforma judicial desde su cúspide.

El subtítulo del libro es “Un relato imparcial del Plan Sistemático y Estructural de Cooptación del Poder Judicial en el gobierno de Cambiemos”. Aquí aparece introducido el concepto “plan sistemático” con clara reminiscencia conceptual que esas palabras tienen para el análisis del terrorismo de Estado. En tal sentido, ese nivel teórico exige salir de la mera casuística de situaciones fue un “plan” predefinido. Un laboratorio de precisión temporal e instrumental que, de entrada, definió con objetivos claros y precisos para construir una justicia a la carta.

Según los autores este “plan” llevado adelante por la coalición Cambiemos tenía tres objetivos. El primero era sentar las bases para obtener impunidad para la familia del entonces presidente Mauricio Macri. El segundo de los objetivos es lograr obtener legalidad para las políticas neoliberales que violan diversos derechos laborales, jubilatorios, económicos, sociales y culturales de la sociedad argentina, reconocidos tanto en el texto constitucional como en tratados internacionales. Finalmente, el tercer objetivo fue la persecución penal y la proscripción política de los opositores al gobierno.

Para cumplir con estos objetivos, el gobierno encabezado por Mauricio Macri necesitaba de un sector del Poder Judicial cooptado; por lo que se diseñó y realizó la planificación de la cooptación/disciplinamiento como escudo del sistema jurídico, logrando la impunidad de sus acciones y de las decisiones políticas gubernamentales en contra de los ciudadanos, de los opositores políticos, de los trabajadores y de las pequeñas y medianas empresas.

El libro tiene claramente un “plus”. Funciona como un sistema de pruebas, del cual se infiere una teoría de los hechos (el fenómeno del law fare está brillantemente descripto, como también las formas sociológicas de la construcción de todo un sistema de poder). Cuando digo “plus” me refiero a que sus autores formaron parte del colectivo (Ajus La Plata, Berisso, Ensenada y Cepis) que escribieron la denuncia que numerosas organizaciones de la sociedad civil y de derechos humanos llevaron ante la Relatoría de independencia Judicial de la ONU, y por la cual su relator, Diego García Sayán, le requirió al gobierno de Mauricio Macri las explicaciones ante las intromisiones indebidas en el Poder Judicial.

En fin, existe toda una fila de nombres muy bien retratados en el libro que padecieron múltiples persecuciones y hostigamientos por su valor y valentía: la exprocuradora Alejandra Gils Carbó, El exjuez Luis Federico Arias, el juez Daniel Rafecas, los abogados y jueces laboralistas, el juez Alejo Ramos Padilla; la Jueza Martina Forns, etc. La lista es larga, lo importante es –una vez más– el sistema que lo permitió, y cómo gran parte de la justicia (por participación/omisión) se prestó a semejantes atropellos. Lo importante es que esto no vuelva a ocurrir.

Con la autorización de los autores, dejo aquí el pdf para que lo puedan leer: 

https://www.clacso.org/wp-content/uploads/2020/08/Justicia-a-la-carta.pdf


Sobre el autor: Julián Axat es abogado y poeta.

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