Apostasía: ¿por qué las personas renuncian a la Iglesia Católica?

El trámite para dejar de ser considerado parte de la institución creció con el debate por el aborto. El reclamo por la separación de esa institución y el Estado es cada vez mayor. Hoy, en distintos puntos del país, se realiza un encuentro colectivo para realizarlo.

Desde el debate por el aborto legal en el Congreso, parte de la sociedad comenzó a poner en el centro de la discusión pública el reclamo por la separación del Estado y la Iglesia, una de las instituciones que mayor presión ejerció para que el proyecto fuera rechazado. En ese contexto, una palabra empezó a tomar cada vez más fuerza: la apostasía. 

Apostatar significa, en términos simples, un trámite para "darse de baja" de la Iglesia Católica, ya que todas las personas que fueron bautizadas figuran en los registros como católicos. Un dato que, hasta ahora, era desconocido por muchos argentinos. 

Este sábado, desde las 14, miles de personas se reúnen en la ciudad de Buenos Aires y distintos puntos del país para realizar una "apostasía colectiva". Tal como ocurrió durante el debate sobre el aborto en el Senado, reciben asistencia para elaborar sus cartas con el fin de dejar de pertenecer a esa institución. 

Las cartas serán entregadas el viernes 24 a la Conferencia Episcopal Argentina, tal como indica el procedimiento. Pero el trámite también se puede realizar de manera personal. La Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL), integrado por organizaciones de todo el país, cuenta con su propia página web www.apostasia.com.ar, en la que brinda detalles sobre los pasos para realizar el trámite a todas las personas que quieran dejar de figurar como católicos. 

¿Por qué las personas quieren apostatar?

La CAEL señala que las razones por las que una persona busca apostatar son "de las más variadas". Muchos ateos que fueron bautizados de chicos entienden que figurar como católico es una contradicción. También se suma a ese grupo las personas creyentes que no están de acuerdo con la Iglesia y buscan despegarse de esa institución. 

Sin embargo, la principal explicación del crecimiento de los trámites de apostasía por estos días es que las personas que fueron bautizadas no quieren integrar la lista de católicos del país y así restarle poder de lobby a la Iglesia. De esa manera, evitarían que "se utilice esa cifra para imponer sus puntos de vista en la legislación y conseguir privilegios".

"La Iglesia Católica para ser escuchada argumenta que casi el 90% del país es católico (boletín AICA N.º 2500) e indirectamente apoya sus doctrinas. Es decir, se erigen en la voz del pueblo, y vos, que fuiste bautizado, sos contado como parte de ese 90%. La realidad es que el 90% del país fue bautizado, y que ni siquiera la totalidad del pequeño porcentaje de practicantes está de acuerdo con sus doctrinas", denuncia la CAEL, en base a una encuesta del Conicet. 

¿Cómo es el trámite?

El trámite para apostatar consiste simplemente en el envío de una carta a la diócesis a la que pertenece la parroquia donde fue bautizada cada persona para comunicar la decisión de dejar de pertenecer a la Iglesia. De esta manera, la institución debe anotar en el registro que ese ciudadano abandonó la fe católica y que ya no integra ese 90% de católicos argentinos. 

Según explica la coalición que impulsa la separación del Estado y la Iglesia, la carta no debe tener demasiadas justificaciones sobre la decisión. Solo debe contener los datos de la parroquia en la que fue realizado el bautismo y una fecha aproximada (por lo menos el año). 

Puede ser enviada por correo postal o entregada personalmente, aunque es recomendable que se cuente con una constancia de entrega. El trámite exige una respuesta favorable en el término de cinco días, pero, según las experiencias previas, el plazo suele estirarse a unos 15 días. 

La contestación puede ser que el pedido a la parroquia se encuentra en curso, o directamente se puede recibir la fotocopia de la partida de bautismo con la nota de renuncia al margen, con la cual se comunica que uno ya se encuentra fuera de la Iglesia Católica. 

Sin embargo, también hay otro tipo de respuestas. Una es la posible invitación a presentarse a la diócesis para demostrar su identidad o hacer la renuncia en forma personal o una invitación a hablar personalmente con un obispo/vicario/sacerdote para reconciliar posiciones, aunque esto no es necesario, ya que nadie debe dar explicaciones sobre su decisión.  

"Iglesia y Estado, asuntos separados"

El debate por el aborto legal ha reavivado la polémica sobre el sostenimiento de la Iglesia católica por parte del Estado. De acuerdo con el presupuesto nacional para 2018, $177 millones serán destinados por el Gobierno para el mantenimiento de 140 obispos y arzobispos, 640 sacerdotes y 1200 seminaristas. 

Esto responde a las leyes que regulan el dinero que se destina a la Iglesia y que fueron decretadas durante la última dictadura cívico-militar. La Ley 21.950 —del 7 de marzo de 1979— establece que el Estado debe hacerse cargo de los honorarios de los arzobispos y obispos, en un equivalente al 80% del salario de un juez nacional de primera instancia que, según publicó el sitio Chequeado.com, es hoy de $108 mil brutos.

A su vez, la Ley 22.162 —del 13 de febrero de 1980— amplía estas obligaciones al incluir el otorgamiento de una asignación mensual a los “curas párrocos o vicarios de parroquias situadas en zonas de frontera”, mientras que la Ley 22.950 —14 de octubre de 1983— hace lo propio con los seminaristas para, según el texto de ley, “contribuir a la formación del clero diocesano”.

Al meterse de lleno en la presión para que el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) no saliera, la Iglesia no contaba con la reacción de los sectores que lo impulsaban y ahora puede sufrir las consecuencias. ¿Será la próxima discusión en el Congreso la separación del Estado y la Iglesia?

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