Evelina Cabrera: el fin del patriarcado en el fútbol argentino

Hoy es la principal referente del fútbol femenino, pero vivió en la calle y conoció de cerca la violencia machista. "Que las mujeres se metan en estos espacios genera incomodidades, pero también hace que otras mujeres se animen", afirmó en diálogo con El País Digital.

Evelina Cabrera vivió en la calle, conoció de cerca la violencia machista y hasta pensó en suicidarse. Hoy, no tan lejos en el tiempo, es la presidenta y fundadora de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino (AFFAR), desde donde ayuda a muchas mujeres a superar no solo los obstáculos del machismo imperante en el deporte sino a ellas mismas.

"A veces la sociedad, más cuando venís de sectores vulnerables, te hace sentir que no podés tener posibilidades, que no podés hacer nada, sobre todo si sos mujer y pobre. Podés limpiar, ser prostituta o ama de casa, lo máximo a lo que podés aspirar es a hacer tortas fritas en la esquina de la parada del colectivo", dijo a El País Digital Evelina, que hoy dedica su vida a que esos estereotipos dejen de existir no solo en la sociedad, sino en la cabeza de esas mujeres.

En una entrevista contaste que formaste la Asociación Femenina de Fútbol Argentino ante el desamparo de las mujeres que practican el deporte. ¿Qué crees que mejoró desde que arrancaron con la AFFAR?

Fuimos varias las jugadoras y dirigentes que armamos la asociación y, la verdad, cuando nos metimos en esto de ser dirigentes no tomamos noción de lo que estábamos haciendo. Solo queríamos ayudar a otras compañeras desde un rol más activo y darle un marco legal a algo que ya veníamos haciendo pero de manera anónima. Creo que el cambio fue, más que nada, demostrarles a las personas que sí se pueden hacer cosas. Antes, si AFA no hacía, nadie podía hacer nada. Armar la asociación fue darle el empujón a un montón de instituciones y personas.

Viviste en la calle, sufriste violencia de género, trabajaste cuidando prostitutas y en un momento todo te superó e intentaste suicidarte. ¿Cómo fue el camino para llegar a ser la referente del fútbol femenino en Argentina?

Lo que me hizo salir adelante fue creer en mí, aunque suene soberbio. A veces la sociedad, más cuando venís de sectores vulnerables, te etiqueta. Te hace sentir que vos no podés tener posibilidades, vos no podés hacer nada, sobre todo si sos mujer y pobre. Podés limpiar, ser prostituta o ama de casa. Lo máximo a lo que podés aspirar es a hacer tortas fritas en la esquina de la parada del colectivo. No hay muchos rubros positivos para una persona que viene de un lugar pobre.

A mí me pasaba, y lo más difícil para salir adelante es distanciarse de todas esas cosas que te inculcan, que en algún momento vos te las crees, vos asumís que eso es verdad, que vos no vas a tener posibilidades, que soñar no es para vos, que mirar el futuro no se puede. Porque cuando vivís esa situación vivís el presente, es levantarte y ver si conseguís para comer ese día. Lo más difícil en esas situaciones extremas es eso: sacarte la marca.

¿Y cómo hiciste?

A medida que crecí empecé a ver que no era todo como ellos me lo marcaban y que podía salir. Fue muy difícil, porque cada vez que hice un paso para adelante eran tres que daba para atrás. El sistema a veces te obliga a quedarte ahí y te dice: ‘Pará esto no es para vos’. Recién hace un año y medio empecé a disfrutar de ir a algún lugar sin que me dé vergüenza entrar. Sentía que no pertenecía o que la gente me miraba mal. Es una estupidez pero es algo que uno piensa, le pasa a un montón de gente y es horrible. A mí no me molesta decir que estoy aprendiendo, pero hay gente que nunca lo va a decir y tiene que ver con la construcción que uno llevó durante años: de dónde venís, qué sos, qué hiciste.

¿Cómo lograste escaparte de esa estigmatización?

Me ayudaron mucho mis amigas que, sin darse cuenta, me daban la posibilidad de ir a bañarme a sus casas, ir al baño, hablar, me daban de comer. Mucha gente me daba consejos y yo los tomaba todos. O me dieron una mano para poder trabajar, en negro, pero me dieron un espacio que yo valoro. Eso fue lo que me hizo salir adelante: valorar esas manos que me tendieron para salir.

¿Sigue siendo difícil trabajar en el área del deporte para una mujer? 

Sí, por supuesto. Creo que piensan que está bien que la mujer juegue al fútbol, pero gestionar y ser dirigente es otra cosa: ese es el lugar de los hombres. Cada vez que viajo al interior o tengo una reunión con alguien me hacen notar el hecho de ser mujer. Hace unos años me molestaba, me enojaba, pero ya no me enojo. Aprendí que eso es parte del juego, un juego en el que decidí estar. Hoy muchas dirigentes tienen que pasarlo, pero es una lucha que tenemos nosotras y que las futuras generaciones no van a tener. Siempre hubo mujeres que tuvieron que luchar para conseguir cosas. Cada una luchó en su rubro para allanarles el camino a otras y nosotras decidimos hacerlo.

¿Cómo es el acceso al deporte de élite para las mujeres? ¿Hay una profesionalización del fútbol femenino?

Va a llevar un tiempo para que se profesionalice el fútbol. Para poder cambiar las cosas en el deporte en un país tan machista, tiene que cambiar— y mucho— la cabeza de los dirigentes. Ahora obligan a los clubes a que tengan equipos de fútbol femenino. Los arman, sí, pero ¿en qué condiciones? ¿Qué recursos, qué estructura les dan? También hay que ver eso porque si queremos que realmente sea profesional, o si aspiramos a que sea lo más profesional posible dentro del amateurismo, tenemos que generar los recursos.

¿Cómo te llevas con los dirigentes varones?

Yo me río, cada sector es diferente. Cuando voy al interior del país es como que si fuera el diablo. Piensan ‘encima que es porteña, es mujer’. Pienan algo como : ‘Qué viene a hablarme esta a mí de fútbol y para colmo quiere decirles a las chicas que conozcan sus derechos, quiere abrirles la cabeza a las chicas y decirles que tienen la posibilidad de dirigir, de jugar, de no estar atada a las reglas’. Son mentiras.

Sos el "cuco", digamos.

Claro, sería el cuco, esa es la descripción.  De hecho cuando empecé a ser dirigente me corté el pelo cortito, bien estereotipo de varón, y usaba la ropa holgada para que los tipos, cuando me hablaran, me miraran como a un par. Porque, al principio, cuando iba querían otra cosa y si no les daba bola, chau, me estigmatizaban y no hacían caso de mis reclamos y pedidos. Pero cuando empecé a ir así era: ‘Bueno, qué quiere esta pesada, dáselo’. Ni siquiera me prestaban atención, pero yo insistía tanto que me lo daban. Por pesada, nunca porque entendían que estaba pidiendo era legítimo. Hoy ya no me importa eso. Me visto como se me da la gana.

Te paraste de otra manera.

Me paré de otra manera porque gracias al trabajo que hicimos con un montón de mujeres ya no me da miedo y no me importa lo que piensen. Pero eso existe. Y lo que hemos logrado con la asociación es un montón de reconocimiento en un montón de lugares. Más allá de que sigue siendo común que digan ‘esta seguro se volteó a alguien’, porque nunca se ponen a pensar en lo que haces, solo critican. Está bien que me critiquen, pero andá vos a meterte en cualquier lugar, meterte con las pibas en la cancha, en el barro. Preguntales qué les pasa, o tratá de buscarles una solución. Eso no lo hace nadie. Es un ambiente hostil, y que las mujeres se metan en estos espacios genera incomodidades, pero también hace que otras mujeres se animen. Lo que pasó con la asociación pasa en cualquier ámbito.

En 2014 ganaron la medalla de oro en los Juegos Odesur de Chile y contaste que no se enteró nadie, ¿cómo es hoy la vida de una futbolista de primera división? ¿Una jugadora de primera vive de lo que trabaja?

No, no vive del fútbol ni de casualidad. No en nuestro país. Lo que sí noto es que, a diferencia de otros momentos, hay muchos medios partidarios de los clubes que difunden las actividades, cosa que antes era imposible. Difundían el vóley o el básquet, pero nunca el fútbol. Ahora sí, y eso empieza a darles prestigio y visibilidad a las jugadoras. Creo que estos cambios están haciendo que las mujeres estén más activas. No sé si le dan la importancia que le deberían dar, pero sí lo que creo es que hoy las pibas se arreglan solas. Si no les dan los materiales, se los compran. Si no tienen entrenador, lo consiguen. Si no les dan la cancha, la alquilan. Si el club les da poco, lo otro lo compensan ellas.

¿O sea que el fútbol femenino es "autogestivo"?

Sí, es así. Termina siendo algo autónomo.Hay clubes que dan más o que dan menos, pero son las jugadoras las que terminan de llevar a cabo la actividad.

No es para nada el mismo acompañamiento que les dan a los varones.

No, ni de casualidad. Hay clubes que sí, aunque son pocos. Hablando en general,en el 70 % lo hacen las chicas solas. Creo que más adelante las jugadoras van a tener conciencia de eso y van a poder pararse desde otro lado. Hoy muchas se van a jugar a otros países, y eso también está bueno. Yo les tengo fe a las chicas porque noto que hay ganas.

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