El cisne negro de las legislativas


El mundo se estaba convirtiendo en un lugar extraño aún antes de que en 2019 un betacoronavirus “saltara” desde un murciélago para unirse a un receptor ACE2 humano: en 2016 el Brexit y el triunfo de Trump abrieron una temporada de “cisnes negros” mientras en Latinoamérica derrocaban a Dilma Rousseff. Nadie preveía, de todos modos, que se tornara extraño en un orden xenológico: pandemia. Lo cotidiano fue reemplazado en 2020 por lo desconocido y el pasado reciente, hasta entonces distópico, se transformó en una añorada utopía que ya no estaba en el horizonte (para caminar dos pasos) sino a nuestras espaldas.



Con el arribo del SARS CoV-2, cualquier nuevo gobierno en Argentina se hubiera visto enfrentado a la confirmación de que todo tiempo pasado fue mejor. No ocurrió así, ¿cisne negro?: el gobierno de Macri no sólo le permitió al peronismo reconstituirse en un Frente (de Todos gracias al inteligente cálculo de Cristina Fernández) y ganar la presidencia sino que supuso, además, un plus para el tránsito de la cuarentena inicial.

¿Qué hizo desde entonces Alberto Fernández? Gestionar la pandemia. Exitosamente al principio, vale recordar: la primera ola se inició para Argentina en junio 2020 con el relajamiento de las restricciones, alcanzando el pico recién en octubre. Chile, Perú y Brasil, en cambio, iniciaron la curva ascendente temprano en abril con picos en junio. Le sirvió a Alberto apelar en ese primer momento al Alfonsín de la concertación, con Rodríguez Larreta jugando a ser Antonio Cafiero, hasta que el año electoral se adelantó con la poco disimulada interna de Cambiem… Juntos por el Cam… Juntos. Los “halcones” macristas iniciaron el torneo de punching ball a cuanta medida dictara el Poder Ejecutivo para esmerilarlo, pero antes para diferenciarse del amigable Horacio. HRL contratacó e hizo de las clases presenciales su bandera, aun cuando los indicadores epidemiológicos de los que se sirven los países que dicen querer imitar lo desaconsejaban.

En 2021 una vez más se hizo presente el pasado y así como el recuerdo del periodo 2015-2019 había ayudado al FdT ahora servía a los fines del jefe de gobierno porteño, quien ganó la interna antes de jugarla. Macri a Europa y Vidal a la Ciudad Autónoma, en un movimiento que intenta ser el del equipo que entrega la pelota y se refugia en su campo para recuperar aliento. Ese equipo parece estar corriendo sin poder cambiar el aire. Se entregó sólo cuando intentó desmarcarse de su propio pasado. ¿El rival es el Frente de Todos? No, ¿cisne negro?, es la propia derecha radicalizada, los liberales, que aprovechan no haber formado parte de Cambiemos para correrlo. Paradójicamente, esto le sirve a Camb… Juntos ya que llevan el debate hacia la agenda liberal. Además, los candidatos liberales funcionan como buffers para el descontento del ¿ex? votante macrista: pueden así descargar la bronca por el fracaso de #sugo (disculpen la licencia tuitera) para retornar luego cuando se vislumbre un proyecto de poder como el que la suma de la UCR al PRO significó. La prueba de esto es el retorno de Macri, quien potencia a los liberales para a la vez redirigir ese voto hacia Vidal en CABA y Santilli en provincia de Buenos Aires. De otro modo hubiera debido ¿disfrutar? el verano europeo.

En el Frente de Todos priorizaron la salud en pandemia y la selección de candidatos acompañó: Gollán en provincia de Buenos Aires o Rossana Chahla en Tucumán. Pero montados en la campaña de vacunación y a la espera del resultado electoral prefieren no agitar aguas y evitan temas espinosos: salarios e inflación, subsidios y los continuos incrementos tarifarios, reforma impositiva; hasta la enunciada reforma judicial duerme el sueño de los héroes. En algunos avanza callado mientras en otros deja hacer en un peligroso abandono del enforcement estatal. Ejemplo de lo primero es la proyección de crecimiento de un 7,5% para este año y muchos indicadores mejor que durante el no pandémico 2019. ¿Se comunica? Cuando “el problema es la comunicación” las dificultades suelen estar en otro lado, pero también en la comunicación. Entonces el FdT, por decir algo, se embarra con declaraciones altisonantes en temas menores que deberían ser reservados para tratamiento exclusivo de los expertos de Twitter, y no funcionar como fábrica de memes para viralizar en Facebook. Si en la oposición sólo hay codazos, zancadillas, apelaciones a la individualidad y críticas al gobierno, a menos de dos semanas de las PASO el FdT parece haber encontrado una manera más emocional de conectar con parte de su electorado –y apelar a la comunidad, aunque sea de a dos– con la frase de Victoria Tolosa Paz: “en el peronismo se garcha”. Enamorado de la intelectualización de la política, el FdT (y antes el FpV) carecía de una bajada que apelara al goce, un modo visceral de comprender el más romántico “el amor vence al odio”.

 Visto todo lo anterior, ¿qué podemos esperar de estas PASO, o de estas elecciones? El clima electoral, por ahora, está en la televisión y en las redes sociales. El electorado vive en cambio una pandemia con pesar económico y será llamado a votar. Adelantar el cisne negro de una menor participación y un mayor porcentaje de votos en blanco/nulos destiñe el ave: es lo que se verificó en Jujuy, Salta, Misiones y Corrientes. Pero este fenómeno puede tener consecuencias electorales, potenciando los aparatos oficialistas en unas elecciones que son distritales, aunque la oposición las imagine nacionales y como castigo al oficialismo. El peronismo, a su vez, enfrenta la oportunidad de celebrar una victoria nacional en legislativas por primera vez desde 2005. Algo es seguro y –como la anterior posibilidad– producto también del ascenso y caída de Cambiemos: nadie puede decir “no hay 2023 sin 2021” o siquiera suponer que las legislativas definen el camino a las presidenciales. Cisne negro para el análisis político en elecciones intermedias.

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