Acuerdo UE: la ciencia no está contenta

OPINIÓN. La Unión Europea, económicamente es la tercera más grande del mundo, se enfrenta a una contracción proyectada de al menos 8,3% en el 2020.


Integrantes del Grupo Política Europea e Internacional


Luego de intensos meses de crisis sanitaria producida por el coronavirus, sumada a cortocircuitos políticos hasta entonces difíciles de atribuir al mayor exponente actual del supranacionalismo, la Unión Europea logró el siguiente paso: un importante acuerdo de recuperación económica.

Fueron cuatro días y noches de duras negociaciones entre los 27 jefes de Estado y Gobierno, en los cuales salió a la luz, una vez más, la estricta actitud de los ‘’cuatro frugales’’ -Austria, Dinamarca, Países Bajos y Suecia-.

Estos cuatro países se caracterizan por defender la austeridad económica y recriminar frecuentemente a los Estados del sur -principalmente España e Italia- por su presunto desmanejo de las arcas públicas. Por esto, constituyeron el principal obstáculo para alcanzar un acuerdo, que terminó acarreando recortes presupuestarios en áreas clave.

El pasado 21 de julio se confirmó finalmente el paquete de medidas económicas para el período 2021-2027. Éste combina el clásico presupuesto, conocido como marco financiero plurianual (MFP), con un fondo excepcional por la pandemia, llamado Next Generation EU (NGEU). Juntos, totalizan la histórica suma de más de €1,8 billones.

Para el MFP se destinarán €1,07 billones, mientras que los €750 mil millones restantes constituirán el NGEU. De este último, €360 mil millones tomarán forma de préstamos a bajo interés y €390 mil millones serán subvenciones que beneficiarán sobre todo a los países más golpeados, tales como España e Italia.  

Según un informe presentado por el Consejo Europeo, ‘’El plan para la recuperación europea precisará enormes inversiones públicas y privadas a escala europea para situar claramente a la Unión en la senda de una recuperación sostenible y resiliente, con la creación de empleo y la reparación de los daños inmediatos causados por la pandemia de COVID-19, al tiempo que se presta apoyo a las prioridades ecológicas y digitales de la Unión’’.

El acuerdo esboza también los montos que serán destinados a los diversos programas del bloque. Sin embargo, los científicos comunitarios no están satisfechos con los fondos asignados a su sector.

El principal programa de investigación y desarrollo científico (I+D), Horizonte Europa, recibirá un total de €81 mil millones, de los cuales €5 mil millones serán parte del paquete de contingencia, mientras que los €76 mil millones restantes constituirán el presupuesto real.

Ahora bien, estos números plantean distintas problemáticas. Por un lado, el fondo de recuperación por la pandemia asignado dista de los €13,5 mil millones inicialmente propuestos por la Comisión Europea en mayo, es decir, una diferencia de €8,5 mil millones.

Por el otro, el contraste es aún mayor cuando se advierte que el monto total de €81 mil millones difiere de los €94 mil millones que propuso entonces la Comisión Europea y, sobre todo, de los €120 mil millones que el Consejo Europeo de Investigación (ERC) había aconsejado en 2017.

Por último, también existen discusiones sobre su financiación prácticamente invariada respecto de su antecesor, el programa Horizonte 2020 (vigente entre 2014 y 2020).

Una semana antes de la aprobación del acuerdo, el ERC ya había publicado una declaración afirmando que la comunidad académica miraba ‘’con preocupación cómo las ambiciones [de Horizonte Europa] se achicaron’’, asegurando que ‘’es la primera vez en la historia que la Unión Europea no incrementa el presupuesto básico de la investigación e innovación’’.

Por su parte, el secretario general de la Liga de Universidades de Investigación Europeas (LERU), Kurt Deketelaere, calificó al acuerdo como una ‘’gran decepción’’ y de tener ‘’poca visión a futuro’’.

Incluso la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo llamó ‘’una pastilla difícil de tragar’’, debido a los ‘’lamentables y dolorosos’’ recortes en distintos programas.

Esta situación, entonces, suscitó cuestionamientos y preocupaciones sobre el futuro de la I+D europea porque, además, se da justamente en un contexto en el que los investigadores comunitarios trabajan a contrarreloj para combatir la pandemia, que dista de estar terminada.

También ocurre en un marco de crisis ambiental, donde la transición energética guiada por el Pacto Verde Europeo es de suma importancia, y la innovación científica es fundamental para descarbonizar progresivamente las distintas ciudades e industrias.

Sin embargo, antes de fin de año el acuerdo debe ser ratificado por el Parlamento Europeo. Éste no tiene autoridad para decidir sobre el NGEU, pero sí prevé una contienda por el presupuesto del MFP.

Diversos MEPs y grupos políticos, tales como el Partido Popular Europeo (PPE) y los Socialistas y Demócratas (S&D), anunciaron su disconformidad con lo pactado por los 27 mandatarios, afirmando que los recortes ‘’van en contra de los objetivos de la Unión Europea’’. Por ende, la asignación de recursos se verá potencialmente modificada.


Reflexiones Finales

Al igual que en el resto del mundo, el escenario de la pospandemia no brinda buenos augurios para la Unión Europea. Su economía, la tercera más grande del mundo, se enfrenta a una contracción proyectada de al menos 8,3% en el 2020.

Esto se suma, a su vez, a distintos conflictos y reacomodamientos políticos que se darán como producto del Brexit y de las actuaciones crecientemente iliberales de Andrzej Duda en Polonia y Viktor Orbán en Hungría, entre otros.

Desde ya, es positivo e incluso un alivio que hayan logrado un acuerdo para la recuperación económica, después de un arduo proceso que demostró las fragilidades internas del bloque. Asimismo, todavía está por verse si el Parlamento Europeo logra, en cierta medida, redimir a los mandatarios que participaron de la cumbre.

Pese a esto, resulta infortunadamente irónico que, en un contexto donde se demostró la clara dependencia de la sociedad hacia la comunidad científica, no se la respalde debidamente desde un inicio. No ocurre muy seguido, pero en este caso la Unión Europea no se presentó como un ejemplo a seguir.



Sobre el Autor

Tomás Kirjner Baricco. Es estudiante avanzado de Ciencia Política UBA y miembro del CEPI UBA.



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