Estados Unidos: ¿Quién va a ganar las elecciones?

Por: Pablo Pozzi


En realidad, no soy politólogo, y mi opinión tiene la validez del historiador. Hace cuatro años pronostiqué que ganaba Hilary Clinton en el Colegio Electoral, si bien Trump ganaba el voto popular. Fue al revés. Hoy en día, un poco más precavido, tengo mayor consciencia de que las elecciones norteamericanas son un proceso sumamente complejo, muy distinto a los procesos electorales sudamericanos, y lleno de trampas para expertos.

Por ejemplo, la lógica diría que Trump debería perder. Ha sido, desde mi perspectiva, una presidencia lamentable. Sin embargo, retiene altos índices de aprobación y su base electoral se mantiene muy firme. La lógica también diría que debería ganar Biden abrumadoramente, ya que las encuestas le dan una importante diferencia a favor. Sin embargo, las encuestas le daban esa diferencia a Hilary en 2016 y Gore en 2000, y ambos perdieron en el Colegio Electoral. Para que nos demos una idea, dos semanas antes de las elecciones Hillary Clinton estaba por encima de Trump por 9% en las encuestas; en estos días Biden encabeza por 8,6% de diferencia. Más allá de esto, las encuestas son un problema particularmente porque la pandemia impacta fuertemente en la posibilidad y la decisión de emitir el voto. Asimismo, un encuestado no necesariamente podrá emitir su voto. En el último año diversos estados dieron de baja 16 millones de personas de los padrones electorales. Esto afecta, sobre todo, a votantes de minorías y de grandes ciudades que tienden a votar demócrata. Agreguemos que si bien la prensa insiste que Kamala Harris atrae a votantes mujeres y a afroamericanos los datos disponibles no muestran lo mismo. Por ejemplo, el Black Agenda Report, órgano progresista/liberal de la comunidad negra, criticó agriamente la trayectoria de Harris. Y para ganar Biden-Harris necesitan que las minoría, negros, latinos y asiáticos, los voten abrumadoramente. Esto es importante sobre todo en estados como Carolina del Norte o Michigan, que estan en disputa, y donde el voto negro puede definir al triunfador que reciba todos sus votos en el Colegio Electoral.

Parte de cuestión es que Estados Unidos tiene un sistema electoral donde lo importante es acumular una cantidad de triunfos, aunque sean por escaso margen, en estados con suficientes electores. Un triunfo abrumador, por mucha diferencia de votos, en estados populosos como California no define frente a victorias por una escasas diferencia en estados medios o chicos. Esto es un problema para los demócratas que tienden a tener fuerza en estados populosos como Nueva York y California y a ser muy débiles en las dos decenas de estados más chicos en el centro y oeste del país. Asi Trump ganó cinco estados por escaso margen, mientras que Hilary recibió el apoyo masivo de californianos y neoyorkinos. La sumatoria de votos electorales de una serie de pequeños estados más esos cinco le dieron la victoria.

Un tema no menor será cuánta gente acude a las urnas. Trump es un desastre, Biden no atrae a nadie, y ambos candidatos vicepresidenciales no son populares. En el contexto de la pandemia y la crisis, con candidatos que no entusiasman a nadie, lo más factible es que muchos se queden en casa y no acudan a las urnas. A eso agreguemos el tema de las formas de votación. Las diversas encuestas dicen que 57% de la gente que piensa votar presencialmente lo hará por Trump, al igual que 50% de la gente que lo hace temprano, mientras que 67% de la gente que piensa enviar su voto por correo lo hará por Biden. Al mismo tiempo, a dos semanas de las elecciones se han emitido 27 millones de votos por correo, sobre 150 millones de posibles votantes. De éstos, tenemos información sobre 6 millones. Estos revelan cosas sorprendentes: 38% de los afiliados al partido Demócrata votaron a Trump, y 10% de los Republicanos a Biden; a diferencia de lo dicho más arriba la diferencia entre ambos es mucho más cercana, si bien en este muestreo sigue ganando Biden. Al mismo tiempo, estados como Texas que tiene muchos electores y donde el resultado esta cabeza a cabeza, no permite el voto por correo a menos que sea de mayores de 65 años. Si esto es correcto, es factible que gane Trump. El voto por correo no sólo genera numerosos problemas para realizarse, y para contarse, sino que desincentiva al votante.

También hay que ponderar un par de cosas. Una es el “trumpismo vergonzante”. Los analistas calculan que cerca del 10 y quizás hasta el 20% de los encuestados piensan votar a Trump pero no quieren admitirlo. La otra es lo que sugiere el análisis de los votos por correo: si Trump atrae votos demócratas, y Biden cuenta con el apoyo de cientos de funcionarios del gobierno de George W. Bush esta es una elección como ninguna previa. De hecho, parece ser una elección entre sectores de los “repúblicratas”, que es como se denomina al partido del poder conformado por ambos Republicanos y Demócratas. Es más, Trump cuenta con apoyos entre la comunidad gay, y una cantidad de pastores y evangélicos afroamericanos, además de buena cantidad de empresarios latinos, sobre todo cubanos exiliados en Florida. A su vez, Biden está encabezando una campaña de salvación tipo “cualquiera menos Trump”. El PCR norteamericano ya le manifestó su apoyo, lo mismo que buena cantidad de actores de Hollywood, e intelectuales como Noam Chomsky, Cornel West y Paul Street. En nuestras latitudes esto sería importante, ya que culturalmente, esta gente tiene influencia política. ¿Y en Estados Unidos? Mi sensación es que todo esto no define la decisión final del votante. Más aun, es posible los granjeros del Medio Oeste, lejos de verse influenciados, serán enajenados por estos “famosos”.

La conclusión de todo lo anterior es que la elección va a ser más cercana de lo que muestran las encuestas, y que se va a definir sobre todo por el porciento de participación electoral.


Sobre el autor 

Pablo Pozzi es PhD en Historia (SUNY at Stony Brook, 1989) y profesor Titular Regular Plenario de la Cátedra de Historia de los Estados Unidos de América, en el Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (Argentina). Su especialidad es la historia social contemporánea y, particularmente, la historia de la clase obrera post 1945, tanto en Estados Unidos como en la Argentina.

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