La tercera generación de tigres asiáticos y su impacto regional

OPINIÓN. El progreso de Tailandia visto desde Patani.


Colaboración: Luz Narodowski

Ambos autores son Integrantes del Grupo Geopolítica y Economía desde el Sur Global


En estas breves líneas y siempre a modo de hipótesis a profundizar, analizaremos los alcances del desarrollo logrado por Tailandia y su impacto regional. Lo haremos comparando el sudeste tai-budista, industrializado con el sudoeste malayo-musulmán, sin industrias, sin recursos naturales y pobre. Se intenta mostrar lo limitado y asimétrico de los resultados alcanzados

El interés radica en que se trata de un país considerado parte de la segunda o tercera generación de tigres asiáticos, según cómo se haga la cuenta, nos interesa especialmente entender cuánto se diferencia este modelo del surgido de la independencia, el nivel de complejidad económica e institucional alcanzada, siempre agregando al tradicional enfoque general, la mirada regional que venimos intentando en estos artículos.

La idea central es mostrar que esta etapa es una continuidad del proceso de desarrollo de la posguerra al menos en Asia meridional y el oeste del sudeste asiático. Este proceso desde la independencia fue llevado a cabo por una elite que, con sus vaivenes (debidos a los matices de los diversos segmentos que la componen), implementó un modelo de organización económica y espacial que no era más que la prolongación del que regía en sus países desde incluso mucho antes de la colonización europea. Lo hizo con un discurso opositor al período precedente logrando, además, contener –con diversas identidades, pro occidental o socialista, más o menos “democráticas”-  elementos limitados del fordismo, del estado keynesiano-benefactor y la sociedad de masas.

Los resultados fueron obviamente inferiores a los de los países centrales, muchos teóricos, Wallerstein por ejemplo, atribuyeron lo sucedido no como algo endógeno sino a la necesidad de ampliación de las fronteras del capital y de descentralización del centro. Y además quedó claro que sólo pudieron beneficiarse los aliados y sus territorios, que la estrategia de la posguerra de generar polos de desarrollo para resolver las asimetrías regionales funcionaba muy relativamente.

Es cierto que cambia el régimen global y cambia la estrategia de esas elites. No mucho más. Y en este nuevo contexto, el actual argumento de las redes innovativas parece tener el mismo destino estéril y nuestra hipótesis es que los nuevos países industrializados como el que estamos analizando han pasado a una forma de fordismo periférico que podríamos llamar de maquila, basado en explotación de recursos naturales y salarios industriales bajos con escasos nichos de una complejidad mayor.

Este debate lo conocemos perfectamente, aquí quiero plantearlo para un trigre asiático, Tailandia, como un todo, y comparando la región que rodea la capital y sigue al sudeste donde se focalizó la inversión, con la que se corresponde con el antiguo sultanato de Patani, al sudoeste.

Lo que hoy es Tailandia es producto, para decirlo rápidamente de la presencia originaria de los pueblos mon y jemer, el dominio de éstos últimos, la posterior conformación del Reino de Siam, las disputas con Birmania y Annam, la ambivalencia de los príncipes jemer en lo que hoy es Camboya y el asiento de los sultanatos, especialmente en la península de Malaca y Borneo.

Desde fines del siglo XVIII, el inicio de una supuesta tradición en Siam que finalmente será llamada Thai, impuesta como mayoritaria y un auge económico y cultural que le permitió mantener la independencia a partir de una férrea alianza con el Reino Unido. De los tratados quedarán para sí los estados musulmanes del sur, entre ellos Patani, de larguísima historia de confrontación con el imperio del norte.

Hasta que hace su aparición el nacionalismo antimonárquico siames, budista, del entreguerras, la monarquía constitucional, incluso la aparición de un budismo progresista enfrentado al rey y al ejército y luego de la contienda bélica, el primer gobierno electo que gana con apoyo inclusive de los musulmanes malayos de Patani.

Con posterioridad y especialmente en la posguerra gobernará por años el ala dura de la tradición siamesa, militar, monárquica y elitista, montada en la idea de que “todo es siamés” y que sólo hay minorías étnicas pequeñas, llevándose por delante a las otras culturas, especialmente pero no sólo, malayas, jemers, vietnamitas y karen. Y el nacionalismo liberal y el budismo progresista son combatidos. El sur malayo musulmán resiste. Recién en los 2000s volverán los opositores al gobierno con una base popular.

Todo lo dicho tiene su correlato económico, en los 60s ya se desmontaba al menos en parte el rol del estado mediante la desnacionalización de las empresas estatales que se habían constituido a partir de la década del 30, se abría la economía a la IED especialmente norteamericana y japonesa en el sector industrial. El PBI se quintuplicó en la década de los 70s.

En los 80s se ejecuta el Proyecto de infraestructura para la costa este y esta área comienza a llenarse de industrias, al mismo tiempo, aunque no vienen al caso, hay un auge de la inversión extranjera en la actividad forestal, comienzan los desalojos de campesinos.

De este proceso nace un tigre.  ¿Cómo es ese tigre? Iremos haciendo y contestando algunas preguntas. ¿Se dio el proceso de industrialización esperado? Si, la industria y la construcción hoy representan cerca del 36% del PBI.

¿Se ha logrado un nivel elevado de complejidad? Relativamente.  Si se analizan sectores y empresas, puede verse que la industria está motorizada por grandes empresas multinacionales de diverso origen (japonesas, coreanas, alemanas) en la industria automotriz y la electrónica. Y las tradicionales de neumáticos, alimentos, madera, papel y de textil e indumentaria, de indiscutible complejidad medio-baja.

Respecto a la complejidad de los sectores automotriz y electrónico, es claro que los indicadores internacionales son poco precisos para realizar una evaluación, porque las definiciones del lugar de cada eslabón son dudosas. Alcanzaría con ver que el motor ha sido la IED y que ésta no se lleva consigo los laboratorios de I+D cuando viaja. Y si miramos la cuestión retributiva ocurre lo mismo: el aumento salarial anual de los últimos años ha sido del 4%, el salario medio oscila en alrededor de los 200 dólares, y dado que el gobierno reconoce que ésta ha sido su principal ventaja, ha emprendido un ajuste de otros costos a fin de evitar que las empresas se vayan a otros países, que son una nueva generación de tigres.

Babones, discípulo de Wallerstein que realizó un trabajo de actualización de los países que integraban la semiperiferia no la había ubicado a Tailandia, pero el cálculo es de 2005. Del índice combinado de 9 indicadores de complejidad tecnológica, social e institucional del trabajo de tesis de Matías Remes Lenicov surge que Tailandia está por encima de Argentina (por la influencia positiva del sector automotriz, que se cataloga como complejo, aunque eso no esté probado), pero muy lejos de los países centrales, incluso de Malasia. Y la excelente comparación de ventajas comparativas reveladas en Asia de la colega mexicana Ximena Echenique Romero surge que este país es ubica entre los que tienen capacidades en niveles de complejidad media (este es el link: https://www.researchgate.net/publication/323688361_El_deficit_comercial_de_Estados_Unidos_frente_a_la_entrada_de_China_a_su_mercado)

¿Y el desarrollo ha generado un derrame social y regional? Social sólo en parte. A juzgar por el salario medio, el modelo saca a una parte de la población de la pobreza extrema, (el 17% que trabaja en la industria y algún porcentaje más en servicios de alta calidad) pero la pobreza medida según la canasta diaria de 11 dólares es del 45%, muy superior a la Argentina del 2015, antes de la devaluación macrista (justamente focalizada en convertirnos en otro tigre).  

¿Pero al menos bajó la desigualdad a niveles soportables? Tampoco, el índice Gini es del 0,44.

¿Y la desigualdad regional? Menos. La industria está prácticamente toda ubicada en Bangkok y las zonas industriales del sudeste. Si se mira un mapa se podrá ver la región metropolitana de más 12 millones de habitantes y toda una urbanización al este, allí el PBG per cápita ronda un nivel similar al argentino de 2015 y duplica al del promedio del país.

En el mapa de google está la ubicación de los parques industriales https://www.google.com/maps/search/industrial+parks+thailand/@13.4686501,100.3824356,9z



En el resto del país especialmente al norte en la frontera con Myanmar y el noreste, ambas zonas montañosas, se vive del sector primario, trabajando en plantaciones o en la granja familiar con PBGs per cápita que pueden ser 6 o 7 veces menores al de la capital y una pobreza extrema que muestra que no ha habido un derrame virtuoso hacia el campo.

Y además está el sur malayo y musulmán, formado por las provincias en que dividieron al antiguo sultanato, ubicadas al sudoeste de Bangkok, pero al noreste de la península de Malaca, dando al Golfo de Tailandia, justo enfrente de Vietnam, a más 14 horas en auto de la capital y a 1 hora de la frontera con Malasia, país donde se habla el mismo idioma pero que también los ha abandonado para no tener problemas con Tailandia. Allí no hay ferries que van a las islas del turismo, ni turismo. Se vive de la pesca artesanal pero cada vez se les hace más difícil por la presencia de los enormes arrastreros. Dos provincias malayas, Pattani y Narathiwaht están entre las cinco provincias más pobres de Tailandia.

Al subdesarrollo económico y social se suma la exclusión por motivos étnicos. Ya sabemos que no es un tema menor, por ejemplo, los pobladores hablan el Pattani Malalai, también llamado Yawi, pero muchos docentes hablan sólo tailandés, la escuela media se les hace muy difícil, es casi imposible ir a la universidad.  Debido a la lucha del pueblo malayo ahora muchas escuelas son bilingües, pero no alcanza. Y ni que hablar acerca de la imposibilidad de aplicar una sharia.

Con el supuesto objetivo de resolver las diferencias económicas en 2016 se lanza allí el "Triángulo Económico del Sur" que incluye 63 proyectos por un total de casi 100 millones de dólares.  Pero ese año se aprobó el Corredor Económico Oriental en la otra costa con proyectos por 43 mil millones. 100 contra 43 mil millones para el desarrollo, entre ellos para que Rayong se convierta en un centro de inteligencia artificial. Todo dicho.

Lo descripto parece bastante obvio. Tal vez importa porque parece idealizarse el modelo. En conclusión. la industrialización lograda parece consecuencia de la necesidad de descentralización del centro y además que es poco en términos de complejidad y desarrollo social. Además, el desarrollo lo es sólo de una elite y de un territorio, parte de un largo camino de discriminación de una “elite nacionalista” que invirtió en su área de influencia y castigó a la/s elite/s y al/los territorio/s, subalterno/s.  

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