Cómo decir Guernica con un poema
Por: Flor Codagnone
UNO
Julio Cortázar dijo alguna vez que «las palabras no alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma». El desalojo de Guernica, la semana pasada, hizo, sin duda, que el alma desbordara. No alcanzaron las palabras frente a aquellas imágenes (que incluían a un fiscal y a sus colaboradores en una selfie). Las casillas quemadas inundaron los medios y las redes y marcó un quiebre en muchxs: un «hasta acá», un «basta».
DOS
Allí, donde las palabras no alcanzan, en ese abismo o resquicio, irrumpe la poesía. No las palabras de la poesía, la poesía.
TRES
En «Identidad», Roberto Santoro escribió «el poeta y el pueblo / comen del mismo plato».
En «Credo político» propone: «dentro del pueblo todo / fuera del pueblo / nada».
En eso creo profundamente.
CUATRO
En «Desalojo», Santoro propone «sacar al poema de la intimidad / y echarlo a la calle».
En esto también creo.
CINCO
A Roberto Santoro lo desaparecieron en la última dictadura cívico-militar.
SEIS
Para decir sobre Guernica a mí, César Vallejo (Perú, 1982-1938) me prestó un poema que se repitió todo el día en mi cabeza. Ése que dice:
Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?
Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?
Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?
Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?
Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?
Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?
Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?
Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?
Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?
Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?
Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?
Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?
Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yo sin dar un grito?
SIETE
Parece que el día de Guernica no pudimos ni con nuestros propios poemas. La poeta Leticia Martínez compartió «Acta», de Roque Dalton (El Salvador, 1935-1975):
En nombre de quienes lavan ropa ajena
(y expulsan de la blancura la mugre ajena).
En nombre de quienes cuidan hijos ajenos
(y venden su fuerza de trabajo
en forma de amor maternal y humillaciones).
En nombre de quienes habitan en vivienda ajena
(que ya no es vientre amable sino una tumba o cárcel).
En nombre de quienes comen mendrugos ajenos
(y aún los mastican con sentimiento de ladrón).
En nombre de quienes viven en un país ajeno
(las casas y las fábricas y los comercios
y las calles y las ciudades y los pueblos
y los ríos y los lagos y los volcanes y los montes
son siempre de otros
y por eso está allí la policía y la guardia
cuidándolos contra nosotros).
En nombre de quienes lo único que tienen
es hambre, explotación, enfermedades,
sed de justicia y de agua,
persecuciones, condenas,
soledad, abandono, opresión, muerte.
Yo acuso a la propiedad privada
de privarnos de todo.
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