De indicadores e indicadores

OPINION. Un indicador es un dato o información que sirve para convencer o valorar las características y la intensidad de un hecho o para determinar su evolución futura.


Muchas personas hoy recorren la Cuenca Matanza Riachuelo, en transición, de lo que fue a lo que puede ser, con ciertos esbozos, que ponen énfasis en el cambio.

Esa tensión se expresa en el devenir de un río, que evidencia muy bien a aquel presocrático de Éfeso, que nos advirtiera que sería imposible bañarse dos veces en sus aguas.

Claro está que aquel disparador de Heráclito, nos hizo pensar en el incesante cambio de la vida, comparada con el fluir de las aguas y de eso se trata.

Pero aquí, en esta Cuenca del Matanza Riachuelo, el devenir, deja entrever algunos cambios, que nos dan cierto grado de previsibilidad e ilusión, aunque aún falta para la comprobación empírica del baño.

Por eso reflexionamos acerca de cuáles cosas nos hacen presuponer que este río está cambiando y de qué forma se indica que esto ocurre.



Un indicador es un dato o información que sirve para convencer o valorar las características y la intensidad de un hecho o para determinar su evolución futura.

Ciclistas, aerobistas y remeros que agitan sus riberas, han vuelto a aceptar al río como un lugar para sus travesías deportivas y cada vez son más las personas que se acercan para dar cuenta de esta información.

Información que sirve para convencer o valorar que algo está sucediendo, en este lugar otrora absolutamente colapsado.

Las características e intensidad de este hecho ponen un alto grado de tensión entre “lo viejo que aún no puede morir y lo nuevo que empieza a aparecer”.

La foto desde la ventana de una vecina relocalizada que retrata una puesta de sol sobre el río, la de la pareja besándose en la ribera, el mantelito en el piso invitando a la ceremonia del mate, no son usos de gente imprudente.

¿Son usos de quienes quieren acompañar esos cambios porque viven allí? ¿porque desean un lugar mejor y porque ven los primeros brotes de esos paisajes emergentes que se empiezan a hacer visibles a lo largo de la Cuenca?

De esa manera, la expectativa de ver cierta vida acuática, de fauna y flora autóctonas, de aves en presencia creciente, se presenta como determinante de una evolución futura.



Las narices de quienes habitan la zona, acostumbradas a tremendos y nauseabundos olores, saben que este se ha retirado, y que muy ocasionalmente vuelve de la mano de quienes no quieren acompañar los cambios. ¿Podríamos definir esto como una medición objetiva?, basada en no oler al río cinco cuadras antes para que anuncie su presencia.

También la “Niebla del Riachuelo”, inspiradora del genial Enrique Cadícamo quedó “amarrada al recuerdo”, pues era un fenómeno ambiental, producido por combinaciones nocivas en el ambiente.

Sintetizando lo que podemos ver y entendiendo que tenemos cierta información que nos sirve para convencer o valorar las características y la intensidad de nuestro río, o para determinar su evolución futura, ¿podemos decir que nos hallamos frente a lo que la metodología académica, denomina un indicador?

Pero claro, en los claustros que son formalmente serios no se construye desde la percepción del sujeto, se lo hace desde parámetros objetivos, más fríos y rigurosos.

Ríos europeos, como el Rin, sufrieron siglos de degradación, y uno de los indicios más claros de renacimiento de este tal vez sea el salto del Salmón. En el río Siegh tributario del Rin, este hacho se festejó y se incentivó, al punto de ser una de las convocatorias más populares, los festejos anuales en este lugar.

El salmón desapareció por completo hacia 1940, pero debido a una catástrofe ambiental, como fue el vertido de veinte toneladas de insecticidas al Rin, en 1986, se tomó como punto de partida para una responsable recuperación.

ACUMAR ha ido incrementando en forma gradual y continua, diferentes medidas o acciones de gestión, con el objetivo de ir realizando también en forma gradual y continua el saneamiento de la Cuenca. Las medidas implementadas incluyen entre otras: fiscalización de industrias y control de la gestión de sus efluentes y residuos, con la aplicación de clausuras y programas de reconversión industrial, para aquellas industrias que contaminan, reacondicionamiento de plantas depuradoras de líquidos cloacales, gestión integral de residuos sólidos urbanos en los municipios que forman la Cuenca, erradicación de basurales, gestión de las riberas eliminando vuelcos clandestinos de residuos, construcción del camino de sirga y reubicación de asentamientos poblacionales, intervenciones sanitarias y educativas.



Otro indicador


Por eso nos referimos aquí a ciertos indicadores profanos, que tienen el gran valor de presumir de credibilidad entre aquellos que viven y comparten el paisaje en este lugar. Lugar olvidado y hoy vuelto a rescatar por una política pública, que se tomó descanso por cuatro años, en la gestión previa a la asunción de Martín Sabbatella, por la que desfilaron seis presidentes del organismo. Un dato que también indica “que pasaron cosas”.

El indicador debe tener: disponibilidad, ser simple, válido, específico, confiable, sensible y tener alcance.

Nuestro indicador está disponible, es de fácil obtención, y puede verse en ese pez, en esa ave, en ese maratonista o en los remeros del CRAB (Club Regatas Almirante Brown).

Es simple: se expresa como algo novedoso, algo que no era frecuente en el lugar y cada vez pierde más su carácter de extraordinario.

Es válido: es lo que queremos medir y no otra cosa, es ver que las condiciones de vida van cambiando con cierta lentitud a veces, pero no se detienen.

Es específico y confiable: porque se repite a diario y se acrecienta. Es sensible: porque es capaz de identificar las particularidades de lo que está ocurriendo y está a nuestro alcance, como un hecho globalizador de la experiencia de vida en sus orillas.

Nadie arremete ni desconoce a la ciencia, porque de hecho nuestra gestión está reviendo sus indicadores para hacerlos más serios aún y confiables. Pero se debe saber que en los ríos europeos se festejan la aparición de los peces, aunque el proceso de recuperación no esté terminado. Indicador de esperanza y felicidad. Es lindo saberlo, pues allí nace la esperanza, junto a ese salmón.

Y sin esperanza no hay quien se acerque al río, para comprometerse y exigir en forma creciente su uso pleno.

Pese a lo adecuado y la probada eficiencia de las medidas de gestión ambiental citadas para la mejora de la calidad ambiental de la Cuenca, la evidencia de dicha mejora y particularmente la mejora de la calidad del agua, será progresiva y lenta, dado el avanzado deterioro ambiental de la Cuenca. El cual tiene sus inicios con la propia fundación de la Ciudad de Buenos Aires y la progresiva expansión territorial de las diferentes acciones antrópicas, que produjeron un proceso de secuencia histórica en la degradación del ambiente. Por otro lado, dada la complejidad del sistema hídrico gestionado, la heterogeneidad en los cambios en la calidad del agua superficial, serán más evidentes.

Hace unos años, un importante diario auspiciaba un seminario, que contaba cómo se recuperaba el Ganges en la India. Muy interesante, pero ese río que es la introducción al Nirvana, y donde el baño es ritual, posee un millón de bacterias coliformes por cada 100 mililitros (una taza de café), cuando para un baño seguro la OMS, habla de 500 bacterias.

Como se verá todos los ríos del mundo han sufrido procesos, largos y penosos en su recuperación, lo importante es la constancia de una gestión y la concientización de la población, que a veces anima con pequeños cambios que añora ver crecer. Y se trata precisamente de eso, de que crezcan.

Está bien saber todo lo que falta y está bien saber lo que ha cambiado, pero sin entender eso y solo siendo agoreros de la derrota, no se puede transformar nada. Ser parte del discurso deprimente que a nadie motiva a recuperar el río es invalidar a estos indicadores que allí perciben un futuro.

Tampoco sirve ilustrar con imágenes en tv, o diarios, antiguas de situaciones que fueron superadas.

Los que van ubicándose en sus nuevas casas y ya no están expuestos al daño ambiental, los que desarrollan su vida en sus cercanías, son quienes día a día ven como este curso de agua mejora desde sus barrios. Estos son sujetos políticos que se van constituyendo y empoderando con los nuevos usos que dispensan a orillas de un rio otrora lejano. Esos nuevos usos son un derecho al disfrute del río.

Se trata de mejorar nuestros niveles de gestión, no detenerlos y ponerle un ritmo creciente, para que sean más los que se sientan interpelados por los cambios y saquen su selfie con las garzas de fondo o disfruten desde su balcón de la ribera, o retraten patos, o pisen suelos seguros libres de contaminación, o concurran a su escuela sin más ardores en los ojos, ni manchas en la piel. Se trata de que esos cambios crezcan y sobre todo en aquellos y aquellas donde ha sido tan difícil hacerlos crecer.

¿No será, que mucha más gente está atenta a los cambios? ¿No será que a muchos les empezaron a interesar nuestros ríos? ¿La audiencia pública con siete mil personas en la Ciudad de Buenos Aires ha sido una demostración de esto?

Y está forma repetida de ver y de sentir al río se empieza a transformar en dato, que va plasmando la idea de un nuevo indicador, hoy inexistente.

 Me gusta la construcción del indicador de la gente, que fue la que lo padeció y hoy tiene una esperanza. Con esas personas es con quienes prioritariamente queremos transformar nuestro río.

Diarios Argentinos