Historias de hombres derrotados
Como viene sucediendo en los últimos años, al entrar a una librería es bastante común ver en alguna mesa de “novedades” libros de autores estadounidenses. A veces obras reeditadas de escritores ya consagrados, otras novelas o cuentos de otros aún ignotos para la mayoría, como es Donald Antrim.
Como viene sucediendo en los últimos años, al entrar a una librería es bastante común ver en alguna mesa de “novedades” libros de autores estadounidenses. A veces obras reeditadas de escritores ya consagrados, otras novelas o cuentos de otros aún ignotos para la mayoría, como es Donald Antrim. Así que la primera pregunta que me hice como lectora -y que también considero necesario responder- es ¿por qué leer Otro Manhattan?
Es probable que la conjugación del título con la foto de tapa de un señor viejo y solo que está arrodillado y pensativo ante lo que podría ser una tumba o realizando algún rito religioso influyó en el interés, y efectivamente ahí se encuentra un indicio de los temas y la forma de retratar el sufrimiento humano.
En los siete cuentos que componen el libro hay una lucha silenciosa. Hombres atrapados en duelos que no cesan y se vuelven vulnerables a desear de una manera ingenua, fallida. Mentiras que funcionan como bastón para poder seguir caminando. Adultos que no se sienten preparados para vivir lo que habían proyectado para el resto de su vida. ¿Cómo renunciar a las expectativas viriles sin sentirse débil? ¿Cómo aceptar que uno no es quién creía que era? ¿Hay formas indoloras de resignarse al inexorable paso del tiempo? ¿Qué se esconde detrás de la cobardía, la culpa o el arrepentimiento?
En Un actor se prepara, un profesor universitario de teatro descubre la manera de evadir lo que le molesta de su vida dirigiendo y actuando una versión bizarra de Sueño de una noche de verano de Shakespeare. Recrea fantasías juveniles e intenta seducir alumnas al mismo tiempo que es capaz de impostar consejos de padre. “Mientras estaba en eso, decidí hacerme un poco el actor yo también, en el papel de Lisandro. ¿Qué significaba exactamente un Lisandro de cuarenta y seis, flaco, bastante calvo, solterón y sin hijos -un doctor en letras viejo y peludo- en el contexto de un espectáculo por lo demás juvenil?”.
En Estanque, con barro, Patrick es un hombre con ínfulas de poeta, acostumbrado a registrar diversos momentos de su vida en un cuaderno que lleva a todos lados. Cuando decide convivir con Caroline y su hijo para demostrarle que es capaz de proyectar un futuro familiar, siente peligrar ese libre albedrío que requiere su vocación por la escritura. El encuentro fortuito con Roger, el papá legítimo del niño, un violinista derrotado y alcohólico que toca en una estación de tren, despierta en Patrick cierta empatía que no podría compartir nunca con su pareja. ¿Acaso ese hombre no podría ser él, también?
En Consuelo, Christopher y Jennifer son dos personas con una historia familiar difícil. Los alivia y une el hecho de poder hablar de eso sin sentirse incómodos. Cuando se conocieron, además, ambos estaban pasando un momento complicado, compartiendo convivencia en departamentos sin tener privacidad. Cada vez que se ven los fines de semana usan lugares prestados de sus amigos. Aunque ninguno se anima a afianzar la relación e ir más allá de esos encuentros sexuales que se repiten a lo largo de varios meses, Christopher empieza a imaginarse cómo sería la vida con Jennifer, fantasea con espiarla pintar en el parque, y también se les hace difícil a los dos mantener ocultos ciertos hábitos que podrían poner en peligro la relación.
En Otro Manhattan, dos matrimonios mantienen una amistad extraña de años sabiendo que entre ellos hay una infidelidad cruzada. Jim, el protagonista del cuento, acaba de salir de una de sus crisis psiquiátricas. Esa noche, antes de encontrarse los cuatro en un bar, lo invaden las ganas de sincerarse y terminar con la farsa: “lo que necesitaban, creyó Jim, no era huir de ahí para pasar otra noche de emocionantes pausas en la conversación y furtivos coqueteos entre los cuatro. Necesitaban sentarse los dos, por viciado que estuviera el ambiente en el living, por fuerte que zumbaran los radiadores, y turnarse para decirse lo que pensaban realmente”. Sin embargo, un acontecimiento tan pueril como la imposibilidad de pagar un ramo de flores caro y tener que recurrir a la tarjeta de crédito de su esposa enciende otra vez la maquinaria enfermiza y cotidiana.
En Él lo sabía, un actor en decadencia intenta resucitar su vitalidad a la fuerza, obligándose a pasear con su esposa y comprar ropa cara que les cambie el estado de ánimo. Cualquier trivialidad los frustra y manotean ansiolíticos como si se tratara de caramelos. Sobre el final, antes de acostarse, se promete retomar la carrera y se ilusiona con tener un hijo con Alice. “Cuando hicieran el amor la penetraría con fuerza y acabaría, esperanzado, esperanzado con embarazarla, con tener un bebé, un hijo quizá -¡un varón como él!- y creyendo con todas sus fuerzas que su familia estaba cerca, estaba por llegar al fin".
En Desde entonces, Jonathan acompaña a Sarah a un evento laboral, se presenta como su amigo. Sin conocer a casi nadie, cada vez que se involucra en alguna conversación no puede dejar de pensar en alguna anécdota donde no esté su exesposa e intenta reprimirlas sin éxito. Sarah parece molesta pero acostumbrada. Jonathan sabe que no debería llamar a Rachel y lo hace igual. En un acto desesperado, sobre el final de la fiesta y borracho, le insinúa a Sara que quiere casarse con ella.
Por último, en La Luz esmeralda en el aire, Billy se esfuerza por recuperar las ganas a través de pequeños actos. Deshacerse de objetos que le traen recuerdos tristes, como las pinturas de Julia, “quien alguna vez sintió que era -y aún hoy, cada tanto, todavía sentía que era- el amor de su vida”. Planea reencontrarse con una novia del secundario. No obstante, un accidente circunstancial que obstruye el camino al basural y deja atascada su camioneta en el medio de la nada, funciona como metáfora de las desgracias que pretende dejar atrás y vuelven a aparecer en su cabeza, una vez más.
Comentarios