Campaña de Vacunación: el turno de las escuelas



Por Lara Nesis y Nicolás Levit

Barrio de Flores, 2021, CABA

 

“J, no sabés. Me acaba de llegar el turno para recibir la primera dosis de la vacuna” Le digo a mi alumno de 7mo 

“¿Qué vacuna?” responde cómo si fuera un tema ajeno al cotidiano

“¡La vacuna contra el Coronavirus!” 

En este instante, J abre los ojos de par en par y grita “¿¡Existe una vacuna contra el Coronavirus!?”


Hace unos días se habilitó la vacunación para niñxs y adolescentes. La primera franja priorizada es la de aquellxs de 12 a 17 años con condiciones de riesgo. El sistema de empadronamiento y vacunación no difiere del que venía utilizando cada jurisdicción con una particularidad que se agrega: lxs chicxs de 12 años deben ir necesariamente acompañadxs de unx adultx, mientras que lxs de 13 a 17, según el distrito, pueden ir solxs. En este escenario, lxs niñxs de 12 años son destinatarios directos de la vacuna pero el requisito de ser acompañadxs por una persona mayor hace que la promoción de la misma deba dirigirse también a lxs adultxs. De forma inversa, hay adolescentes que pueden gestionar los pasos necesarios para su propia vacunación, por lo que resultan destinatarios directos de la vacuna y de la campaña de promoción. Por eso nos preguntamos ¿cuáles deberían ser las instituciones estatales intervinientes en la campaña de vacunación para niñxs y adolescentes?

La escuela como institución organizadora de la vida social presta un abordaje formativo a distintos sucesos de la agenda sensible de la sociedad. Para quienes somos docentes, la pandemia no sólo es obstáculo o empuje para pensar nuevas formas de enseñar, sino que, en las aulas, se vuelve un objeto de reflexión en sí mismo. En este sentido, la campaña de vacunación se inscribe en un proceso sobre el que la escuela piensa y opera, como cualquier situación en la que están involucrados los derechos humanos. Acorde al enfoque pedagógico del Diseño Curricular vigente, la escuela debe contribuir a que las personas tomen conciencia de sus derechos. En esta clave se podría pensar el acceso a la salud en el marco de una crisis sociosanitaria. Ahora bien, con el avance de la campaña de vacunación, la tarea de la escuela toma un lugar diametralmente distinto en el que, nos animaremos a plantear, radica una enorme potencia.

Quizás lo que más se oye hoy en las escuelas son especulaciones acerca de la vuelta a la presencialidad plena gracias al plan de vacunación, lo que sin dudas representa un alivio a la vez que supone un gran problema: da por sentado que toda la población que está dentro de los rangos convocados se empadrona y se vacuna. Frente al supuesto de franja vacunable igual a vacunación cabe hacerse muchas preguntas ¿todxs lxs niñxs que se pueden vacunar van a hacerlo? ¿Qué posicionamiento debe tomar la escuela respecto a la vacunación de lxs niñxs? ¿Cómo se conjugan los derechos de la educación y la salud en este contexto? ¿Alcanza la mera transmisión de información? ¿Qué sucede con aquellas familias que están en contra de la vacuna? ¿Quienes velarán por el derecho que tienen lxs niñxs a vacunarse? ¿Qué ocurre si un niño quiere vacunarse pero sus xadres no?


Escuelas y vacunación pueden y deben estar en la misma oración


Somos docentes de escuela pública del nivel primario en CABA, uno de nosotrxs trabajador del programa Reorganización de las trayectorias Educativas de alumnxs con sobreedad en el nivel primario, también conocido como “Aceleración”. Elegimos tomar esta experiencia, en la que muchxs de lxs chicxs ya forman parte de la franja etaria afectada por el Plan de Vacunación para acercar la lupa a la complejidad que implica hacer efectiva esta política pública.

Lxs niñxs con lxs que trabajamos tuvieron una trayectoria escolar de baja intensidad debido a múltiples factores, generalmente de carácter social, y en muchas ocasiones eso se traduce en repitencia, ausentismo y una relación singular con el aprendizaje. Muchxs de lxs estudiantes matriculadxs en el programa ya tienen edad para ser vacunados aunque hay una gran cantidad que desconoce la existencia de la vacuna. En algunas conversaciones con lxs chicxs, nos sorprendimos mutuamente, ellxs al saber que existe una vacuna contra el Coronavirus y nosotrxs al darnos cuenta que no es una obviedad que lo sepan. En otros casos o en conversaciones más avanzadas, empezamos a notar una regularidad: la mayoría de xadres de nuestrxs alumnxs no se vacunó. Los motivos son diversos “No me quiero morir”, “me da miedo” aparecen en el repertorio de argumentos; en otrxs casos, hay voluntad de hacerlo pero no saben cómo empezar el trámite. “No sé cómo sacar el turno” “No sé dónde lo hacen” “me estoy fijando el tema de las edades”. Hay otras familias que no lo tienen en su agenda más inmediata y hasta muestran algún temor, pero a partir de alguna invitación o ayuda más concreta acceden a iniciar los trámites para vacunarse. En muchos de estos casos, las familias nos muestran que la intervención de la escuela produce cambios subjetivos en su posicionamiento respecto de la campaña de vacunación.


La promoción: ¿una campaña voluntaria?


En primer lugar, es imprescindible aclarar que cuando hablamos de la potencia de la escuela pensamos en una institución, agente del Estado, que en el marco de una política pública podría colaborar con la democratización del cuidado de la salud. 

Ponderamos el carácter democratizador de la escuela, que es el lugar en el que las infancias construyen sus primeros pasos en la ciudadanía. En este sentido, la promoción de la campaña de vacunación puede ser parte de la tarea educativa y la efectividad irá en aumento en tanto sea asumida como política pública que permita a docentes y directivos ser agentes activos de la promoción. Hablamos con docentes que de diferentes maneras ya recogen el guante e intervienen en sus comunidades educativas:

“Ayudé a las mamás a gestionar el turno y a encontrar un punto cercano a su casa” 

En la escuela donde trabajo también pasa que las familias no se vacunan. Nosotras empezamos a trabajar sobre la importancia de las vacunas en general. (...) Leímos Los virus de la conquista y el origen de las vacunas. Analizamos calendarios y libretas. Está difícil. Sólo pienso que debemos informar y explicar para desarmar las fake”.

“Le advertí que V se podía vacunar porque era de riesgo, me agradeció y ya está inoculada” 

La promoción en el entorno escolar se vuelve imperante pero, ¿cómo se institucionaliza esta potencialidad y se transforma en política educativa de mayor alcance? ¿Cómo hacer que la intervención de la escuela en la campaña de vacunación no dependa sólo de la inventiva de cada docente?


Un conflicto entre valores


Aunque la voz de “lxs antivacunas” no tenga tanta fuerza en proporción a la población que decide vacunarse, el porcentaje de personas no vacunadas representa un obstáculo central para frenar la expansión del virus. A partir de esta problemática se dirimen políticas de Estado que apuntan a concientizar a todo un sector de la población acerca de la importancia de vacunarse, al tiempo que buscan desarmar los mitos y falsas noticias en torno a esta temática.

La escuela no sólo no es ajena a estos debates, sino que además busca alojar en sus aulas las voces e inquietudes de chicxs que llegan allí atravesados por discursos políticos, morales, religiosos, mediáticos. Posiblemente, las discusiones sobre esta vacuna constituyan uno de los primeros problemas éticos a gran escala que las infancias de esta generación empiezan a atravesar en presente continuo. Ante la histórica dicotomía entre universalismo y relativismo cultural, el enfoque actual sobre Formación Ética y DDHH en la escuela propone valorar la diversidad y el respeto por los Derechos Humanos. No solo se respetan sino que son valoradas y estimadas todas las opiniones, ideas, formas de estar en la vida, siempre y cuando estas no atenten contra un derecho. Por ejemplo, no valen opiniones que sean irrespetuosas de otras creencias.

En el aula compartimos reflexiones indispensables para construir proyectos comunes, intercambiamos informaciones fundamentales para cuidarnos en una época tan difícil. Lxs docentes ya no somos las únicas voces que se alzan sobre ciertos temas, pero eso tampoco implica legalizar cualquier discurso que aparezca en las intervenciones de nuestrxs estudiantes. En concreto, tenemos la tarea de enseñar a distinguir la información confiable de aquella que no lo es. Por lo que en la escuela hay un desafío de alta complejidad: construir climas de debate donde la riqueza reside justamente en la pluralidad de ideas, sin que eso signifique la validez de cualquier postulado.

En cuanto a la voluntad o no de vacunarse, hay una cuestión controvertida. Aunque los discursos antivacunas no tengan un gran alcance, no se puede negar que existen, producen efectos, y en el contexto de las aulas resulta trascendental analizarlos de cerca. Día a día circulan en la escuela intervenciones como “mi papá no se quiere vacunar”, “la vacuna es peligrosa”, “mi mamá no quiere vacunarse porque al otro día tiene que hacer reposo y no puede faltar al trabajo”. A esto se agrega la inminente inauguración de la franjas etarias más pequeñas que agregan un problema fundamental: el derecho de lxs niñxs a vacunarse está íntegramente vehiculizado a través de lxs xadres o adultxs, que más allá de sus posturas o ideas no debieran cercenar este derecho.


Dos estrategias de trabajo complementarias:


-Tener una conversación implica escuchar qué traen lxs estudiantes. No circulan las mismas ideas acerca de la vacunación en todas las escuelas ni en todas las familias. En el caso de encontrarnos con discursos que desalientan la vacunación es importante entender si la resistencia viene del miedo, de la desinformación, de ideas puntuales en torno a los efectos de las vacunas. El aula será el lugar por excelencia para visibilizar el carácter controvertido del debate y ponerlo en evidencia, así como para poner en circulación información rigurosa acerca de los efectos de la vacunación. A la vez, las ideas no pierden validez porque “vengan de las casas”, “se lo diga su mamá” o “lo haya escuchado en la tele”. Lxs adultxs también construimos ideas a partir de lo que escuchamos en la calle, en la casa, en los medios. Es importante tomarnos en serio los discursos que nuestrxs alumnxs traen a las aulas, sólo de esa manera podrá ponerse en pie un proyecto de aprendizaje acerca de esta temática. Al avanzar en el proyecto, las hipótesis iniciales pueden ser validadas o refutadas por ellxs mismxs.

-Cuando está en juego el derecho a la salud y el bienestar sanitario de la sociedad toda, el conflicto requiere de posturas beligerantes. Abrir instancias de debate en las aulas no contrarresta la responsabilidad que le cabe a la escuela como institución respecto al acceso a la salud de niñxs y adolescentes. En el caso de las vacunas que ya forman parte del calendario obligatorio de vacunación nacional está prescrito el lugar que debemos tomar. Conforme a la Ley 27491 a la escuela se le exige advertir, denunciar y arbitrar todos los medios necesarios para que lxs niñxs que no tengan completo el plan de vacunación obligatorio puedan alcanzarlo. El Artículo 11 insta a las escuelas a comunicar a la autoridad cualquier incumplimiento de este plan conforme a la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, ley 26.061. Es fundamental que los marcos legales que tienden al cuidado de los derechos de niñxs y adolescentes funcionen como guía para el accionar de la escuela.

Durante la pandemia, quedó en evidencia que ante una crisis social y económica aguda, la escuela fue la institución mediante la cual el Estado se hizo presente para muchas familias. Las canastas escolares, las redes de contención, el vínculo cotidiano con lxs docentes dieron digna pelea a la fragmentación de los vínculos que caracterizó a esta etapa.

La situación es particular, estamos transitando un momento decisivo de la pandemia y una institución de alcance masivo como lo es la escuela puede ocupar un rol crucial. Velar por los derechos de nuestrxs estudiantes requiere de un accionar concreto y de políticas públicas que lo promuevan. Hoy que lxs adolescentes comienzan a vacunarse y que los discursos antivacunas están en boga, la escuela se reafirma como lugar para construir democracia y miradas críticas de la realidad que intervengan sobre la misma para transformarla.

 

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