¿Cómo Irán pudo sortear la estrategia de “máxima presión” de los Estados Unidos?

Posterior a la retirada unilateral de los Estados Unidos del JCPOA , acuerdo alcanzado en el 2015 por Irán y el P5+1 que mantenía a raya las ambiciones nucleares del Estado iraní y le permite a la OIEA vigilar y controlar las instalaciones nucleares...


Posterior a la retirada unilateral de los Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés), acuerdo alcanzado en el 2015 por Irán y el P5+1 (Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) que mantenía a raya las ambiciones nucleares del Estado iraní y le permite a la OIEA vigilar y controlar las instalaciones nucleares. El presidente norteamericano por ese entonces Donald Trump encarnó y direccionó una política hostil a la República Islámica con el objetivo de ahogarla y aislarla económicamente lo que en definitiva decantaría en un debilitamiento del país en el desarrollo de infraestructuras críticas que atentan a la seguridad de no solo la región sino a todo el Sistema Internacional. Trump con la retirada del Acuerdo Nuclear y esta reimposición de sanciones buscaba doblegar a la administración de Hasan Rohani y obligarlo a sentarse de vuelta a renegociar el acuerdo y ampliar más restricciones no solo al programa nuclear, sino agregar el desarrollo balístico de Irán, la cuestión de las influencias en la región y su despliegue en otros campos de batalla alejados frontera fuera del territorio nacional.

Para entender, la llamada Estrategia de “Presión Máxima” se basó en un plan que combinaba tres ámbitos: el económico, el diplomático y el militar. En el plano económico, Estados Unidos interrumpió el acceso a Irán a miles de millones de dólares de ingresos procedentes de la actividad petrolera, el bloqueo a las ventas de petróleo le cerró el mercado de 20 países que tenía Irán. En paralelo, el Gobierno de Trump ha designado a más de 970 entidades y personas iraníes en más de 26 rondas de sanciones y se sancionaron a más de 70 instituciones financieras vinculadas con Irán y a sus subsidiarias extranjeras y nacionales. 

Las consecuencias económicas de esta presión fueron devastadoras para la economía iraní. Durante los dos primeros años de máxima presión, e incluso antes del coronavirus, las sanciones de Estados Unidos provocaron la contracción de la economía de Irán en casi un 12%, su renta real per cápita en un 14% y las exportaciones de petróleo del país en un 80%. A juzgar por la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares de Irán, administrada por el Centro Estadístico de Irán, la tasa de pobreza absoluta del país aumentó un 11% entre marzo de 2018 y marzo de 2020, mientras que el nivel de vida medio cayó un 13% a nivel nacional. La moneda nacional perdió casi una cuarta parte de su valor, lo que hizo que el valor del salario mínimo cayera de 260 a casi 70 dólares al mes. En 2017, el 27% de los iraníes no pudo satisfacer el requisito nutricional básico diario de 2.100 kilocalorías. La proporción de la población que sufre esta privación aumentó al 40% en 2019. En este periodo, las familias iraníes gastaron menos en educación y entretenimiento, respectivamente, en un 30% y un 32%.

En el plano diplomático, Estados Unidos presionó a sus aliados europeos para que bloquearan los canales bilaterales de los del bloque de Bruselas con la República Islámica. La expulsión de diplomáticos, el impedimento de viaje comerciales y civiles y el aislamiento político en distintos bloques comerciales y de cooperación son algunas de las medidas que se impusieron.

La designación de la Guardia Revolucionaria de Irán como una organización terrorista marcó el pulso en el ámbito militar. Estados Unidos recrudeció su despliegue en la región a través de ataques localizados. El punto álgido fue la muerte del general Qasem Soleimani, figura relevante del despliegue de influencias del Estado, en un ataque del ejército estadounidense en Irak que alertó a toda la comunidad internacional. Por otro lado, Trump desplegó una red de aliados en materia de cooperación militar en el cual se invirtió gran parte del presupuesto para armar las defensas de Israel, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, entre otros.

Con la nueva administración de Biden se prevé un cambio en el paradigma con respecto a Medio Oriente. Como se ha dicho en anteriores ediciones, la región quedaría relegada ante el presupuesto de un reacomodamiento de la Política Exterior. En el caso Irán, Biden pide revitalizar el Acuerdo Nuclear. En Viena, delegaciones del P5+1 e Irán trabajan a contrarreloj para acercar posiciones entre Teherán y Washington. Aun así, esta estrategia heredada de su antecesor se mantiene, lo que peligra aún más un entendimiento mutuo entre las partes.

Igualmente, en términos retrospectivos, esta presión estadounidense pareciera no haber conseguido ningún triunfo tangible y notorio. Retomando una de las primeras frases del presente artículo, “se buscaba doblegar a Irán y obligarlo a renegociar con Washington”. Acá los analistas se dividen, pero en términos operativos, ninguna de esas dos cosas sucedió.

Cuando se habla de la economía iraní sería injusto no decir que las sanciones trajeron la depreciación de la moneda, la inflación y el declive económico, pero ante todo pronóstico, no se dio el tan anunciado colapso de esta. El sentido de las sanciones a la ciudadanía era claro: que esta pierda calidad de vida y que posteriormente se levante en contra de su gobierno. Lo que no predijo Trump en su momento fue que el efecto boomerang y rebote de la opinión pública decantaría en culpar a Occidente frente a la deteriorada situación en depresión de sus propias autoridades. Según un reciente sondeo de opinión, "los iraníes se oponen firmemente a negociar con la administración Biden antes de que Estados Unidos vuelva a cumplir plenamente el Acuerdo Nuclear."

Irán en respuesta al bloqueo comercial tuvo procesos de reinvención de su economía. En primer lugar, el bloqueo de los canales oficiales de comercio alentó a muchas empresas a invertir en el mercado informal, lo que hizo revitalizar la circulación de dinero en la economía. El bloqueo a las importaciones también impulsó el desarrollo de la producción local, lo que en cierto punto reactivó el empleo. Por otro lado, dejar de lado la dependencia del petróleo permitió diversificar las producciones iraníes.

Si bien las pérdidas económicas, el creciente déficit fiscal por parte del gobierno y los índices económicos no son lo más alentadores, se creó una suerte de “economía de resistencia” en la cual las autoridades prevén un “sufrir en el corto plazo para revitalizarse a largo plazo” en el cual prevén salir airosos de las presiones exteriores y no verse afectados ante otros procesos cíclicos de sanciones por parte de occidente. El concepto de economía de resistencia, tal y como se discute en Irán, no implica autarquía o autosuficiencia, sino que reconoce la necesidad de que Irán cambie su abundante suministro de petróleo y gas por importaciones y nuevas tecnologías.

En el campo nuclear, Irán no se quedó de brazos cruzados, se tiene noción que posterior a la decisión de norteamérica, la República Islámica reactivó parte de su programa de enriquecimiento de uranio e investigación nuclear. En números, Irán volvió a enriquecer uranio, se toma aproximadamente que Irán acopla 3000 kg de uranio enriquecido.  También en términos del porcentaje de enriquecimiento, Irán ha incumplido el límite de 3.67%, primero con un aumento al 4,5% en 2019 y, de acuerdo con una ley iraní aprobada tras el asesinato de Fakhrizadeh, al 20% en enero de 2020, el mayor grado de enriquecimiento en la historia que se tenga noción del programa nuclear.

El acuerdo también preveía una reducción con respecto a las centrifugadoras operativas, para el 2015 se le permitió a Irán tener 5.000 centrifugadoras operativas, de generación media. En la actualidad Irán cuenta con el triple de cantidad y no solo aumentó la cantidad, sino que puso en estado operativo centrifugadoras de última generación lo que le permite producir aún más cantidad de uranio enriquecido.

Otro efecto no deseado por la administración norteamericana fue el recrudecimiento de las opiniones y el giro al ala conservadora de la política. Está dividida en torno a mantener o no el acuerdo nuclear, pero mantienen la premisa que las relaciones con occidente no pueden ser “conciliadora” como lo fue la administración Rohani. El primer síntoma del viraje dentro de la política iraní fueron los resultados aplastantes en la elecciones de febrero que le permitieron obtener una mayoría que aprobó una ley nacional, amparada por el líder supremo, en el cual se rompía toda relación con el JCPOA y el OIEA en el plazo estipulado.

En las elecciones presidenciales del próximo 18 de junio este proceso se definirá en el cambio total de la política interna. Con una lista de candidatos a definir por el Consejo de Guardianes, se prevé que el nombre que emerge recaiga en el sector conservador, lo que implicaría un giro en la política del Canciller Zarfi, fuertemente criticado por su administración, que afectaría de lleno a Occidente y a la Casa Blanca. 

En ese sentido, Irán en el 2021 (y eso que en este apartado no se hizo mención de las consecuencias de la pandemia) pudo sortear de forma aceptable en términos numéricos el laberinto y el bloqueo que le planteó Donald Trump y Pompeo en el 2018. Lo que hoy se prevé que aún pueda ergirse y enfrentarse a la diplomacia europea en Viena en las rondas de las negociaciones y por ahí quien les dice, librarse del todo de las sanciones de Estados Unidos e imponer condiciones en las mesas de conciliaciones.




Sobre el Autor


Alejo Sanchez Piccat es Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales - UADE, Maestrando en Defensa Nacional - UNDEF, Coordinador del Observatorio de Defensa y Seguridad y Lider del area de Medio Oriente del CEPI - Fundador y director de Politólogos al Whisky.

Redes: @alejosp1 


Diarios Argentinos