Elvira Sastre, la poeta que es sensación en las redes

En su último libro, “La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida”, de ediciones Continente, pone en cuestión tópicos como la ausencia, la desolación, el amor y, sobre todo, el desamor. Tiene 25 años y más de 100 mil seguidores en Twitter.

Elvira Sastre es española, tiene 25 años  y es un fenómeno en las redes sociales. Su último poemario, “La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida”, publicado por Ediciones Continente, ya es un éxito en la Argentina. Sus más de 100 mil seguidores en Twitter la idolatran y llenan teatros para escucharla leer sus poemas. Este año visitó la Feria del Libro de Buenos Aires y fue ovacionada por un auditorio lleno.

Además de escribir poesía, la joven está preparando una novela, y traduce textos literarios. Sin embargo, el prejuicio por su éxito a partir de sus interacciones en las redes no la deja. Con un lenguaje cotidiano, procedimiento que permite una conexión inmediata con su público español y latinoamericano, y muy bien elegidos epígrafes, “La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida” es una puesta en cuestión de tópicos como la ausencia, el olvido, la desolación, el amor y, sobre todo, el desamor. Es un diálogo, también, con la persona amada que no teme mostrar al amor como peligro, como paraíso pero también como condena inevitable.

En sus textos hay mucho dolor. Son poemas duros, que muestran la herida. “Tienes que saber / que vuelvo a ti cuando la vida me abandona, / como si quisiera recordar / que ya renunciaron a mí en otra ocasión / y eso me diera calma. / Quizás no me importe la soledad / porque fue lo único que me dejaste”, dice en “El hueco que te acoge”.

Y aunque la ausencia ocupa un espacio mayúsculo dentro del poemario, sus textos también muestran la sanación. En el primer poema del libro, “Libre”, dice: “Que nunca me perdiste: dejaste que me marchara, / que es la peor forma que existe de abandono / —para el que se queda—. / Y este será tu mayor castigo. / Mejor me voy / sin decir nada que no sea un espacio hueco / —lo que mereces: nada— / porque irse en silencio hace más ruido que cualquiera de tus quejas. / Y yo ya he pasado de canción”.

Y la sensación se aliviana: siempre se pasa de canción. Y no parece ser casual que lo ponga en primer lugar, como una manera de hablar de un tiempo circular del amor/desamor, de que todo pasa, y de que está bien que así sea.

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