Desarrollo tecnológico: política de Estado para construir futuro

OPINIÓN. Se requiere institucionalizar una política científico-tecnológica capaz de transformar la estructura productiva del país, potenciar el desarrollo con valor agregado, federalizar el sistema científico tecnológico y la generación de empleos de calidad, con la conducción del Estado.


Por Lic. Sebastián Maques y Lic. Hernán Herrera

Miembros de la Fundación para el Desarrollo Urbano Sustentable (FUNDUS). 


Si vemos la foto, en la que ambas cámaras aprobaron por unanimidad la ley de financiamiento en Ciencia y Técnica (CyT) podríamos sostener que el desarrollo del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) del país goza de la tan ansiada política de Estado que siempre se declama. Sin embargo, existió un grosero recorte en la financiación del SNCTI durante la gestión Cambiemos de los años 2015-2019. Recorte en inversión, y también en salarios reales, que todavía no se ha recuperado.

Aquí radica la importancia de esta ley, la institucionalización de una política necesaria para transformar la estructura productiva del país, potenciar el desarrollo con valor agregado, federalizar el sistema científico tecnológico y la generación de empleos de calidad, con la conducción del Estado. La política de Estado por su condición no es sino una película.

La inversión del Estado nacional en Ciencia, Técnica, Tecnología e Innovación como porcentaje del PBI había llegado a 0,35% en 2015 (venía de 0,18% en 2004), pero en 2019 esa proporción había bajado hasta 0,25%. La nueva Ley de financiamiento para esta función aprobada por el Congreso, va a permitir multiplicar por cuatro el presupuesto de Ciencia: plantea escalonar por ley la inversión en la Función Ciencia y Técnica, hasta el 1% del PBI, en 2032. Es de una trascendencia enorme. Pero como estamos viendo no es un camino que se inicia ahora, es un desafío que la Argentina viene trabajando hace tiempo.


De dónde venimos

El viejo modelo de industrialización por sustitución de importaciones permitió ciertos avances en la complejización de los procesos productivos, países como Argentina han alcanzado cierto desarrollo relativo que la posicionaba dentro de lo que se podría denominar semi-periferia, es decir, aún conservaba una estructura productiva dependiente de las exportaciones de materias primas, pero que había alcanzado un desarrollo relativo en algunas industrias.

Por otro lado, desde los años 70 los países centrales comenzaron un proceso de transformaciones caracterizadas por el cambio tecnológico, la organización de la producción y nuevos esquemas de división del trabajo que dieron como resultado procesos de relocalización de la producción internacional. Irrumpen nuevas tecnologías como las de la información y comunicaciones – TIC – procesos de apertura y desregulación financiera dadas en un marco de mayor volatilidad macroeconómica. Casualmente la Argentina sufrió lo malo, y no logró absorber lo bueno. La globalización financiera tuvo impacto en la Argentina desde 1976 con el cambio de modelo, y en el marco del ajuste estatal, se debilitaron los emprendimientos mixtos y el camino al desarrollo tecnológico de la industria.

El modelo de apertura reinstaló la idea de alcanzar el desarrollo por intermedio de la adquisición de tecnología importada trayendo como consecuencia la incorporación al mercado local de partes y piezas importadas que terminaron de desarticular el entramado industrial.


La historia reciente 

Entre los años 2003-2015 se vieron interesantes avances como la instauración del Ministerio de Ciencia y Tecnología, creación de universidades públicas, ampliación de la carrera de investigador y mayores becas en el CONICET, la creación de ARSAT y en consecuencia la potenciación del INVAP, la creación del CEATSA (Centro de Ensayos de Alta Tecnología SA). Sin embargo, la estructura productiva heredada del cambio estructural iniciado en los años 70 y consolidada en la década de los noventa, la cual tenía una debilidad intrínseca en relación a la incorporación de actividades de alto valor tecnológico en los procesos productivos, tornaron muy complejas las intenciones por establecer un entramado productivo con mayores capacidades de producir bienes de alto valor agregado.

Si bien dentro del periodo mencionado se destacan hitos históricos como el lanzamiento de dos satélites geoestacionarios, la creación del Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial (SINVICA) por intermedio del Decreto 1407/04, el cual proveyó, por intermedio de INVAP, al igual que los satélites, de radares para el control del tránsito aéreo, la repatriación de 972 científicos gracias a la promulgación de la ley “RAICES”, la puesta en marcha del Plan Nuclear Argentino en el cual se destaca el primer prototipo del reactor nuclear de potencia diseñado y construido íntegramente en argentina CAREM (iniciado en 2014). Sin embargo, el período 2003 – 2015 dentro de su misma virtuosidad no logro la articulación necesaria entre política industrial y política de innovación, reflejando un desfasaje, que a pesar de las capacidades generadas no pudo articular en forma acabada a los fines de explotarlo económicamente.


Hacia dónde vamos

Muchas veces los avances en materia innovativa tecnológica son inversamente proporcionales al impacto mediático o repercusión social que generan. La reciente ley de financiamiento del SNCTI, la participación de INVAP (exportación de insumos de alta tecnología) en la construcción del primer satélite de observación de la tierra desarrollado por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil, la adjudicación para esta misma empresa para exportar un reactor nuclear a Holanda, el desarrollo y fabricación, también por parte de INVAP, de los Radares RPA 200 adquiridos por las FFAA, con tecnología que solo 15 países desarrollan en el mundo, el desarrollo y fabricación de los barbijos nanotecnológicos por parte del CONICET, UBA y UNSAM; el desarrollo de un tratamiento para pacientes severos de COVID como el Suero Equino Hiperinmune el cual encuentra articulaciones publico -privadas; las investigaciones para la extracción de litio en forma sustentable y menos contaminantes entre investigadores del INQUIMAE, entre otras actividades.

Más allá de los vaivenes históricos y los avances y retrocesos en relación a las políticas desplegadas para alcanzar el desarrollo, el país aún cuenta con algunas ramas industriales, empresas estatales y capital humano abocado a la investigación y ciencia que permiten pensar en la posibilidad de avanzar hacia un cambio estructural. INVAP, ARSAT, YPF, CONAE, CNEA son algunos ejemplos de organismos o empresas que conservaron gran parte de sus trayectorias y que pueden apuntalar algunas estrategias posibles en un futuro inmediato. El sendero que se debe emprender para transformar un proceso de expansión económica en uno de desarrollo económico está en la dimensión de la meso-estructura. En este sentido, el sendero de desarrollo deberá amoldarse a la dinámica de cambio de la estructura de producción, que deberá darse entre la interacción en la incorporación de innovaciones y la densidad de complementariedades presentes en la estructura productiva, es decir que la transformación de la estructura productiva estará determinada por su difusión y encadenamientos productivos.

En definitiva, rediseñar las estrategias de intervención estatal a nivel meso-económico implica entonces la construcción de un tejido productivo más denso, complejo e integrado que necesita de una intensa acción colectiva para superar los problemas históricos de coordinación entre los diversos incentivos a la producción industrial y el financiamiento dirigido al sistema científico tecnológico.


¿Y qué tiene que ver todo esto con el bienestar social?

Muchísimo. Las políticas de desarrollo productivo deben intervenir sobre la composición sectorial de la producción y la regulación de las relaciones interempresariales e intersectoriales, ahí es donde se define cómo se genera, cómo se apropia y cómo se distribuye el ingreso. Por la estructura económica argentina, el país está indicado a integrarse al mundo, para salir de posiciones de inestabilidad, con productos de alto valor agregado, acordes con el nivel salarial que se precisa, productos que permitan ser competitivos en base a innovación, tecnología, desarrollo y marca, porque no podemos ser competitivos sólo por precio ya que eso no ayuda a llevarle una mejor calidad de vida al pueblo en su conjunto.

La relación entre público y privado, el puente entre macro y micro, los convenios con las distintas universidades de todo el país, las políticas de inversión y desarrollo del Estado en ciencia y tecnología, integradas a las necesidades de innovación de las empresas y los tiempos que corren, la profundización de la agregación de valor sobre productos primarios en su lugar de origen, la profundización de la estabilidad económica y la integración a distintos bloques comerciales regionales con líneas específicas en cada caso, son algunas de las líneas que debe seguir el país, el Estado, para avanzar. La promoción de una ley de financiamiento de la inversión tecnológica es un paso más en ese sentido, pero por supuesto no es, ni debe ser, el único.


Referencias (fuentes y bibliografía)

  • Dieauide, P., Paulré, B. y Vercellone, C. (2006): “Introducción al capitalismo cognoscitivo”, en Economía Informa Nº338, enero-febrero, UNAM, México
  • Sztulwark, S. (2017): “Valorización del conocimiento y cambio estructural en una coyuntura de transformaciones regresivas”, en Realidad Económica Nº308.
  • Ocampo, J. A. (2014): “Latin American structuralism and production development strategies”, Cap.1 en J. M. Salazar et.al. Industrial Policy, productive transformation and jobs, theory. History and practice. OIT.

 

Nota: Una versión preliminar del presente artículo fue publicada en Cash de Página 12.

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