“Espionaje M”: ¿El “Watergate” argentino?

Proponemos un repaso por el escándalo político que le costó la presidencia a Nixon y sus similitudes y diferencias con las causas que investigan supuestas maniobras de espionaje durante la presidencia de Macri.



Ante el avance de las causas del llamado “espionaje M” surgieron algunas referencias al “Watergate” estadounidense. Proponemos un repaso por el escándalo político que le costó la presidencia a Richard Nixon y sus similitudes y diferencias con las causas que investigan supuestas maniobras de espionaje ilegal llevadas a cabo durante el Gobierno de Mauricio Macri.

En principio tanto el “Watergate” como el “espionaje M” refieren a casos de maniobras de inteligencia ilegal impulsadas por el gobierno de turno y dirigidas contra la oposición. Por lo tanto, en esencia se trata de operaciones similares con un mismo objetivo. Sin embargo, también hay diferencias.

El Watergate debe su nombre al complejo donde se encontraba la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata que era el objetivo de la operación de espionaje de la administración de Nixon. El detonante del escándalo fue la irrupción nocturna de un grupo de personas a la sede de campaña para presuntamente instalar micrófonos ocultos. La Policía frustró la operación que tuvo lugar en junio de 1972.

En este aspecto hay coincidencias con lo sucedido en Argentina. El episodio que generó alerta fue la denuncia de la entonces oposición sobre la presencia de autos sospechosos en las inmediaciones del Instituto Patria, en ese entonces el epicentro del armado electoral  del Frente de Todos. Luego se corroboró que esos automóviles que merodeaban pertenecían a la Agencia Federal de Investigaciones (AFI).

En ambos casos hubo un detonante público que reveló la existencia de operaciones de inteligencia del Gobierno contra opositores pero en una primera etapa no afectó la reputación de los presidentes, incluso Nixon fue reelecto ese año. En Argentina la denuncia de espionaje por parte de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, no logró superar la grieta y quedó inmersa en un clima de acusaciones cruzadas. Macri salió ileso.

Además, la denuncia de la exmandataria tampoco prosperó – hasta ahora – en el ámbito judicial. De acuerdo a las escuchas difundidas de un agente de la AFI la estrategia fue darle una cobertura legal a estas maniobras. Se las habría incorporado como parte de una investigación por supuestas amenazas terroristas en el marco de la Cumbre del G-20.

El capítulo siguiente de ambos casos muestra diferencias. En el “Watergate” la prensa tuvo un rol relevante. A los meses del triunfo de Nixon el escándalo de espionaje reingresó con fuerza a la agenda mediática a través de los artículos de The Washington Post que reconstruyeron el caso a partir del testimonio de una fuente confidencial, luego se supo que se trataba del oficial del FBI Mark Felt. El caso tomó otra dimensión. La irrupción nocturna a la sede demócrata no se trataba de un hecho aislado, era parte de una operación que llegaba a las altas esferas del poder.

En el caso de Argentina lo determinante para el avance de la causa parece haber sido el cambio de signo político en la presidencia. Fue la interventora de la AFI, Cristina Caamaño, quien impulsó nuevas denuncias contra exagentes y exfuncionarios macristas que esta vez la Justicia receptó.

La parte final de la historia aún no puede compararse. El último episodio del Watergate ya está escrito. En Estados Unidos fueron presos el ministro de Justicia, John Mitchell; el secretario general de la Presidencia, Bob Haldeman; el secretario privado de Nixon, Dwight Chapin; los dos principales consejeros del presidente en la Casa Blanca, John Ehrlichman y Charles Colson; y el secretario jurídico de la Presidencia, John Dean. Por su parte, Nixon renunció en agosto de 1974, casi dos años después del suceso en la sede demócrata. No contaba con los apoyos necesarios para superar el juicio político.

El capítulo final en Argentina aún está en etapa de producción. Hay seis expedientes en curso en la Justicia. Hay implicados exgentes de la AFI, algunos exfuncionarios de Juntos por el Cambio y hasta el propio expresidente. ¿Habrá alguna novedad tras el apartamiento del juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena? ¿La cúpula del poder macrista correrá la misma suerte que la de la administración Nixon? ¿Qué pasará con el expresidente Macri? Aún falta recorrido para saber si el “espionaje M” resulta ser el Watergate argentino.


Diarios Argentinos